Nuestra Señora de Malvinas

miércoles, 4 de noviembre de 2020

Argentina en guerra contra la subversión apátrida


 


3 DE NOVIEMBRE DE 1997, EN UN INFERNAL TIROTEO DURANTE UN ASALTO AL BANCO CREDICOOP, EN EL BARRIO PORTEÑO DE SAAVEDRA, UN POLICÍA FEDERAL ES ASESINADO Y OTROS TRES SON HERIDOS.

¡NO SE OLVIDEN DEL CABO PRIMERO AYALA!!!

  Parece que fue ayer, pero hace ya más de 20 años, en la cálida mañana del 3 de noviembre de 1997, siendo la hora 10:15, sobre la avenida Ricardo Balbín 4130, casi esquina Donado del barrio porteño de Saavedra, el cabo de la Policía Federal Argentina de 26 años de edad Ernesto Jesús Ayala del numerario de la comisaría 49a apenas iniciaba su servicio diario cuando, de recorrida con su motocicleta de patrulla Guzzi asignada numeral 3654, se detuvo en la puerta del Banco Credicoop, habida cuenta que el policía de facción allí asignado faltaba y la entidad bancaria recién había abierto sus puertas para brindar atención al público.

  Tan pronto descendió del rodado advirtió que el policía de facción, el cabo José Alberto Ortigoza, se aproximaba al banco, ya que el mismo se había desplazado hasta la esquina de Balbín y Machaín, al advertir movimientos de un rodado marca Renault tipo Laguna con varios ocupantes en actitud sospechosa, pero que ya se habrían retirado del lugar.

  Es en ese momento que, mientras Ayala permanecía píe a tierra en la puerta del banco y el otro policía de facción se aproximaba, estando aún a unas tres o cuatro veredas de la entidad bancaria, cuando entre los pocos vehículos que circulaban por Ricardo Balbín, un auto particular Volkswagen Gol con 4 ocupantes a bordo se detienen junto a la motocicleta patrulla de Ayala, y rápidamente descienden, armas en mano, y sin mediar palabra abren fuego contra Ayala, quién sin poder reaccionar más que a intentar desenfundar su arma, es alcanzado por las balas y cae al suelo gravemente herido.

  El cabo Ortigoza que se aproximaba al banco observa la escena y con rapidez desenfunda su arma, se parapeta detrás de un árbol y, para evitar que los delincuentes sigan disparando sobre el ya caído Ayala, les imparte la voz de alto, a modo de atraer el fuego sobre él, enfrentándolos y tratando así de salvar a su camarada, pero para asombro de él 3 de los 4 delincuentes literalmente lo ignoran y casi obviándolo al malherido Ayala pasan sobre él para ingresar al banco, y ello no era un temerario acto de los malvivientes ni un error de su parte.

  A espaldas del policía ya parapetado detrás del árbol y sin que éste lo advierta, reaparece el rodado sospechoso con 4 ocupantes que instantes antes había observado e intentado identificar, que eran la cobertura de los asaltantes del banco, y sin detener la marcha abren fuego por la espalda del desprevenido  policía, quién es alcanzado por las balas pero, no obstante, éste devuelve el fuego y se genera un brutal y desigual enfrentamiento. Mientras los delincuentes que balearon al cabo Ayala ya en el interior al banco, asaltan las cajas, al tiempo que afuera arrecia la balacera.

  Activada la alarma bancaria (por parte del guardia de seguridad que permanecía dentro de la garita blindada y otra cosa no pudo hacer, al estar la entidad colmada de civiles inocentes), en el mismo momento que Ayala es baleado, de inmediato el Comando Radioeléctrico imparte el alerta mediante la frecuencia codificada 25 y varios móviles policiales comienzan a desplazarse con urgencia, convergiendo sobre el objetivo.

  El móvil más cercano es el 149, que casi de inmediato arriba al lugar, desplazándose paralelo a la hoy avenida Parque Goyeneche, del lado de la Estación Saavedra y las vías del Ferrocarril Mitre, por calle Donado arriban a Ricardo Balbín, en la esquina del instituto María Nazareth a metros del acceso a la parroquia Sagrada Familia (ésta casi frente al banco), y detienen su marcha antes de trasponer la avenida, al advertir tanto al vehículo de los delincuentes estacionado con un ocupante junto a la moto de Ayala, y a éste tendido junto al cordón de la vereda en el acceso al banco, como así también el enfrentamiento que se estaba dando unos 20 metros más adelante sobre la misma arteria vial, entre el otro efectivo policial y 4 malvivientes. Los dos ocupantes del móvil, cabo Miguel Selztzer, de 25 años que conducía el mismo, y el subinspector Walter Ostatovichz, de 28, que era encargado del móvil y jefe de Servicio Externo del Cuarto, hacen píe a tierra y se parapetan detrás de las puertas blindadas del Crysler Spirit, pero sin advertir que esa ruta de acceso también estaba cubierta por los malvivientes, y un rodado con otros 3 delincuentes (entre los cuales había una mujer), estaban estacionados en el lugar brindando apoyo a quienes asaltaban el banco, y cuando el móvil policial detuvo su marcha quedaron unos metros delante de estos delincuentes de apoyo. Tan pronto los policías descendieron del vehículo y se parapetaron, fueron atacados por la espalda con fuego de armas de grueso calibre (FAL y escopetas a repetición), que sin problema atravesaron los cristales y puertas blindadas del móvil policial y resultaron alcanzados, pero a su vez comenzaron a devolver el fuego con sus armas (pistolas HP-35 y subfusil FMk-3). 

  La balacera era infernal; el tránsito sobre las avenidas obviamente quedó cortado; los cuatro policías habían sido ya alcanzados por las balas, y tres respondían con energía, mientras Ayala estaba inmovilizado e indefenso por la gravedad de sus heridas.

  Los efectivos no lo sabían, pero se estaban enfrentando a un grupo comando conformado por 11 delincuentes profesionales que tenían bien planificado el golpe, aunque la presencia de Ayala, quién ocasionalmente pasaba por el lugar y notó que faltaba el agente de facción en la puerta del banco, sorprendió a los delincuentes al ocupar su lugar, ya que éstos habían pergeñado un ardid para alejar de la puerta del banco al agente de facción. Todo era un caos, y el enfrentamiento rabioso. El cabo Ortigoza, herido, cuerpo a tierra y apenas cubierto por un árbol, sentía repiquetear las balas de FAL, escopetas y pistolas a su alrededor, mientras cómo podía respondía con su arma reglamentaria y ya comenzando a escasearle la munición; desde el móvil 149 Selztzer y Ostatovichz, también heridos, acorralados en el mismo auto patrulla cuyo blindaje era vulnerado por las balas disparadas con FAL por los delincuentes, y que estaba siendo acribillado, respondían con sus armas. Pero el apoyo estaba en camino. 

  Cuando los delincuentes apenas vaciaron la línea de cajas del banco, sustrayendo 18.501 U$D y 24.660 $ solamente (para calcular el valor actual, un cabo 1° de PFA en esas fechas en mamo percibía un salario de unos 700 a 750 $), y a consecuencia del feroz enfrentamiento que se daba en la calle, no tienen otra opción más que emprender la huída, para lo cual tomaron como rehén a la señora Esther Bayo, de 78 años, que estaba allí para cobrar su jubilación, y a quien a punta de pistola en la cabeza de la mujer la usaron de escudo mientras abandonaban el banco.

  Cuando salen a la calle disparan sobre el indefenso e inmóvil cabo Ayala, que en total recibió 6 disparos (4 en la cabeza, 1 en un hombro y 1 en una rodilla), rematándolo, y disparando también sobre los otros policías que a la distancia resistían, abordan el rodado en el que habían llegado y, al mismo tiempo que los demás miembros de la banda que se desplazaban en los otros dos autos, se dan a la fuga, cubriendo su huida con fuego de armas automáticas, y sin que los tres policías supervivientes pudieran perseguirlos, ya que los tres habían sido alcanzados por las balas, y a su vez el móvil policial había sido acribillado y sus neumáticos reventados.

  El indiscriminado fuego de los delincuentes y la desesperada respuesta policial, generó verdadero pánico entre transeúntes, el tránsito del lugar, comercios e incluso el instituto de educación secundaria María Nazareth y la parroquia Sagrada Familia, sitos en ese lugar.

  Durante el tiroteo, un disparo hirió en el cuello a la señora Bayo, y otra bala impactó en el hombro de la señora Juana Ramos, también jubilada, que estaba a casi 50 metros del lugar y un comerciante había intentado protegerla ingresándola a su local, pero no pudiendo evitar que sea alcanzada por el fuego de los delincuentes. La primera debió ser internada en el hospital Tornú de Villa Ortuzar, en tanto Ramos fue atendida en el hospital Pirovano, cercano al lugar del hecho. Los tres policías heridos, todos del numerario de la comisaría 49a al igual que el ya fallecido Ayala, fueron trasladados e internados en el Complejo Médico Policial Churruca-Visca.

  Se montó un operativo cerrojo para tratar de dar con los asaltantes, pero estos evadieron el accionar policial, presumiblemente por contar con equipos de comunicación "plaquetados" para poder acceder a la frecuencia 25, codificada, del Comando Radioeléctrico de Policía Federal Argentina. No se descartaba que personal policial corrupto tomó parte del hecho, ya que Ayala pareció reconocer a uno o varios de los asaltantes, y por ello dudó en reaccionar, al no imaginar se trataba de un asalto a pesar de verlos armados al descender del rodado, incluso esa fue la razón por la cual también se presumió semejante saña con la cual fue rematado.

   A partir de ese momento tanto la comisaría 49a como la División Homicidios de PFA y el juez Héctor Yrimia, comenzaron a llevar adelante una compleja investigación, que llevó a algunas pistas falsas y otras no, pero que pronto comenzaron a dar sus frutos.

  El 7 de mayo de 1998 dos delincuentes, Mario Viola de 38 años de edad y Luis Zamorano de 30 años, fueron detenidos por tomar rehenes en Puerto Madero. Inmediatamente quedaron vinculados al crimen de Ayala por que una de las pistolas que les secuestraron a su banda en ese hecho había sido usada en el crimen del cabo de PFA. En ruedas de reconocimiento Viola fue señalado por un testigo; Zamorano fue identificado por dos testigos.

  También se investigaron varias pistas que apuntaban a Damián Bettiga, hermano del secuestrador Cristian Bettiga (preso por el secuestro del empresario Abraham Awada, y quien habría amenazado en su despacho al juez federal porteño Claudio Bonadío con matarlo, horas antes de que el magistrado matara a dos hombres al resistir un aparente intento de robo), quien fue reconocido por un policía. Otra pista se relacionó con el hecho que a la hora del crimen de Ayala, en la zona del banco hubo dos teléfonos celulares operando, y ambos pertenecían a la producción de un programa de TV donde participaba de panelista un policía bonaerense, fortaleciendo la hipótesis de la conexión con policías corruptos. El expediente judicial llegó a acumular 4.200 fojas antes de llegar al juicio oral. También una causa en manos del juez Néstor Jarazo barajó la hipótesis de la banda mixta entre delincuentes comunes y policías corruptos, ya que un suboficial de PFA declaró bajo reserva de identidad que tres de sus colegas (incluido un subcomisario) participaron del asalto, afirmando que parte de las armas usadas allí habían salido de la Escuela de Cadetes. También los testigos del robo indicaron que algunos ladrones parecían policías (aunque ello es habitual, ya que los delincuentes muchas veces proceden así y al sólo fin de generar desconcierto); mientras que otro suboficial pero de la Policía Bonaerense, también acusó a policías federales corruptos.

  Hacia el año 2002 la causa se derivó al Tribunal Oral en lo Criminal N° 20, pero que ante la evidencia que aún se sumaba, ordenó proseguir la investigación. En el año 2003 la Justicia condenó a prisión perpetua a dos de los delincuentes que asesinaron al cabo Ayala; Mario Viola y Damián Ariel Bettiga fueron condenados a reclusión perpetua, al ser hallados "coautores de robo agravado en concurso con homicidio agravado" del cabo Ernesto Jesús Ayala. La sentencia, que consta de 120 fojas, resaltó "la cruenta agresión sufrida por los agentes, el peligro corrido por el numeroso grupo de personas y el claro reparto funcional evidenciado por los malhechores, que huyeron tras sustraer cerca de 43 mil pesos de la entidad".

  Con respecto a los otros 9 integrantes de la banda que cometieron el crimen, bueno...

CABO PRIMERO ERNESTO JESÚS AYALA; ¡SALUDO UNO!!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario