Nuestra Señora de Malvinas

jueves, 26 de noviembre de 2020

La heroica actuación de los 700 españoles que defendieron Viena del asedio turco de 1529

 

En la obra «El sitio de Viena, 1529» (HRM Ediciones), el historiador Rubén Sáez Abad narra con tremendo detalle el esfuerzo militar que hizo la población de Viena y los Habsburgo para salvarse de un asedio que hubiera cambiado el mapa de Europa

César Cervera

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Actualizado:16/11/2020 10:43h

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Antes de Lepanto, los cristianos habían obtenido muy pocas alegrías en su pulso contra el imbatible Imperio otomano. La única estrategia posible hasta ese momento era defensiva y las escasas victorias se habían reducido a salvar ciudades e islas del saqueo. La victoria de Solimán I en la batalla de Mohács (1526) no solo supuso la casi destrucción de la Hungría cristiana, país que había frenado las acometidas turcas durante décadas, sino que dio vía libre a los musulmanes para entrar hasta el corazón de Europa.


En 1529, Solimán el Magnífico quiso poner la guinda a su racha de victorias, de Belgrado a Budapest, con la conquista de Viena, que en esas fechas se había atrevido a ganar terreno en Hungría. La ciudad de Habsburgo, gobernada por el hermano de Carlos V, el archiduque Fernando, debió enfrentarse con apenas 20.000 hombres a un ejército aproximado de 150.000 turcos y más de 300 cañones. En la obra «El sitio de Viena, 1529» (HRM Ediciones), el historiador Rubén Sáez Abad narra con tremendo detalle el esfuerzo militar que hizo la población de Viena y los Habsburgo para salvarse de un aguijonazo de tales proporciones.


Inferioridad numérica

El mando supremo de la defensa cayó sobre Pfalzgraf Philip, pero el alma moral del asedio fue el veterano Conde de Salm. Juntos ordenaron reforzar en poco tiempo las murallas, bastiones y rampas de acceso a una ciudad que, en esos años, estaba muy lejos del tamaño que habría de adquirir en los siguientes siglos.


Portada de «El sitio de Viena, 1529» (HRM Ediciones)

Portada de «El sitio de Viena, 1529» (HRM Ediciones)

«El grosor de las murallas era de tan solo seis pies de anchura, unas dimensiones idóneas para el tipo de guerra desarrollada en el periodo medieval pero que se antojaba insuficiente para contrarrestar la potencia de los cañones otomanos. Si 70 años antes las murallas de Constantinopla, con una potencia constructiva descomunal, no habían podido resistir el fuego turco, mucho menos se esperaba de los muros vieneses. También la empalizada exterior, levantada como defensa avanzada para proteger los muros por su parte delantera, era frágil y parecía insuficiente para proteger los muros», señala Sáez Abad.


La mayor parte de mujeres y niños fueron evacuados a tiempo de Viena y solo un pequeño grupo de habitantes del lugar formaron parte de la guardia cívica. A la población que decidió continuar en la urbe se le pidió que almacenara todas las provisiones posibles, arrancara los adoquines de las calles para que no rebotasen las balas turcas y ayudara en la defensa. En el interior de Viena se formó una ciudadela a modo de última posición en caso de que cayeran las murallas.


Carlos V, que en ese momento estaba entretenido intentando frenar el avance del corsario Barbarroja por Argel, Túnez y otros territorios del norte de África, organizó con los escasos medios a su alcance en ese momento un socorro a Viena. Un combate directo estaba fuera del alcance imperial con tan pocos soldados, por lo que el socorro terminó limitándose a colar efectivos cuando fue posible dentro de los muros. Francisco I de Francia, aliado de Solimán, también aprovechó la ocasión para atacar los territorios españoles de Italia y, con ello, frenar la posible respuesta de Carlos.


Esta infantería de élite se destacó en la defenda de la zona norte y evitó con fuego a discreción que los turcos se acomodaran en las vegas del Danubio

La Reina María de Hungría, también hermana de Carlos V, envió a Viena 1.000 lansquenetes alemanes (un tipo de mercenario muy valorado), encabezados por el veterano conde Niklas Salm, y 700 arcabuceros españoles. Los españoles estuvieron al mando del mariscal Luis de Ávalos, siendo capitanes Juan de Salinas, Jaime García de Guzmán, Jorge Manrique y Cristóbal de Aranda. Esta infantería de élite se destacó en la defenda de la zona norte y evitó con fuego a discreción que los turcos se acomodaran en las vegas del Danubio, cerca de las murallas, donde podrían haber abierto brecha con el espacio suficiente para trabajar. Los soldados de élite construyeron, además, empalizadas adicionales y fosos trampa que serían fundamentales a la larga.


Ilustración de unos jenízaros del siglo XVI y XVII.

Ilustración de unos jenízaros del siglo XVI y XVII.

Comienzan a sonar las bombas

El 21 de septiembre, la caballería ligera turca (los akinci) hicieron una primera exploración del terreno y se dedicaron a saquear los alrededores de Viena. Una vez rodeada la ciudad de decenas de miles de soldados turcos, dispuestos a cavar y cavar minas y trincheras, Solimán El Magnífico anunció que si la ciudad se rendía a todos sus pobladores les sería perdonada la vida una vez se convirtieran al Islam.


Su oferta fue desechada y los cañones otomanos empezaron a rugir tres días después. «En vista de la falta de resultados de los cañonazos contra las murallas, los dirigentes turcos decidieron arrojar el grueso de los proyectiles de su artillería contra los edificios ubicados dentro de la ciudad», narra Sáez Abad sobre la estrategia musulmana para erosionar la moral de la ciudad.


El joven Fernando I en 1521, por Hans Maler.

El joven Fernando I en 1521, por Hans Maler.

Los cristianos se defendieron del asedio por tierra, mar (el sultán logró formar una flota fluvial de 400 barcos) y aire lanzando salidas destinadas a entretener las obras enemigas y, de paso, mantener la moral alta. Luis de Ávalos encabezó en estos golpes de mano a los españoles, especializados en este tipo de maniobras tan flexibles como poco convencionales. No obstante, sería el General Invierno quien más esperanzas dio a Viena. La lluvia y el frío aparecieron en la zona por sorpresa, en torno al día de San Miguel, convirtiendo el campamento otomano en un barrizal inmundo.


Con la artillería en parte bloqueada por las inclemencias, el ejército otomano se enfrentó al reto de derrumbar las murallas vienesas a base de minas subterráneas y de brechas por las que lanzar asaltos masivos que sacaran rédito a su abrumadora mayoría numérica. Los soldados turcos cavaron minas en medio del fuego enemigo, y una de ellas abrió el día 11 de octubre una brecha de cierta entidad junto a las puertas Carintia y Stuben. En ese espacio minúsculo entraron varias columnas de jenízaros (las tropas de élite turcas) para enfrentarse a alemanes, vieneses y españoles, que en una formación cerrada no solo lograron mantener la posición, sino que neutralizaron a la flor y nata de las filas otomanas con muy pocas bajas.


Los soldados turcos cavaron minas en medio del fuego enemigo, y una de ellas abrió el día 11 de octubre una brecha de cierta entidad

Días después se produjo una nueva acometida, mina incluida, sobre esta misma brecha que terminó también en baño de sangre. Cuenta una leyenda muy conocida en Viena que dos oficiales, uno portugués y otro alemán, se encontraban resolviendo mediante duelo un asunto personal cuando se vieron en medio del ataque otomano. Ambos cristianos dejaron de pelear entre sí y se unieron para luchar contra los musulmanes. Uno de ellos perdió el brazo derecho y el otro el izquierdo, de modo que decidieron luchar pegados hasta que los enemigos acabaron con su vida. Su sacrificio y el de muchos más evitó que los otomanos avanzaran hacia las calles vienesas.


Las tropas del sultán contra los elementos

Pasaba ya un mes de un sitio que Solimán había imaginado fácil, cuando los mandos turcos recomendaron la retirada. Sin poder minar las murallas ni pisar las calles de la ciudad, la pérdida de decenas de miles de hombres en vano y la llegada del otoño obligó al sultán otomano a dar la orden de volver a casa. No obstante, el retorno de estas tropas desmoralizadas y agotadas hacia Constantinopla a través de caminos inundados por las lluvias otoñales resultó la segunda parte de la pesadilla. Se calcula que en la campaña perdieron la vida entre 30.000 y 80.000 turcos.


Solimán se resarció del fracaso quemando todo a su paso y reforzando su control sobre el sur de Hungría, que tardaría más de dos siglos en deshacerse del control musulmán.


Plano circular de Viena, tomando como centro la Catedral de San Esteban.

Plano circular de Viena, tomando como centro la Catedral de San Esteban.

Más allá del factor meteorológico (Solimán emprendió el asedio demasiado avanzada la temporada otoñal), Rubén Sáez Abad atribuye en su libro el éxito cristiano «al heroico comportamiento de la guarnición, que en todo momento estuvo a la altura de las circunstancias. En ningún momento perdió la compostura, conscientes de que ya nada quedaba tras ella y se encontraban defendiendo la capital imperial. [...] El resultado fue una de las más heroicas defensas protagonizadas por una plaza fuerte frente al mayor y más preparado ejército de la época».


Uno de esos bravos defensores, el Conde Salm, de 70 años, murió a consecuencia de las heridas producidas en uno de los últimos asaltos turcos. No vivió para conocer los siguientes episodios de la larga guerra entre el Sacro Imperio y la Sublime Puerta. La capital imperial siguió en primera línea de fuego y fue objeto de recurrentes asedios hasta el año 1683, cuando la ciudad rechazó definitivamente a los otomanos y los Habsburgo asumieron una estrategia claramente ofensiva.

(https://www.abc.es/historia/abci-heroica-actuacion-700-espanoles-defendieron-viena-asedio-turco-1529-202011160105_noticia.html?fbclid=IwAR1kMl81a-h5719t5SbTb88hqUqJ7XUoPMuSGYGqBIXnso3eSJ4z4Gx5FM4)

El gigantesco desastre militar de los ingleses en el Caribe español que no aparece en los libros de historia

 


Como en pasadas y futuras expediciones a América, la logística británica no supo adaptarse a las peculiaridades del terreno de Santo Domingo y se topó con otro Blas de Lezo empeñado en que el Imperio español resistiera a toda costa

César Cervera

César Cervera

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Actualizado:24/04/2020 12:33h

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El año borrado en el que los Tercios españoles de un Cardenal-Guerrero se plantaron a las puertas de París

Si como supone el relato nacionalista británico tras la Armada invencible Inglaterra asumió el tridente de los mares en detrimento de España, parece que el instrumento Neptuno le pesó en exceso. En 1625, ambos países sostuvieron una breve pero intensa guerra donde la monarquía de Felipe IV salió triunfante. Bajo el protectorado de Oliver Cromwell, años después, se vivió de nuevo una derrota en el Caribe de dimensiones dantescas. Ambos tropiezos británicos apenas ocupan unas líneas en la historiografía tradicional...


Mientras España entraba en una fase declinante de la Guerra de los 30 años, las dos potencias atlánticas chocaron de nuevo en un conflicto bélico a causa de la rivalidad comercial en tiempos de Cromwell. La acusación, tantas veces repetidas, de que el monopolio español era un foco de retraso para todo el globo, sirvió de detonante de la contienda. No deja de resultar paradójico que Inglaterra, que siempre justificó sus guerras y sus ataques piratas contra España en la necesidad de un comercio global, fuera en sus colonias enormemente restrictivo. Solo los navíos ingleses (ni escoceses ni irlandeses) podían atracar en los puertos americanos.


El plan mesiánico de Cromwell

Oliver Cromwell, el político y militar protestante que decapitó a Carlos I, inició en la segunda mitad del siglo XVII un verdadero proyecto de construcción naval. Como explica el historiador Esteban Mira Caballos en su libro «Las armadas del imperio» (La Esfera de los libros 2020), fue en ese momento y no antes cuando Inglaterra empezó a elevarse como «una potencia naval indiscutible». Hacia 1652 se estima que contaban ya con una escuadra de 180 barcos. España, por el contrario, vivió un momento de total fragilidad con asaltos, saqueos e incendios de más de 18 ciudades, cuatro villas y 35 aldeas entre 1655 y 1671.


Retrato Oliver Cromwell

Retrato Oliver Cromwell

Inmerso en varias guerras largas y penosa, Felipe IV se vio obligado a librar con Inglaterra en 1655 un conflicto que no deseaba y que sorprendió al embajador español en Londres, Alonso de Cárdenas, negociando una oferta de alianza que incluía incluso libertad de culto para los ingleses en España. El Rey Habsburgo pudo conformarse, al menos, con que la primera fase del Designio Occidental, el mesiánico plan de Cromwell para arrebatar a España su imperio americano, fracasó estrepitosamente.


Sin que mediara declaración previa por parte de los ingleses, Cromwell organizó una incursión en las Indias españolas. El 26 de diciembre de 1654 zarpó de Portsmouth en dirección al Caribe la Western Design una expedición compuesta por 18 navíos de guerra y veinte de transporte bajo el mando del almirante William Penn, con 2.500 soldados de infantería, con el objetivo de ocupar una o varias islas y apoderarse de la flota del tesoro española. En Barbados reclutaron a otros 5.000 hombres, que lejos de sumar fuerzas las restaron dada su indisciplina y la imposibilidad de alimentar tantas bocas.


Como en pasadas y futuras expediciones a América, la logística británica no supo adaptarse a las peculiaridades del terreno y del clima, de modo que se vieron expuesta a epidemias de toda clase. La inexperiencia, las enfermedades y el hambre fueron demasiado para un ejército que ya a su partida estaba mal equipada y peor alimentado, incluso había escasez de brandy. La mayor parte del reclutamiento lo realizó un cuñado de Cromwell, el mayor general John Disbowe, que reunió a golpe de tambores a gente inexperta de los barrios bajos de Londres, a los que se sumaron agricultores sin entrenamiento militar de las posesiones inglesas de Barbados y St. Kitts.


Tres días de marcha bajo un sol abrasador sobre un terreno seco y repleto de arenales no distrajo, en absoluto, a los españoles

La relación entre el almirante William Penn, encargado de la flota, y el general Robert Venables, a cargo del ejército, tampoco era la mejor posible. Cuando abrieron, a su llegada a las Antillas, las instrucciones secretas por las que se les ordenaba atacar Santo Domingo, cada uno planteó su propia estrategia y, al final, se asumió una mezcla de ambas con lo peor de cada una.


El 14 de abril de 1655, la escuadra tomó control de la costa sudoeste de Santo Domingo. Un pequeño destacamento desembarcó cerca de la ciudad, cuya defensa estaba encabezada por el gobernador Bernardino de Meneses, y el grueso de las fuerzas británicas, dirigido por Venables, lo hizo a 40 kilómetros con el objeto de distraer a los españoles y dividir sus fuerzas. Tres días de marcha bajo un sol abrasador sobre un terreno seco y repleto de arenales no distrajo, en absoluto, a los españoles. Más bien los fortaleció.


Jamaica, una presa menor

Apenas lograron reunirse ambos ejércitos, el 18 de abril, los ingleses sufrieron una primera emboscada. A pesar de que los españoles no pudieron juntar más que de un millar de soldados válidos, concentrados en la Ciudad Primada, Bernardino de Meneses supo jugar con la ventaja que le daba el terreno escarpado y planteó una resistencia valiéndose de zonas boscosas y de cuevas.


Los ingleses carecían de los conocimientos más básicos sobre la situación geográfica y las características de Santo Domingo. Se cuenta, entre el mito y la realidad, que el ruido provocado durante la noche por los cangrejos en las playas mantuvo en estado de tensión permanente a los ingleses, haciéndoles pensar que los españoles estaban desembarcando más tropas en la isla. Los soldados se pasaban las noches disparando hacia la oscuridad creyendo que la luminosidad de los insectos eran chispas de pedernal producidas por el enemigo.


Retrato de William Penn

Retrato de William Penn

El 25 de abril, 6.000 soldados se dirigieron al fin hacia la capital, siendo atacados por una caballería de 120 jinetes que les tendieron otra emboscada en un paso angosto. Al llegar frente a las murallas, una nueva acometida española provocaron el desplome definitivo de la disciplina inglesa. Las tropas españolas dirigidas por el gobernador Bernardino de Meneses, junto con los esclavos negros y mulatos, les acosaron en su retirada en lo que fue toda una lección sobre la guerra de guerrillas y en la que participó, al menos, una mujer, doña Juana de Sotomayor, que «constó haber peleado en la campaña vestida de hombre con armas».


La flota inglesa trató inútilmente de bombardear la ciudad durante el repliegue, pero finalmente el ejército volvió a embarcar de nuevo y se retiró del lugar a mediados de mayo dejando tras de sí a mil fallecidos y 200 prisioneros. Gran parte de los oficiales, entre ellos el comisionado de Cromwell, murieron durante la huida o en las semanas dormitando en barcos infectos de miseria. La marinería no dejó de burlarse de la actuación de los soldados de tierra, lo que a su vez aumentó la hostilidad entre William Penn y Robert Venables.


Unos pocos españoles siguieron viviendo en el interior de la isla como si tal cosa esperando una ayuda que, finalmente nunca llegó

Tras este revés convenientemente borrado de los libros de historia, la expedición marchó contra la vecina isla de Jamaica, que se defendió con una estrategia de tierra quemada. Los escasos defensores prefirieron así que los ingleses se adentrasen en el interior de la isla, cuya importancia económica era nula, y se desgastaran por el hambre. Unos pocos hispanos siguieron viviendo en el interior de la isla como si tal cosa esperando una ayuda que, finalmente nunca llegó. Los ingleses se quedaron con Jamaica más por aburrimiento y desidia española que por méritos propios.


Aún cuando se alcanzó una breve paz con los ingleses y se reconoció su posesión sobre Jamaica, el antiguo gobernador español, Cristóbal Sasi Arnoldo, trató de contraatacar sabiendo lo débil que era el control británico en la isla. No obstante, su pequeña fuera de invasión procedente de Cuba se estrelló con la resistencia del coronel Doyley y fue incapaz de darse la mano con los españoles del interior. Tampoco se pudo lograr en 1660, todavía con menos efectivos, de modo que los supervivientes del interior finalmente abandonaron sus puestos.


El colapso del imperio Habsburgo

Los mandos británicos, en abierta discordia, regresaron en 1655 a las Islas británicas cada uno por su lado, donde serían imputados por abandonar su puesto y enviados a la Torre de Londres. Solo el tiempo, y la propaganda, revalorizó lo que sonaba a una conquista mísera. Jamaica era una presa menor. Ese mismo verano, el almirante inglés Robert Blake mantuvo bloqueado con una armada de 28 navíos el estrecho de Gibraltar con la esperanza de pillar desprevenida a la Flota de Indias, que debía regresar a Cádiz. Advertida de la amenaza inglesa, la flota española invernó en el Caribe, obligando a Blake a regresar a Inglaterra sin haber establecido contacto con ella.


Aquel año se fueron de vacío las armas británicas.


El St. George de Robert Blake, en el ataque a Santa Cruz de Tenerife de 1657.

El St. George de Robert Blake, en el ataque a Santa Cruz de Tenerife de 1657.

A pesar del fracaso británico en 1655, el Duque de Medina Sidonia alertó a Felipe IV de lo precaria que era la posición del comercio atlántico: «No se puede creer que ingleses hayan de romper la fe pública y la paz que hay entre esta y aquella Corona, y así no hay que hacer prevención ninguna, sino enviar a levante los cuatro bajeles y patache y dar prisa al despacho de la flota». Y en efecto, un año después, la suerte sí favorecería a Blake en una de las escasas capturas que sufrió la Flota de Indias en toda su historia. Casi a la vista de Cádiz, Blake interceptó una primera flota que regresaba de Tierra Firme. Tomó la capitana y a un buque mercante, lo que le reportó un botín de dos millones de pesos.


La flota de Nueva España, que iba detrás, se refugió en las islas canarias ante el aviso de que Blake esperaba en Cádiz. No fue suficiente. La mayor parte de los barcos fueron destruidos, aunque al menos pudieron desembarcar en Santa Cruz de Tenerife la plata de sus bodegas.


En los siguientes años, la alianza de Cromwell con Francia colocó a España tanto en los Países Bajos como en El Caribe al borde del colapso. La batalla de las Dunas en junio de 1659 escenificó el momento más bajo de las armas de los Reyes Habsburgo.

(https://www.abc.es/historia/abci-gigantesco-desastre-militar-ingleses-caribe-espanol-no-aparece-libros-historia-202004240141_noticia.html?fbclid=IwAR2nVzubof68utEqt4eCK-DsA-niaXkk0i-NdYot82hcsmbxF5F7DsbEOyM)

miércoles, 25 de noviembre de 2020

La aplastante y olvidada victoria de España sobre Inglaterra que decidió el futuro de Argentina

 


La rendición de Beresford.

El 5 de julio de 1807, más de 30.000 británicos y 200 barcos lanzaron un ataque masivo, por catorce calles paralelas, contra Buenos Aires: era su plan para conquistar América. Los bonaerenses los vencieron de un modo fulminante e inverosímil. Es por eso que a día de hoy se habla español en el Cono Sur

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Hoy hace 212 años, bonito capicúa, de una de las más decisivas victorias españolas de la historia. Una con un alcance geoestratégico aún incalculable. Me estoy refiriendo a lo ocurrido en Buenos Aires el 5 de julio de 1807. Algo de la envergadura del enfrentamiento entre Blas de Lezo Vernon en 1741 en Cartagena de Indias, felizmente hoy recuperado para nuestra consciencia colectiva, o del choque entre María Pita Drake en 1589, que supera al archideformado fiasco de la Invencible del año anterior, y está siendo ya aceptado por la comunidad historiográfica internacional. ¿Pero de qué me habla usted? ¿Otra gran victoria española en Buenos Aires en 1807? Pues sí. Se lo cuento.

Inglaterra se pasó siglos soñando con quedarse con la América hispana, y sus ínfulas se dispararon tras el Tratado de Utrecht (1713). España hubo de ceder el asiento de negros y un navío de permiso, una limitada penetración comercial en América que sin embargo generó en Inglaterra grandes expectativas de negocio, pronto frustradas, lo que propiciaría la Burbuja de los mares del Sur, la crisis financiera o crack británico de 1720. En este contexto nacerá el panfleto anónimo Una propuesta para humillar a España, donde por vez primera, y más allá de minucias y navíos de permiso, se detalla un plan para la conquista total de la América española iniciándola por su parte más débil y propicia: el Cono Sur. A este plan se sucederán otros, y, tras sonados fiascos ingleses, como el mencionado de Cartagena de Indias, o la práctica expulsión del Nuevo Continente tras las acciones de Bernardo de Gálvez y la emancipación de los nacientes Estados unidos (1775-1783), Inglaterra encontrará su gran oportunidad a principios del siglo XIX. Una España ya en franca decadencia, y la victoria en Trafalgar, la animará a lanzar su envite final por las Indias. De este modo, expulsada de América del Norte, intentará quedarse, por las bravas, con la América del Sur. Su plan, hijo de planes anteriores, consistirá en un ataque combinado a ambos flancos del Cono Sur: contra Buenos Aires en el Atlántico, y contra Santiago de Chile en el Pacífico.

El 3 de febrero de 1807 cae la bien amurallada Montevideo tras tenaz resistencia, y una colosal fuerza se prepara entonces para marchar contra Buenos Aires. Más de 30.000 británicos, y más de 200 barcos (incluyendo navíos de guerra, transportes, y mercantes) se concentran ya en el Río de la Plata. España, estrangulada por Francia y noqueada por la apatía de su clase dirigente, no puede enviar un ejército para defenderla, y América parece ya perdida para siempre. Pero, al modo de lo que ocurrirá en la península con su levantamiento contra el francés, también se va a enfrentar en América contra el inglés, aunque esta sea una historia mucho menos conocida. Efectivamente, espoleada por un ataque pirático previo en busca de botín realizado el año anterior de 1806, Buenos Aires decide convertirse en un ejército para repeler la inminente ofensiva a gran escala. Los vecinos, ni cortos ni perezosos, se organizan en regimientos según sus regiones de origen y sus etnias. Así nacerán los regimientos de Patricios (nacidos en América), vascos, gallegos, catalanes, andaluces, cántabros, Pardos y Morenos… de toda América afluyen voluntarios, dinero, pólvora, pertrechos.

Portada del libro de Luis Gorrochategui dedicado al tema
Portada del libro de Luis Gorrochategui dedicado al tema - ABC

La gran batalla, lo dijimos, se desencadena el 5 de julio de 1807. Al amanecer suenan los 36 cañonazos de ordenanza y el ejército británico inicia su marcha por catorce calles paralelas de la geométrica Buenos Aires. Los esperan los vecinos con sus diferenciados y flamantes uniformes para impedirlo. Llevan meses haciendo instrucción militar, incluyendo prácticas de tiro, y se han apostado en las azoteas, bocacalles y plazas según minucioso plan. En su arrogancia, los británicos ni imaginan lo que les espera, pero la más épica y desesperada refriega por el control de América está a punto de empezar. Los milicianos se han distribuido en dos anillos defensivos concéntricos. El más pequeño protege la Plaza Mayor, la Fortaleza, Recova y calles adyacentes. En un obstáculo clásico, tiene barricadas, artillería, fusilería, y hasta se ha cavado un foso. El segundo es bien distinto. No ha sido diseñado para repeler sino para aniquilar, y en él espera el grueso del ejército rioplatense apostado en secreto en las azoteas cuadrangulares de las casas de Buenos Aires. Efectivamente, las calles de Buenos Aires son todas paralelas y se cortan en ángulos rectos, formando cuadrados casi iguales entre si. Las casas están hechas de ladrillo y, con vistas a la defensa, las paredes son gruesas, las ventanas tienen barras de hierro, las puertas fuertes cerrojos. Las azoteas son lisas, con un parapeto de dos pies de altura y troneras. Están intercomunicadas. Como dirá el teniente coronel británico Lancelot Holland.

Pero cuando los británicos se dirigen hacia el mar con la intención de rodear el primer anillo, el único de que son conscientes, son sorprendidos por la mayor emboscada jamás realizada por milicianos hispanos. La flor del ejército cae muerta o prisionera. A modo de ejemplo, tenemos el testimonio del teniente coronel Cadoganel enemigo apareció de repente en gran número en algunas ventanas, en la azotea de aquel edificio y desde las barracas del lado opuesto de la calle y desde el extremo de la misma. En un momento, la totalidad de la compañía de vanguardia de mi columna, y algunos artilleros y caballos fueron muertos o heridos...

«Rendición de Whitelock»
«Rendición de Whitelock»

John Whitelocke, comandante en jefe de la fuerza expedicionaria, y gobernador, con un sueldo adicional de 4.000 libras, de la nueva América británica, cuya conquista ya se ha dado como segura, se verá obligado a rubricar el más favorable de los armisticios que jamás otorgó Inglaterra. Pues, según sus palabras, Sudamérica jamás podrá pertenecer a los ingleses… la obstinación de todas las clases de los habitantes es increíble. Según la capitulación los británicos tienen 10 días para abandonar Buenos Aires y dos meses para evacuar el Plata. Antes de irse han de reparar las murallas de Montevideo, y los españoles les facilitarán su marcha. Para entender la magnitud del desastre, nada mejor que leer «The Times» del 14 de septiembre de 1807: El ataque sobre Buenos Aires ha fracasado y hace ya tiempo que no queda un solo soldado británico en la parte española de Sudamérica. Los detalles de este desastre, quizás el más grande que ha sufrido este país desde la guerra revolucionaria, [guerra de Independencia de los EEUU] fueron publicados ayer en un número extraordinario... El ataque de acuerdo al plan preestablecido, se llevó a cabo el 5 de julio, y los resultados fueron los previsibles. Las columnas se encontraron con una resistencia decidida. En cada calle, desde cada casa, la oposición fue tan resuelta y gallarda como se han dado pocos casos en la historia.

Y así Argentina, la eternamente plateada por su victoria inaugural contra Inglaterra, y los demás países hispanoamericanos, han tenido y siguen teniendo su ocasión de existir. Incluyendo la oportunidad de entender que la fragmentación de Hispanoamérica, fue sí, el plan B que Inglaterra pondría en marcha poco después para debilitar esa tierra indómita que no pudieron conquistar. Pero eso es otra historia.

Luis Gorrochategui Santos es autor de « Las derrotas inglesas en el Río de la Plata. Victoria decisiva en Buenos Aires» (Ediciones Salamina).

(https://www.abc.es/cultura/abci-aplastante-y-olvidada-victoria-espana-sobre-inglaterra-decidio-futuro-argentina-201907050116_noticia.html?fbclid=IwAR377EcODnCdh2gg-tJ6fPAwZvBO8gfXTKk_k2leBIPFWWt6wBH3FLpxyT0)

viernes, 20 de noviembre de 2020

Ramiro Ledesma Ramos y la Hispanidad

 


Miguel País, terrorista del ERP

 


El ejemplo del Combate de Obligado frente a las amenazas externas e internas a la Patria

 


El 20 de noviembre de 1845, una escuadra naval anglo-francesa, en claro y abierto desafío a la soberanía nacional y a la integridad territorial de la Confederación Argentina, comenzó a remontar, aguas arriba, el río Paraná. La respuesta del Ejército Argentino, bajo el mando del Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas, hizo frente a la incursión enemiga, tomando posiciones en el recodo del río Paraná conocido como “Vuelta de Obligado”. Allí, era paso ineludible para la flota pirata anglo-francesa que se dirigía a Corrientes. En las costas de ese recodo, el General Mansilla apostó sus principales baterías: la denominada Restaurador Rosas, mandada por Álvaro Alzogaray, la General Brown, por Eduardo Brown, hijo del almirante y la Manuelita, al mando de Juan Bautista Thorne. Eran servidas por unos ciento setenta artilleros, más otros sesenta de reserva; las baterías estaban guarnecidas por quinientos soldados de infantería del 2do Batallón de Patricios, al mando del coronel Ramón Rodríguez y otra cantidad similar de milicianos, con varios cañones, que ocupaban los espacios entre esas baterías. La reserva estaba constituida por seiscientos infantes y dos escuadrones de caballería al mando de José Cortina. Detrás de ellos, unos trescientos vecinos, reunidos voluntariamente y a último momento, para apoyar a las tropas venidas desde Buenos Aires. En la orilla del río se colocaron tres anclas a las que se asieron tres gruesas cadenas, que atravesaban el río hasta la orilla opuesta, sujetadas a un bergantín armado con seis cañones al mando de Thomas Craig. Las cadenas corrían sobre las proas, cubiertas y popas de veinticuatro buques desmantelados, hundidos y fondeados en línea. Con estos se propuso Mansilla señalar a los invasores y piratas anglo-franceses que el pasaje del río no era libre y que si querían continuar camino, debían combatir. A las 08.30 de la mañana del 20 de noviembre de 1845 dio inicio el Combate de Obligado –tal como pasaría a la Historia el enfrentamiento entre las fuerzas invasoras anglo-francesas y el Ejército Argentino-, el cual duró ocho horas; al finalizar, los invasores habían sufrido cientocincuenta bajas, en tanto que los argentinos, unos setecientos cincuenta, además de perder dieciocho cañones. La victoria alcanzada por los invasores piratas anglo-franceses fue pírrica, puesto que luego de la Vuelta de Obligado todos en la Confederación se pusieron al servicio de la Patria. En toda América y en Europa se consideró a Rosas como el único jefe americano que había resistido las violencias y agresiones de las dos mayores potencias mundiales de ese entonces. El Brigadier General y todos los patriotas que combatieron en Obligado, hicieron saber al mundo, con su heroica resistencia, que el honor de la Patria y su integridad territorial no están en juego y que si alguien pretende mancillarla, los argentinos patriotas darán sus vidas –como lo demostraron, por ejemplo, en la Gesta de Malvinas- para impedirlo. Como consecuencia del heroico accionar del Ejército Argentino, la Nación Argentina conmemora este día como el Día de la Soberanía Nacional.

         Ahora bien, al recordar a los Héroes de Obligado, no podemos dejar pasar por alto los gravísimos peligros que enfrenta nuestra Patria, asechada por enemigos externos –los ingleses usurpadores de Malvinas, entre los primeros-, pero sobre todo apuñalada impíamente por enemigos internos.

Podemos enumerar algunas de las amenazas internas que se encuadran en un verdadero atentado contra la Patria, por lo que sus promotores son plausibles de ser acusados del delito de traición a la Patria y sedición: el infame artículo 75 inciso 17 de la Constitución reformada –reformada al solo efecto de lograr la reelección de un presidente peronista, cuándo no-, que atenta gravemente contra la integridad territorial, al propiciar y promover la secesión territorial a favor de pseudo-originarios –los verdaderos originarios están integrados en la Nación Argentina y en su territorio-; la aparición de pseudo-mapuches, supuesto pueblo originario que nunca existió como tal, un plan perverso destinado a atentar contra el territorio nacional, orquestado desde Inglaterra; el accionar subversivo y apátrida de un delincuente como Juan Grabois, quien incita a la usurpación ilegítima de tierras, violentando groseramente el derecho natural y constitucional a la propiedad privada; la instalación -desde todo punto de vista ilegítima y sumamente peligrosa para los intereses de la Nación Argentina, por el peligro de colonización ideológica que conlleva- de una base militar del Partido Comunista Chino en la provincia de Neuquén; el abandono de una política de defensa contra potenciales agresores externos, por parte de una gran mayoría la clase política argentina, que ha dejado a la Nación Argentina prácticamente sin capacidad de respuesta frente a un agresor externo; la incomprensible e inaceptable ausencia de presupuesto para equipar, modernizar y renovar a las Fuerzas Armadas, indispensables –junto a la Iglesia Católica- para la vida e integridad de la Patria; el adoctrinamiento con ideologías subversivas y apátridas por parte de numerosas instituciones educativas, en todos los niveles de la Educación, pero sobre todo en la Educación Universitaria -incluyendo lamentablemente, en esta tarea subversiva contra los valores morales, espirituales occidentales y cristianos, a muchas universidades sedicentes católicas-; y como estos, muchos otros males invaden y carcomen las entrañas de nuestra Patria Argentina, como la ley del aborto, la ley de Educación Sexual Integral (ESI), la promoción desde el Estado de la ideología de género, destructora de la familia, etc. Dentro de los enemigos externos, como ya lo dijimos, los primeros a tener en cuenta son los piratas ingleses, que usurpan ilegítimamente y a la fuerza nuestras Islas Malvinas y por último, cualquier país que por alguna razón entre en conflicto con nuestra Patria.

Podemos decir, en conclusión, que los peligros que enfrenta nuestra amada Patria Argentina en estos turbulentos y atribulados momentos, son numerosísimos y mucho más graves que los que enfrentaron los Héroes de Obligado al combatir al enemigo anglo-francés. Que su valentía y heroicidad nos sirvan, como luminoso ejemplo, para dar la lucha contra los enemigos de Dios, del altar y de la Patria, una lucha que se libra ante todo en los planos cultural, moral y espiritual. Que Nuestro Señor Jesucristo, Dueño de la Nación Argentina, la Virgen Inmaculada de Luján, Patrona de Argentina, y el Ángel Custodio de Argentina, nos asistan en esta desigual batalla que entablamos contra “las potestades de los aires” y contra los enemigos externos e internos de Nuestra Patria.

jueves, 19 de noviembre de 2020

Te amo, España

 


Te amo, España, porque me diste el ser católico;

Te amo, España, porque gracias a ti no soy pagano ni infiel.

Te amo, España, porque me diste el habla, 

La lengua, la cultura y en el alma el ser español;

Te amo, España, porque eres mi Madre Patria

Y porque todo en ti huele a flores en primavera, a santidad, 

A rastro de la Divina Hermosura. 

Te amo, España, 

Porque me diste la lengua, pero ante todo 

Me diste el alma, porque me diste la religión católica; 

Te amo, España, porque gracias a ti no adoro las estrellas

Ni el sol ni doy culto a las montañas, sino que gracias a Ti

-gracias a los Conquistadores, a los Evangelizadores, a los Santos que de tu seno surgieron y vinieron a estas tierras-,

Doy culto y honro y adoro y amo al Dios Uno y Trino y a su Mesías,

El Cordero de Dios, Cristo Jesús, el Único Dios Verdadero a quien adorar,

En su única y verdadera Iglesia, la Iglesia Católica, 

La Iglesia de la Cruz y la espada.

Te amo, España, porque en los colores de mi Patria argentina están los colores

De la Inmaculada Concepción, de ti legados; 

Te amo, España, porque tu bandera roja y amarilla

Me abrasa el alma porque me hace acordar al Sagrado Corazón.

Te amo, España, porque eres mi Madre Patria

Y a la Madre se la debe amar porque nos dio la vida y el ser, 

Porque después de Dios, 

Se ama a la Patria y si no hay Dios a quien adorar,

No hay Patria ni familia a quien amar.

Te amo, España, después de Dios, con todo mi ser.

martes, 17 de noviembre de 2020

La idolatría a Perón y la militancia subversiva en el grupo apátrida "Montoneros" son incompatibles

 https://www.youtube.com/watch?v=to_1pTh0ukI&feature=share&fbclid=IwAR09Bucw8LIPyhWVPBr36pmdAVUgE18q-6rDbzssqqMxf0beHD6m4TW5rp4

Nuestra Señora de las Nieves Antárticas

 





La capilla más sur del mundo se encuentra sobre una base argentina en la Antártida y toma el nombre de Nuestra Señora de las Nieves Antárticas. Se trata de una iglesia católica permanente, situada en la base Argentina Belgrano II, excavada en medio del hielo en aquella zona donde las temperaturas alcanzan-50 o C. Se encuentra a 1,300 km del Polo Sur y se caracteriza por cuatro meses de noche polar y cuatro meses de día.

La violencia (apátrida) del fundamentalismo mapuche. Y el silencio de los traidores a la Patria


 

07.11.2020

Señor director:


  Hace unas pocas horas, las paredes de la iglesia “Nuestra Señora de Luján”, en pleno centro de El Bolsón, fueron ensuciadas intencionalmente con pintura de varios colores pero principalmente roja luego de la incursión de un grupo de personas encapuchadas que pretendían que la congregación franciscana intercediera ante el Obispado de San Isidro para evitar el desalojo de las tierras de Villa Mascardi, ocupadas por la comunidad mapuche Lafken Winkul Mapu.


  Las personas que llevaron adelante esta acción violenta se ensañaron con las imágenes religiosas y con una bandera argentina dando señales de odio hacia símbolos entrañables del pueblo argentino.


  El grupo de mapuches violentos pidieron que el sacerdote local intercediera ante el Obispado de San Isidro, dueño de uno de los lotes ocupados en Villa Mascardi. En ese momento, se estaba realizando en Bariloche una audiencia judicial por la apelación a la orden de desalojo dada la semana pasada.


  Las imágenes del acto de vandalismo en cualquier templo o iglesia duelen pero también indignan. Lo curioso de toda esta situación fue la pasividad de las autoridades que, informadas de la ocupación violenta del templo, poco y nada hicieron por impedir los destrozos realizados en el interior del mismo. Si esta acción vandálica quedase impune, no sería raro que vuelva a suceder en algún otro templo cristiano de la Patagonia. Es inadmisible que los lugares de culto puedan ser atacados salvajemente y que el Estado argentino, a través de sus organismos de seguridad y fuerzas policiales, no actúe diligentemente para prevenir y rechazar estas acciones premeditadas y hechas con total alevosía.


   Actos vandálicos, violencia desatada, ataques a lugares de culto, ocupaciones ilegales de tierras, asaltos a las propiedades privadas, impunidad y ausencia absoluta del Estado son un cóctel muy peligroso y difícil de administrar, que puede tener consecuencias muy graves. Cabe investigar y llegar a individualizar y castigar, con todo el peso de la ley, a los culpables de estos hechos vandálicos ocurridos en la iglesia católica de El Bolsón.


  Muchas gracias por su atención a mis palabras.


  Atentamente


Patricio Oschlies.


DNI 21.644.451.

sábado, 14 de noviembre de 2020

Argentina en guerra contra la subversión apátrida: muerte del Sargento de Policía Hernán Ramón Viran

 



Hernán Ramón Viran, de 42 años, era Sargento 1° de la Policía Bonaerense, estaba casado y era papá de 3 hijas, de 8, 14 y 17 años.

Virán iba en su auto a prestar servicio en la Seccional 2 de Morón, cuando fue emboscado y acorralado por terroristas montoneros que lo chocaron y rodearon entre varios autos, mientras una pareja que caminaba por la calle, lo acribilló y después lo remató con un "tiro de gracia".

Montoneros se atribuyó el crimen en Evita Montonera 1, página 46.

Era el 13 de Noviembre de 1974 y la familia Viran quedó destrozada... el dolor que sintieron ese día nunca se fue, por eso hoy acompañamos a su hija Mirta y a toda la familia Virán en la cercanía de un nuevo aniversario del asesinato de Hernán, reclamando por él Verdad, Justicia y Reparación!

Las Doce Invasiones Inglesas a Nuestra Patria Argentina


Fernando Javier Liebanes

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LAS DOCE INVASIONES INGLESAS 1. Introducción

Realmente poca gente conoce bien la Historia Argentina. Muchas son las causas de ello; cuestiones políticas, formas de dirigir la educación a determinados sectores, cipayismo y hasta algún tipo de corrupción, serian algunas de ellas.

Lo cierto es que nos enseñaron nuestra historia desde una concepción mitrista, algo así como una conformación de ideas comunes al modelo necesario de Nación, dejando de lado lo demás, como si no sirviera; en definitiva algo muy parcial.

A todos nos enseñaron de las dos invasiones inglesas a Buenos Aires, pero al resto se las olvidan, salvo rara excepción. En total tuvimos doce invasiones a nuestro territorio por parte de los ingleses y siempre con el mismo objetivo, someternos de forma colonial, comercial o militar. Puede que se me haya escapado alguna, pero de todas formas, sirve como cachetazo para la reflexión.

Debo aclarar que no soy historiador ni lo pretendo, tan solo me limito a los hechos que ya fueron investigados y registrados por prestigiosos entendidos.

2. Invasiones

1° Invasión – Año 1763

Inglaterra busco aliarse con Portugal, y lo hizo a través del tratado de Methuen, que le otorgaba la posibilidad de aprovisionarse en cualquier puerto Lusitano del mundo. A la vez que intensifico su mas antigua forma de comerciar: El Contrabando, en aquellos lugares donde les estaba vedado el comercio.

A comienzos de Enero de 1763, el 06 o el 07, se inicia el ataque a Colonia del Sacramento, pero fracasan. El Comandante ingles era John Mac Namara, y perece en el ataque.

Por Aquel entonces la zona era Gobernación de Buenos Aires y correspondía al Virreinato del Perú. Dicha Gobernación estaba encabezada por Don Pedro de Cevallos.

2° Invasión – Año 1765

John Byron llega al archipiélago Malvinense en Enero de 1765, y en la Isla Trinidad, que bautiza Saunders, establece un apostadero; luego funda Puerto Egmont en honor al primer Lord del Almirantazgo. A este puerto los españoles lo denominan Puerto de la Cruzada. Ante estos acontecimientos, España reacciona y por medio de una Real Cédula, incluye al archipiélago en la jurisdicción de la Gobernación de Buenos Aires. Los británicos reconocen la soberanía española, luego de reiterados reclamos. Pero no retiran a sus tropas, por lo cual hubo un choque armado favorable a España. También es cierto que para entonces, los franceses ya llevaban mas de un año de instalados en la bahía Anunciación, de la isla Soledad.

3° Invasión – Año 1769

El 10 de diciembre de 1769, el Capitán Antonio Hunt, comunica a Ruiz Puente, quien fuera Gobernador, que había ido a ocupar en nombre de su Majestad Británica, el archipiélago Malvinenese, estableciéndose nuevamente en Puerto Egmont. El por entonces Mayor General Juan Ignacio Madariaga, es enviado desde Buenos Aires, y obtiene la rendición el 1° de Julio de 1770.

4° Invasión – Año 1788

En 1788 los ingleses ocupan la Isla de los Estados.

En 1790 son expulsados de la Isla Grande de la Tierra del Fuego, y recién para 1791 lo son de la Isla de los Estados, por orden directa del Virrey Loreto.

Por entonces ya había sido firmado el tratado del Escorial (1790), por el cual se prohibía a los ingleses navegar y pescar a menos de 10 leguas de tierras españolas, y establecerse en ellas.

5° Invasión – Año 1806

En Abril de 1806 parte del Cabo de Buena Esperanza, una escuadra naval compuesta por cinco navíos de guerra e igual cantidad de buques de transporte, todos con bandera inglesa y a las ordenes del Comodoro Home Popham; las tropas que transportaban se encontraban al mando del Brigadier William Carr Beresford.

Antes de partir, los tres mas altos jefes de la expedición habían convenido en distribuir los tesoros, que sospechaban encontrar en Buenos Aires. Y que según las leyes navales inglesas, los caudales eran "Buena Presa" ; el convenio reservo al Mayor General David Baird, la cuota del jefe por haber autorizado la misión. En Junio de ese año confirman sus sospechas cerca de Montevideo, a través de un escocés llamado Russel, que viajaba como pasajero en una goleta de bandera portuguesa.

El 25 de Junio los ingleses desembarcan en Quilmes, y ocupan la ciudad de Buenos Aires con poca resistencia. Se establecen los términos de la capitulación, en los cuales los británicos exigen la entrega de los caudales reales; pero estos habían sido enviados a Luján por orden del Virrey.

El 05 de Julio el tesoro esta en Buenos Aires, y doce días mas tarde la fragata Narcissus zarpa hacia la Gran Bretaña con su valiosa carga. El 12 de Septiembre llega el tesoro a Portsmouth, y en ocho enormes carros (c/u llevando 5 toneladas de pesos plata), parte hacia Londres, donde es recibido con un enorme jubilo, y es depositado en el Banco de Inglaterra para su posterior distribución. Lo que los ingleses no se imaginaban en esos momentos, era que Buenos Aires había sido reconquistada un mes atrás. Esta acción había sido llevada a cabo por el entonces Capitán de Navío Don Santiago de Liniers. Recién en 1808 los ingleses pudieron repartirse el botín, y después de que un fallo de las autoridades inglesas acordara las sumas correspondientes a cada uno.

Siendo un total de 296.187 libras, 3 chelines y 2 peniques; que se repartieron entre 2841 participantes de la invasión a Buenos Aires (1235 del Ejercito y 1606 de la Marina).

El Mayor General David Baird recibió 35.985 libras; el Brigadier William Carr Beresford 11.995 libras; y el resto se distribuyo aproximadamente en 7.000 libras para los Jefes Superiores de tierra y mar, 750 para los Capitanes, 500 para los Tenientes, 170 para los Suboficiales y 30 libras para cada Soldado o Marinero.

6° Invasión – Año 1807

Los ingleses, anoticiados de la captura de Buenos Aires en 1806, organizan y envían un contingente militar de refuerzo, sin saber que la invasión del año anterior termino en un fracaso militar; lo que hizo que esta fuera una nueva y con intentos de lavar la imagen de la corona.

La población de Buenos Aires se entera de la presencia cercana de una importante flota inglesa, al ser invadidas las ciudades de Montevideo y Colonia.

Para fin de Junio de 1807 los ingleses tiran anclas en la Ensenada de Barragán, y el 1° de Julio comienzan a movilizarse hacia la Capital.

Los criollos intentan frenar el avance, pero son derrotados. Sin embargo, y a pesar de la angustiosa situación, los vecinos de Buenos Aires se organizan para la defensa.

Poco tiene hoy de cierto la famosa "aceite hirviendo" , pues era un articulo bastante caro por esos tiempos. Lo cierto es que los habitantes de la Buenos Aires colonial, hombres y mujeres, combatieron con sobradas muestras de valentía y decisión. El 07 de Julio de 1807, el Comandante en Jefe de las tropas Inglesas, General Juan Whitelocke, decidió firmar el tratado que ponía fin a la lucha en el Río de la Plata.

Principalmente luego de estas dos invasiones (1806 y 1807), se incrementaron los propósitos para la emancipación. Hecho que los británicos apoyaron, pues pretendían que Buenos Aires fuese un protectorado de ellos, para así poder comerciar libremente; tanto fue, que hasta prometieron su apoyo a todo intento emancipatorio del Reino de España.

7° Invasión – Año 1833

Para 1825 los ingleses continuaban haciendo de las suyas; el 02 de Febrero de ese año se firma un tratado de amistad, comercio y navegación, entre las Provincias Unidas del Río de la Plata y la Gran Bretaña. A través de este tratado éramos reconocidos como Nación independiente; y también establecía reciproca libertad de comercio, disminución de los derechos de importación y eximisión de tasas portuarias para ambas partes; libertad de conciencia para los súbditos ingleses que residían en nuestro territorio, y la abolición total de esclavos.

Realmente extraño o cipayo fue este tratado, pues la esclavitud había sido abolida en la Asamblea de 1813 y fue tan solo algo deseoso, pues al poco tiempo se firmo un decreto especial que le permitía a los ingleses continuar con la esclavitud y por otro lado, ni siquiera contábamos con barcos para poder efectuar ese libre comercio. Pese al reconocimiento como Nación soberana, el 02 de Enero de 1833, los ingleses ocupan el Puerto de Soledad, en las Islas Malvinas, a través del Capitán John Onslow.

Territorio que por el tratado de Tordesillas, correspondía a el Reino de España, y que luego por la cesión de tierras, al ser reconocida nuestra independencia, nos pasaron a pertenecer.

8° Invasión – Año 1845

Gran Bretaña, lejos de abandonar sus apetencias comerciales en América del Sur, resuelve en 1840, exigir la libre navegación de los ríos interiores argentinos para sus buques mercantes. Esto era para poder llegar a puertos como Asunción o Rosario. Para entonces se encontraba Rosas en el poder, quien sistemáticamente les negó el pedido; ante esta posición y a otras circunstancias, los ingleses y franceses, declararon el bloqueo al Puerto de Buenos Aires.

Sus objetivos eran los de obtener la libre navegación de los ríos Paraná, Uruguay y Paraguay; y el ponerse en contacto de una manera mas cómoda, con la gente de Corrientes, ya que se encontraban envueltos en una guerra contra Rosas. Enterado de esto, Rosas, mando a fortificar el paraje conocido como Vuelta de Obligado, al norte de la provincia de Buenos Aires. Varias embarcaciones unidas con cadenas, les cortarían el paso a la escuadra Anglo – Francesa, a la vez que cuatro baterías de cañones, defenderían la posición.

El 20 de Noviembre de 1845 tuvo lugar el combate. No fue una victoria, pero se les demostró a los gringos que no seria fácil efectuar lo que pretendían. Finalmente el 15 de Julio de 1847, Inglaterra levanto el bloqueo, y Francia dispuso similar medida un año después.

9° y 10° Invasión – Años 1908 y 1917

En esos años la Gran Bretaña dispuso a través de dos cartas patentes, el pescar bajo su permiso y supervisión; no solo en las aguas de las Islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur, sino que también en gran parte de nuestro litoral continental patagónico, llegando incluso a querer ejercer sus pretensiones sobre territorios continentales.

Salta a las claras las oscuras intenciones inglesas de no dejar de lado sus pretensiones de expansión colonial, utilizando en estas veces, el comercio como arma.

Observando un simple mapa, se comprueba el pretendido robo ingles, ya que se arrogaban como suyas las tierras y aguas al sur del paralelo 50°, y entre los meridianos 80° y 20° de longitud oeste.

Ciertamente, todo quedo sin efecto por esos años, merced a las gestiones diplomáticas. Pero también es cierto que la invasión existió en los papeles.

11° Invasión – Año 1970

Esta fue una suerte de invasión comercial a gran escala, y con funcionarios públicos argentinos, evidentemente inclinados hacia los invasores. Al menos uno de estos funcionarios, ocupo un puesto relevante durante la gestión gubernamental del Doctor Raúl R. Alfonsín.

En 1968 la firma inglesa DELTEC INTERNACIONAL y el KING RANCH, de origen estadounidense, se asocian y forman la DELTEC PANAMERICANA.

El King Ranch, llego a poseer en Venado Tuerto (Santa Fe) unas 35.000 hectáreas y en el sur de Brasil algo similar; estimándose que en 1970 ya había alcanzado un rebaño de vacunos de unas 200.000 cabezas, entre los dos países.

El asunto era adquirir la mayor cantidad de tierras en nuestra Pampa Húmeda, en el Uruguay y en el sur de Brasil; que daban como 1.400.000 Km² y un rebaño bovino de 140.000.000 de cabezas; cifra que superaba en tres veces a las existencias de Europa Occidental o de Estados Unidos, según una estadística de 1970, hecha por el Ministerio de Agricultura de Washington. Deltec Internacional era desde el año 1900, el único comprador y distribuidor de la carne argentina, a través de sus frigoríficos (testaferrados) Swift, La Blanca, Armour, y La Negra; pero la cadena de frigoríficos entre Brasil, Uruguay y Argentina llegaban a veinticinco, de los cuales diez aun subsisten, sobre todo en Brasil.

Los puertos de embarque eran siete, Bahía Blanca, Buenos Aires, La Plata, Montevideo, Paranaguá, Santos y Río Grande. En pocas palabras, el King Ranch criaba y Deltec procesaba.

Un Juez, el Doctor Salvador María Lozada, puso todo sobre la mesa, cuando en 1970 le decreto la quiebra al frigorífico Swift, por una evasión fiscal de 25.000.000 de dólares.

Hasta se refloto la vieja investigación de Lisandro de la Torre, quien enjuicio a varios funcionarios del gobierno del General Justo, entre los que estaban el Gerente del Banco Central (Raúl Prebisch) y el Director de Réditos (Enrique Malacorto), y el propio Ministro de Hacienda (Federico Pinedo), hay que destacar que fue para 1935.

Pero hacia fines de 1950, Federico Pinedo volvió a tener las riendas de la economía del país; Raúl Prebisch fue asesor de los gobiernos de Aramburu (1955) y de Alfonsín (1984); en tanto Enrique Malacorto fue el Vicepresidente del Banco Central, cuando el General Ongania estaba en el gobierno y se investigaba la evasión de divisas de Swift. Los pedidos que por entonces se le enviaban al Banco Central, solicitando informes para dilucidar la verdad acerca de la evasión, mismos que enviaba el General Ongania, se demoraban mas de la cuenta. Otra razón mas, había aparte de Malacorto, el Ministro de Economía era Adalbert Krieger Vasena, y de el dependía el Banco Central. Y en 1969, Vasena deja su puesto y ocupa la Gerencia Regional para el Area de Latinoamérica de Deltec Internacional.

Lo que hizo el Juez Losada no fue aislado, la Fuerza Aérea Argentina se opuso para que el Estado Argentino le vendiera al King Ranch, unas 80.000 hectáreas en la zona de las Islas Lechiguanas, en la Mesopotamia. Las dos acciones hicieron que el gigantesco monopolio ganadero no continuara avanzando.

Tan enorme era el poder de Deltec que en el juicio por quiebra que llevo adelante el Doctor Lozada, se pudo comprobar que en los balances de 1966, la empresa había tenido una ganancia de 2.800 millones de dólares por la venta de carnes en el mercado internacional. Para entonces la balanza comercial argentina dio un superávit de 1.593 millones de dólares en comercio exterior; es decir que el de esta empresa casi duplicaba al de nuestro país.

Era realmente un gigantesco robo lo que se le hacia a la Argentina. Hasta 1970, la carne que se vendía a Inglaterra, era sin precio fijo. La carne era subastada en Londres entre las 7.000 carnicerías de todo el país (3.700 era de Deltec) de manera tal que los precios era ajustados a sus intereses. Los fletes hacia Inglaterra, también quedaban en poder de ellos, pues se hacían en sus propios buques; los seguros se efectuaban a través del Lloyds, es decir a través de ellos. Y lo mas increíble de todo esto, es que hasta del flete interno en Inglaterra se hacia cargo Argentina.

Por entonces la tonelada de carne costaba unos 400 dólares, y a la Argentina solo retornaban 180 dólares.

Como hecho anecdótico se recuerda la veda de vientres de 1970 en nuestro país. Por la cual, para no sacrificar ganado joven, se importo carne de Finlandia, una 80.000 toneladas. Lo absurdo era que esa carne, era argentina, que Deltec había vendido a Finlandia. Por esa misma carne, Argentina había obtenido 180 dólares y ahora la compraba a 400 dólares la tonelada. Pero esto por mas cruel que sea, no deja de ser anecdótico, a pesar de todo.

Para tanto eran las apetencias de este poderoso imperio, que en Londres la revista "International Manager" , en uno de sus números de Octubre de 1970, publico una circular que Deltec dirigió a sus Gerentes de Ultramar, y en la cual se describe de una manera clara y precisa el accionar inescrupuloso y hasta desafiante que tenían.Dice así:"Probablemente no sea sabio enviar afuera a un Gerente con sentido moral muy firme. En muchas situaciones tendrá que buscar compromisos. En ciertos países, por ejemplo, no se pueden adelantar negocios sin comprar algunos funcionarios públicos. El Gerente que no este dispuesto a proceder así, bajo ninguna circunstancia debe ir a países donde esa es la costumbre. El Gerente ha de plegarse a las convicciones del país donde esta y en muchos el soborno no es un pecado. En algunos países hay miembros del gobierno que lo toman como una especie de recompensa en su carrera, que puede ser muy corta."

Me parece que las ideas de hace unos cuantos siglos atrás, que tenia la corona Británica, pasaron de una manera sencilla a sus súbditos, y llegaron hasta nuestros días sin mayores tropiezos.

12° Invasión – Año 1982

Tal vez 1982 sea el año que mas este presente, por estos temas, en la memoria de muchos. Para realizar esta nueva invasión, los ingleses nos llevaron a la guerra. Y como toda guerra, estuvo plagada de miserias humanas; por ella se mintió y se miente, o de ultima no se dice todo lo que se sabe. Circunstancias que llevaron a que gran parte de la sociedad argentina, pusiera el tema en el cajón de la vergüenza.

Quizás 1982 sea recordado mas por la histórica recuperación de las Islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur del 02 de Abril, y por la guerra subsiguiente, que por la invasión inglesa.

No es que este mal o bien, solo se que hay que recordar que parte de nuestro territorio se encuentra ocupado por otra Nación. La cual no cede un palmo ante nuestros reclamos; que solo busca su conveniencia y que en definitiva es nuestra enemiga de ayer, de hoy y hasta la de siempre, si no nos acordamos de ser argentinos.

Podría desarrollar mucho aquí, pero soy parte involucrada, un Veterano de esta mal conocida "Guerra de Malvinas", y en consecuencia seria parcial. Me movería el apasionamiento por el tema, y no es lo que pretendo; además ya hay muchos libros, revistas, videos y demás yerbas que dicen ser o tener la pura verdad de lo acontecido, y en realidad solo muestran mas de lo mismo por distinto autor. Así que tan solo voy a relatar algunos hechos, quizás conocidos por pocos, pero que bien valen la pena que se conozcan, pero será en un Capitulo aparte.

Por allí escuche a Cortez que cantaba: 

"El tiempo ira trayendo la amnesia inexorable. Habrá muchas condenas y pocos responsables. Dirán que fue preciso, dirán que inevitable. Y al final como siempre, será Dios el culpable."

Cuanta razón tiene este hombre, la hipocresía esta en el orden del día.

No se puede cambiar el curso de la historia a base de cambiar los retratos colgados en la pared. Jawahartal Nehru

1889 – 1964

Fraternalmente en Cristo desde Misiones

Fernando Javier Liébanes

(https://www.facebook.com/daniel.giaquinta/posts/3661058963933484)