Nuestra Señora de Malvinas

lunes, 25 de noviembre de 2013

Un Nuevo Combate de Obligado


         ¿Cuál es el significado del Combate de Obligado? ¿Por qué se elige a esta batalla como símbolo de la Soberanía Nacional? ¿Qué relación tiene este hecho con nosotros, argentinos del siglo XXI? Trataremos de responder a estas preguntas mediante la siguiente reflexión.
         Ante todo, debemos decir que el Combate de Obligado representa el paradigma de la lucha de los patriotas que dan sus vidas por la defensa de la Patria y su soberanía nacional porque lo que defendían los Patriotas de Obligado no era un paso de un río, sino a la Patria misma, porque estaba en juego su soberanía. La soberanía de una Nación es la autonomía de esa Nación no solo en sus asuntos terrenos, sino ante todo en relación a su destino de trascendencia eterna y esto es lo que fundamenta el hecho de que la soberanía no puede nunca resignarse ante poderes extra-nacionales o supra-nacionales, porque resignarla implica de modo automático la pérdida de la libertad de la Nación y la conversión en un pueblo de esclavos. Al perder la soberanía, una Nación deja de guiarse autonómamente para ser guiada por otra nación cuyos intereses son contrarios a los propios, además de implicar un riesgo seguro de muerte, porque la Nación esclavizante se apodera de los recursos vitales de la Nación esclavizada, condenándola a una muerte segura (esto, sin considerar además la humillación que significa el ser dominados por otros pueblos).
         Es por esto que el Combate de Obligado representa el modelo paradigmático de la lucha de una Nación por su libertad y su dignidad, porque combatir al agresor extranjero, tal como lo hicieron los Patriotas de Obligado al luchar contra el invasor anglo-francés, significa no solo la oposición a un destino seguro de esclavitud y muerte, sino ante todo, significa la elección de un destino trascendente, en la eternidad, al cual se llega sólo guiados por la Verdad Encarnada, Jesucristo, porque la sumisión al extranjero que trae esclavitud y muerte es un error, mientras que la lucha por liberarse de él y dirigirse libremente al destino de eternidad, es una verdad que, como toda verdad, participa de la Cristo, Camino, Verdad y Vida (Jn 14, 6).
         En otras palabras, si los Patriotas de Obligado se hubieran rendido sin combatir, permitiendo el paso del invasor anglo-francés, hubieran cometido un doble error: desde el punto de vista natural, porque estarían entregando la soberanía y los recursos vitales de la Nación, hecho que conduce a la muerte y contraría el instinto de supervivencia; desde el punto de vista sobrenatural también habrían cometido un error, porque la entrega sin lucha de la Patria a sus enemigos, contraría el deber del cristiano de defender la Patria ante una amenaza mortal. Si no hubieran combatido, los Patriotas de Obligado habrían cometido un doble error, y todo error es contrario a la verdad y la verdad, cualquiera sea, es una participación a la Verdad Encarnada, Jesucristo, que es el Único que nos hace libres -"la Verdad os hará libres" (Jn 8, 31-36)-, mientras que el error esclaviza. 
        Dicho de otra manera, el hecho de luchar contra el agresor e invasor de la Patria, como lo hicieron los Patriotas de Obligado, implica la determinación interior de ser guiados por la luz de la Verdad de Cristo -Verdad que nos libera y que por esto mismo nos quiere libres y no esclavos-, lo cual implica a su vez aceptar libremente el destino de eternidad al cual Cristo nos quiere conducir, tanto individual como colectivamente, es decir, como Nación, puesto que “Dios quiere que todos se salven” (1 Tim 2, 3-4).
         Lejos de pertenecer al pasado, el ejemplo de los Patriotas de Obligado es válido para nosotros, argentinos del siglo XXI, puesto que hoy acechan a la Patria numerosos enemigos que pretenden invadirla y profanarla, esclavizando a la Nación. No se trata de una invasión física y con armas de fuego, como en el pasado, sino de una invasión cultural y religiosa, mucho más insidiosa y peligrosa y mucho más difícil de combatir, porque lo que busca esta nueva invasión es anular la soberanía económica, cultural, política, de la Nación para integrar a nuestra Patria, así devastada, al globalismo del Nuevo Orden Mundial, globalismo en el que se pretenden unificar los gobiernos, las economías y las religiones en un engendro sincretista, neo-pagano y anti-cristiano.1
         La conmemoración del Combate de Obligado no puede quedar en el mero recuerdo nostálgico; por el contrario, dados los peligros mortales que acechan a nuestra Patria -peligros que, como dijimos, son de orden cultural y religioso-, el ejemplo de los Patriotas de Obligado debe conducirnos a la determinación de luchar, con las armas espirituales a nuestro alcance –oración, Santo Rosario, Misa, penitencia, sacramentos, misericordia-, contra el moderno  invasor globalista, que pretende arrebatarnos lo más valioso que tenemos como Nación y es nuestra Santa Religión Católica, Apostólica y Romana.

domingo, 18 de agosto de 2013

El General Don José de San Martín y las enseñanzas que nos dejó a los argentinos


         Los habitantes de una nación tienen el deber de no solo conocer su historia, sino de contemplar e imitar las virtudes humanas de los próceres que les dieron origen. La Patria es un don divino y como tal debe ser respetada y amada, y una forma de demostrar ese respeto y amor, es considerando y reflexionando acerca de sus orígenes y también sobre la vida y virtudes de aquellos a quienes la Divina Providencia puso en el origen y nacimiento de la patria, quienes son llamados por este motivo “padres de la patria”.
En el caso de la Nación Argentina, Dios puso, para nuestro orgullo nacional, a un hombre ejemplar, el General Don José de San Martín, en quien brillaron grandes virtudes humanas. Esto no significa que deba ser considerado como un “superhombre”, o como un “santo”, puesto que los superhombres no existen, y los santos son solo aquellos a quienes la Santa Madre Iglesia declara que están ya en los cielos. El General San Martín no fue un superhombre, y si fue un santo, lo sabremos cuando la Iglesia lo eleve a los altares. Mientras tanto, nuestra mirada sobre él debe ser equilibrada, sin exagerar pero tampoco sin disminuir sus cualidades y virtudes, además de señalar, si es que los hubiere, sus defectos, porque la grandeza de un hombre no estriba en no tener defectos, sino en vencerse a sí mismo, con la ayuda de la gracia de Dios, para superarlos.
Dicho esto, podemos considerar entonces los múltiples ejemplos que la vida del General San Martín nos brinda a los argentinos, todos ellos ejemplos de superación personal y de heroicidad de virtudes. Pero hay uno, de entre todos, que se destaca, y es el Cruce de la Cordillera, la gesta heroica por la cual liberó a medió continente, considerada como una de las más grandes hazañas militares; a esta hazaña se le agrega su profunda humildad, porque cuando quisieron premiarlo en el Perú, nombrándolo Jefe supremo de esa nación, declinó el halago, sabedor de que los honores mundanos son efímeros y que lo único que importa es salvar el alma.
Sin embargo, hay algo que es todavía más ejemplar en el General Don José de San Martín, y es el momento de su muerte: según los historiadores, murió con sus manos entrelazadas a un crucifijo, colocado en su pecho. Con esta muerte –aferrado a Cristo Jesús-, el General San Martín nos enseña a los argentinos que hay otro Gran Cruce que debemos emprender, y no se trata de una cadena montañosa, sino el paso de esta vida a la otra, guiados no por un general humano, un hombre, sino por el Hombre-Dios, Jesucristo, que lleva consigo el victorioso estandarte ensangrentado de la Cruz; paso que nos conduce a la vida eterna, vida en la cual recibiremos, del Gran Libertador y Salvador de la humanidad, Cristo Jesús, nuestra verdadera y definitiva libertad, la libertad de los hijos de Dios, y en donde recibiremos no premios humanos, sino el premio merecido por los méritos de Cristo, que se aplican a quien muere en gracia, premio por el cual es nombrado, por el mismo Dios Trino, Heredero del Reino de los cielos.

La vida y la muerte del General San Martín nos dejan, a los argentinos, grandes enseñanzas.

lunes, 8 de julio de 2013

El Crucifijo y el Día de la Independencia Nacional

         Decía Marco Tulio Cicerón: “Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla”, y Marcelino Menéndez Pelayo: “Pueblo que no sabe su historia es pueblo condenado a irrevocable muerte...”. El olvido y el desconocimiento de la propia historia es, según estos pensadores, sinónimo de fracaso y de muerte para un pueblo. Basados en estos pensamientos, nosotros podríamos parafrasear y decir: “El pueblo que falsifica o reinventa la historia según la ideología de turno, es un pueblo destinado a morir”. Agregamos así una causa más de muerte para un pueblo: la falsificación y la reinvención de la historia según la ideología de turno.
         Para no caer en esta situación, es conveniente entonces, como argentinos y católicos, recordar la historia, tal como fue, para no olvidarla, para no desconocerla, para no falsificarla y para no reinventarla, de modo que los hechos del pasado, contemplados en el presente, iluminen el futuro.
         Es esto lo que tenemos que hacer con el 9 de Julio, Día de nuestra Independencia Nacional, si no queremos ser parte de aquellos pueblos que perdieron el rumbo por olvidar o reinventar su historia.
         Una señal precisa, mediante la cual podemos desentrañar la esencia del 9 de Julio, es el crucifijo que presidió la Sala de la Firma de la Independencia en la Casa Histórica. Desde ese momento, la imagen de Nuestro Señor en la Cruz fue llamada “Cristo de los Congresales”.
         No era un hecho casual, ni una coincidencia, ni un descuido, la presencia del crucifijo: los Congresales, en su totalidad, profesaban la fe Católica, Apostólica, Romana, y querían que la Patria Naciente fuera alumbrada a la luz de la Cruz de Cristo, y por este motivo la imagen de Nuestro Señor en la Cruz presidió la Firma de la Independencia. Con toda razón podemos decir, entonces, que Nuestra Patria nació iluminada por los rayos de un Sol infinitamente más luminoso y radiante que el astro sol, y es Nuestro Señor Jesucristo, porque uno de sus Nombres es el de “Sol de justicia”; con toda razón podemos decir que nuestra Patria nació bañada en la Sangre del Redentor, porque nació al pie de la cruz, y quien se coloca al pie de la cruz, es bañado y teñido por la Sangre que brota de las llagas del Cordero de Dios crucificado; con toda razón podemos decir que nuestra Patria tiene a la Cruz como su origen y su fin, porque el Hombre-Dios que en la Cruz está, es Dios eterno, el alfa y el omega, el Principio y el Fin de todas las cosas, de todos los seres y de todo el universo, visible e invisible, y si nuestra Patria tiene en la Cruz su principio y su fin, nacimiento y su destino eterno, también tiene en la cruz su camino hacia la eternidad, y por eso todo en ella, para ser verdadero, debe llevar el sacrosanto signo de la Cruz; con toda razón podemos decir que nuestra Patria nació mariana, porque si nació al pie de la Cruz, allí se encuentra la Virgen, porque donde está el Hijo está la Madre, y si el Hijo está en la Cruz, la Madre está al pie de la Cruz. Y como prueba de que la Nación Argentina nacía de su Hijo, una vez nacida la Patria, fue la Virgen quien la arropó y acunó entre sus brazos, envolviéndola en su manto celeste y blanco, y ese es el motivo por el cual nuestra Bandera Nacional lleva los mismos colores del Manto de la Inmaculada Concepción.  
         No olvidemos la historia; no olvidemos al Cristo de los Congresales; no olvidemos el glorioso nacimiento de nuestra Patria, al pie de la Cruz y arropada en el Manto de la Virgen; no olvidemos que nada sucede por casualidad, sino que es Dios quien, en su Santísima Voluntad, fue quien dispuso nuestra Independencia, tal como lo sostiene el Padre Castañeda, testigo presencial de los hechos de Mayo, inicio de la Soberanía Nacional: “Por nuestra parte, nada bueno hemos hecho, y ni siquiera el 25 de Mayo (y por lo tanto, el 9 de Julio, N. del R.) es obra nuestra, sino obra de Dios”; no falsifiquemos la Historia nacional, poniendo otros fundamentos que no sea Cristo, crucificado y resucitado.

         Si queremos saber cómo es la Historia real de nuestra Patria, no la historia olvidada, ni desconocida, ni falsificada ni reinventada, contemplemos el misterio del Cristo de los Congresales; si queremos saber cómo fue nuestro pasado como Nación, desde sus orígenes, contemplemos al Cristo de los Congresales; si queremos saber cómo debemos vivir el presente de nuestra Patria, contemplemos al Cristo de los Congresales; si queremos saber cómo debemos construir el futuro de nuestra Patria, contemplemos al Cristo de los Congresales. Y luego de contemplar sus heridas, sus clavos, su corona de espinas, la Sangre Preciosísima que mana de sus llagas y de su Sagrado Corazón traspasado, postrémonos de rodillas ante Nuestro Señor Crucificado, el Cristo de los Congresales, e imploremos su Divina Misericordia. 

jueves, 20 de junio de 2013

Dichosa la Nación cuya Enseña nacional es el Manto celeste y blanco de la Madre de Dios


         
“Dichosa la Nación cuyo Dios es el Señor”, dice el Salmo 33, y el motivo por el cual esta nación es dichosa, radica en que Dios es infinitamente bueno y poderoso, y esta condición divina asegura al pueblo que lo tiene a Él como su Señor, su protección y bendición constantes. En el Antiguo Testamento, esa Nación fue la Nación hebrea, puesto que, por designio divino, fue el único pueblo de la Antigüedad que no solo recibió el don del monoteísmo -frente a la totalidad de los otros pueblos y naciones, que eran paganos e idólatras-, sino que además tuvo a ese Dios Uno –Yahveh- como su Protector y Guía.
Esto se vio en los innumerables prodigios, maravillas y milagros que obró Yahveh a favor de Israel, todo lo cual formaba –y forma- parte esencial de la historia de ese pueblo, al punto que no se entiende a Israel sino es en relación a Yahveh.
Análogamente, y parafraseando a la frase de la Biblia, los argentinos podemos decir: “Dichosa la Nación cuya enseña nacional es el Manto celeste y blanco de la Madre de Dios”, porque este hecho –que la Bandera de la Nación Argentina lleve los colores celeste y blanco del Manto de la Inmaculada Concepción-, no es un hecho fortuito, al azar, ya que el General Manuel Belgrano, al crear la insignia nacional, tuvo la intención explícita y manifiesta de honrar a la Bienaventurada Madre de Dios en su advocación de Nuestra Señora de Luján, la cual es, en su advocación original, la Inmaculada Concepción.
Contrariamente a lo que enseña la historiografía liberal y agnóstica, el General Belgrano no se inspiró en los colores del cielo cosmológico, sino en el Manto celeste y blanco de la imagen de la Inmaculada Concepción conocida como Nuestra Señora de Luján. Este acto de Belgrano no se debió a su alma magnánima –que si lo era-, sino que fue un verdadero acto de devoción mariana, porque su intento era honrar a la Virgen, tal como lo declaró su hermano, el sargento mayor Carlos Belgrano: “Mi hermano tomó los colores de la bandera del Manto de la Inmaculada de Luján, de quien era ferviente devoto”.
En otras palabras, el hecho de que, como argentinos, nuestra Bandera Nacional lleve los colores del Manto de la Virgen, indica que fue el mismo Dios Uno y Trino quien quiso que tuviéramos por insignia nacional el manto de la Virgen de Luján.
Este hecho no es intrascendente; por el contrario, pone de manifiesto un claro designio divino de predilección para con la Nación Argentina, designio que puede ser entrevisto en la contemplación de la misma bandera: si para una nación determinada la insignia nacional evoca su destino de grandeza, mucho más lo es en nuestro caso, porque por el hecho de ser el Manto de la Virgen, nuestra enseña evoca el destino de eternidad en los cielos al cual estamos llamados. Por este motivo, al contemplar la Bandera Nacional, no podemos pasar por alto ni su origen ni el destino de eternidad al que nos llama, so pena de contrariar los planes de Dios Trino para con nuestra Patria.

Por lo tanto, al izar la Bandera Nacional y al verla flamear en los cielos, elevemos nuestros pensamientos y nuestros corazones a la Virgen de Luján, cuyo manto sagrado representa nuestra bandera y pidamos, como argentinos y católicos, la gracia de ser fieles, hasta la muerte de cruz, a nuestra insignia nacional, el manto de la Virgen de Luján, mato que nos señala nuestro destino final, el Reino de los cielos, en donde reina para siempre Nuestro Señor Jesucristo.

viernes, 24 de mayo de 2013

El 25 de Mayo debe amanecer como un día sagrado porque refleja la Voluntad divina sobre nuestra Patria Argentina



         Si no se revisan las fuentes históricas relativas a los testigos presenciales de los acontecimientos de Mayo de 1810, la fecha patria puede ser –como de hecho lo es, año a año- desvirtuada, debido a que cada generación interpreta los hechos del pasado de acuerdo a la idea-fuerza que domine en el momento presente. Así, en nuestro tiempo, la idea-fuerza que predomina es la del relativismo, error filosófico según el cual no hay una verdad absoluta y la verdad que se impone es aquella que se construye según el consenso. Ahora bien, el relativismo da paso al “revisionismo histórico” el cual mira los hechos del pasado con la lupa de la ideología de turno. De esa manera, el hecho histórico inicial y primordial –en este caso, el 25 de Mayo de 1810- queda enmascarado, oculto, distorsionado y deformado por la visión miope de la ideología predominante –una ideología es miope por definición- y termina por ser presentado a las nuevas generaciones de un modo tan grotesco, que en nada se parece al hecho original.
         Deformado por la lupa ideológica, que aumenta la magnitud de circunstancias ocasionales mientras que disminuye aquello que es la esencia, el 25 de Mayo llega a las nuevas generaciones en su versión “siglo XXI”: el pueblo quería “saber de qué se trataba”, los patriotas repartían escarapelas y llovía en Buenas Aires el día en que el Cabildo decidió que íbamos a ser independientes, comenzando a gobernar la Primera Junta. En el imaginario popular, no hay nada más que esto. El agravante, en nuestros días, es que la fiesta patria ha sido convertida en mitin político y en propaganda de política partidaria.
         ¿Cuál fue el “hecho original” en el 25 de Mayo? Para saberlo, es necesario citar a testigos presenciales, como por ejemplo, el Padre Castañeda, quien afirma sin medias tintas que “el 25 de Mayo fue obra de Dios y no nuestra”[1], es decir, obra de Dios y no de los argentinos. Según el Padre Castañeda, fue Dios quien quiso que nuestra Patria se independizara –desde el punto de vista político y no cultural o religioso- de España y asumiera en su pueblo su destino de nueva Nación. En otras palabras, fue Dios quien quiso que fuéramos independientes y esta Voluntad divina suya se manifiesta en signos providenciales, como el hecho de que, a pesar de ser llamado “Revolución de Mayo”, no hubo tal cosa, al menos en el sentido de las modernas revoluciones, en donde la codicia, la traición, la mentira y el engaño provocan derramamientos de sangre, y nada de eso hubo en esta gloriosa fecha patria; otro signo providencial fue que, como lo señala el P. Castañeda, en esta fecha la naciente Patria Argentina, a la vez que se constituye como independiente entre las naciones, conserva sin embargo la fidelidad noble y honrosa a España, es decir, no hubo doblez ni traición en los patriotas de Mayo: “el día 25 de Mayo es el padrón y monumento eterno de nuestra heroica fidelidad a Fernando VII; es también el origen y el principio de nuestra absoluta independencia política; es el fin de nuestra servidumbre”[2].
Otro signo de la Divina Providencia, en el que se ve la Voluntad de Dios sobre nuestra Patria, es el hecho de que la Patria haya nacido a la sombra de la Cruz de Cristo y que su Enseña Nacional lleve los colores del Manto celeste y blanco de la Inmaculada Concepción. Fue Dios quien quiso que fuéramos Nación soberana y que nos identificáramos, desde el instante mismo del nacimiento, con la religión católica, la Cruz de Cristo y el Manto de la Madre de Dios. Es de la esencia de la argentinidad el pertenecer a la Iglesia Católica; ser católica, para nuestra Patria Argentina, no es algo que le viene añadido o impuesto desde afuera, como algo extrínseco y extraño a ella: está en su mismo ser constitutivo, está en sus entrañas, y a tal punto, que despojarla de su religión católica es despojarla de su mismo ser. Que Argentina deje de ser católica, es reemplazar la Argentina querida por Dios al hacerla nacer así, por otra Argentina distinta, irreconocible. Es esto lo que el Padre Castañeda quiere decir cuando dice que “el 25 de Mayo es obra de Dios y no nuestra”, obra de Dios y no de los argentinos.
         Ahora bien, si Dios quiso este nacimiento privilegiado para una Nación, es porque tiene un destino igualmente privilegiado para esa Nación, puesto que Dios no hace nada en vano. ¿Cuál es ese destino privilegiado? El destino de eternidad en los cielos.
         La Argentina que nació el 25 de Mayo de 1810 es la Argentina de la Cruz de Cristo y del Manto celeste y blanco de la Inmaculada Virgen de Luján. Esa y no otra es la Argentina “obra de Dios”, la que tiene un destino de feliz eternidad.
Y porque la Patria nació por obra de Dios y no de los argentinos, es que “(...) el día Veinticinco de Mayo es (un día) solemne, sagrado, augusto y patrio...”, como dice el Padre Castañeda. Y porque es obra de Dios y no de los argentinos, no es un día más, que quedará en el olvido, sino que “perpetuará nuestras glorias: “(el 25 de Mayo) Es y será siempre un día memorable y santo, que ha de amanecer cada año para perpetuar nuestras glorias, nuestro consuelo y nuestras felicidades”, y por eso debemos postrarnos ante el altar de Dios para agradecerle su infinita misericordia: “...en este día, todos con entusiasmo divino, llenos de piedad, humanidad y religión, debemos postrarnos delante de los altares, confesando a voces el ningún mérito que ha precedido en nosotros a tantas misericordias”[3].



[1] Cfr. Guillermo Furlong, Fray Francisco de Paula Castañeda. Un testigo de la Patria naciente, Ediciones Castañeda, 1994, 381-382.
[2] Cfr. ibidem.
[3] Cfr. ibidem

viernes, 17 de mayo de 2013

La Virgen de las Malvinas recorrerá el país para recuperar “la llama de la argentinidad”



Jueves 16 May 2013 | 

Ushuaia (Tierra del Fuego) (AICA): Una imagen de la Virgen de Luján bajo el nombre de “Nuestra Señora de las Malvinas” iniciará el sábado 18, en la ciudad de La Quiaca, Jujuy, una peregrinación por cada una de las provincias del país, desde el extremo norte al extremo sur de la Argentina continental, bajo el lema “Recuperemos la llama de la argentinidad”. Se espera que visite las Islas Malvinas y el Sector Antártico Argentino, para llegar aproximadamente en noviembre a la ciudad de Ushuaia, donde permanecerá.

El recorrido comenzará por el Noroeste Argentino, donde los Centros de Veteranos de Guerra de Malvinas (VGM) y otras instituciones acordaron en marzo el itinerario que esta imagen de la Virgen de Luján desarrollará. 

El sábado 18 de mayo, la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas, junto con los excombatientes de Luján y de Ushuaia, hará entrega de la imagen al Centro de Veteranos de Guerra de Jujuy. El domingo 19, la sagrada imagen visitará las ciudades de Palpalá y San Salvador de Jujuy. 

El martes 21 la Virgen recorrerá las calles de la ciudad de Salta, en tanto que el jueves 23 estará en San Miguel de Tucumán; el sábado 25, en Termas de Río Hondo, Santiago del Estero. Allí, los centros de Veteranos de dicha localidad y la ciudad de La Banda homenajearán a María con un desfile cívico-militar. 

El lunes 26 la peregrinación de la Virgen y feligreses continuará en La Banda y la capital de Santiago del Estero. Para finalizar la primera etapa, la Madre llegará el 28 a San Fernando del Valle de Catamarca. Se espera que la réplica visite las demás regiones del país, así como las Islas Malvinas y el Sector Antártico Argentino, para llegar aproximadamente en noviembre a la ciudad de Ushuaia, donde permanecerá. 

Origen de la iniciativa 
En agosto de 2012, un grupo de vecinos de la ciudad de Ushuaia manifestaron en una sesión del Observatorio Provincial de la Cuestión Malvinas el deseo de tener en la capital provincial de la jurisdicción que abarca los archipiélagos del Atlántico Sur una réplica de la imagen de la Virgen de Luján que se entronizó en 2009 en el Cementerio de Darwin, en custodia de los héroes caídos en el conflicto armado de 1982. 

En aquel momento, los veteranos de guerra de Ushuaia tomaron contacto con la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur a fin de tramitar por su intermedio la factibilidad de la obtención de dicha imagen. 

La imagen de la Virgen fue obtenida por la donación del intendente de la ciudad de Luján, Oscar Luciani, por medio de los veteranos de ese municipio, quienes entregaron el 8 de diciembre del año pasado la imagen a la Comisión de Familiares de Caídos. 

martes, 7 de mayo de 2013

Nuestra Señora de Luján y el destino de eternidad de la Nación Argentina



         Es una verdad por todos conocida que la imagen de la Virgen de Luján está estrechamente relacionada a la Nación Argentina. Todos sabemos cómo fue el milagro por el cual la imagen sagrada se quedó en su lugar actual: la carreta que la transportaba se quedó inmovilizada, sin que hubiera poder humano que hiciera mover a los bueyes que la tiraban, hasta que descargaron el baúl en el que se encontraba la imagen de la Virgen; ésa fue la señal, interpretada por todos como venida directamente del cielo, de que la imagen de la Virgen quería quedarse en ese lugar.
         De esta manera, con el milagro de la carreta, la Madre de Dios demostraba su voluntad de quedarse en las tierras que luego se llamarían “República Argentina” y que llevaría como signo distintivo nacional los colores celeste y blanco de su manto.
         Conociendo la historia de la presencia de la Virgen en nuestra Patria, cometeríamos un grave error si redujéramos los hechos a la categoría de “evento histórico-cultural”, como si la intención de la Virgen fuera el agregar a nuestra Nación una curiosidad ubicada en los cimientos mismos de la nacionalidad. Si redujéramos el episodio de la carreta de bueyes a su mera realización histórica, y la enmarcáramos en el estrecho límite de la cultura nacional, entonces todo se reduciría una anécdota “fundacional”, puesto que el hecho se produce antes de la fundación de Argentina como Nación, pero nada más. La presencia de la Virgen de Luján sería algo que pasó en la historia –hecho verídico, comprobado por testigos veraces y verídicos- y quedaría integrado en el “alma argentina” como elemento fundacional del ser cultural argentino, pero nada más. No habría ningún otro tipo de trascendencia, porque todo quedaría reducido al plano histórico-cultural.
Sin embargo, no podemos cometer este error, puesto que las intenciones de la Virgen, al elegir nuestra Nación para quedarse entre nosotros, trasciende todo lo que nuestra limitada naturaleza humana pueda siquiera imaginar.



Por lo pronto, el hecho de que Argentina posea, como emblema nacional, una bandera que lleva los colores de su manto, que son los colores de la Inmaculada Concepción, es un indicativo de que la Virgen en persona, por indicación de la Santísima Trinidad, ha querido que la Nación Argentina se identifique con los colores de su manto, porque el acto de Manuel Belgrano, de inspirarse en el manto de la Virgen de Luján, “de quien era devoto”, como declaró su hermano, el Sargento Manuel Cabral, para dotar con sus colores a la enseña nacional, como gesto de devoción a la Virgen, es un acto de profunda devoción mariana, y como toda devoción mariana, no surge de sí mismo, sino que es un deseo puesto en su corazón de patriota por la misma Virgen en Persona. En otras palabras, la Argentina lleva los colores celeste y blanco en su Bandera Nacional por deseo expreso de la Virgen María, que es quien inspira este deseo a Manuel Belgrano, y como el prócer era ferviente devoto de la Virgen, accede a este pedido suyo. Este hecho indica también, al igual que el episodio de la carreta, el deseo de la Virgen María no solo de quedarse entre los argentinos, sino que los argentinos se identifiquen, en cuanto tales, con su manto celeste y blanco, y eso es lo que ocurre desde la creación de la Bandera Nacional, desde el momento en que sus colores no son elegidos al azar, sino que son una copia y extensión del manto de la Inmaculada Concepción, la Virgen de Luján.
Por otra parte, en las recientes apariciones en San Nicolás –apariciones aprobadas oficialmente por la Iglesia-, la Virgen en sus mensajes confirma este destino de predilección de Argentina. Entre otros muchos mensajes dirigidos a la Nación Argentina, dice: “(…) Esta tierra es tierra santa, la Gracia del Señor se palpa y se recibe a cada instante; tierra bendita, donde la Madre quiere morar para poder aguardar allí, la llegada de sus hijos. Amén. Amén”[1]. “Hija mía: Desde tu patria, el Señor está haciendo nacer en el cristiano, un nuevo cristiano. Desde tu patria, estoy posando mis manos sobre todos mis hijos. Sí, hija, desde aquí todos los pueblos me conocerán y sabrán que renovar el corazón, es desear que el Señor viva en el corazón. Aleluia”[2]. “Desde hora temprana vengo hablando a mis hijos. He hablado en Fátima, he hablado en Lourdes y hoy estoy aquí. ¿Qué esperan mis hijos? Deben comenzar ya, a no dudar de la Madre y a aferrarse a la Madre. Que haya en los corazones, deseos de purificación y una creciente y constante entrega al Señor. Gloria al Eterno”[3]. “(…) En este pueblo, se ha posado María; desde este pueblo, rescatará almas María para el Salvador de las almas. Gloria a Dios”[4]. “No todo está destruido, el Señor ha fijado una meta, ha puesto sus ojos en un determinado lugar; esta tierra es la elegida por Él, aquí nacerán nuevos sarmientos para Su Viña. Aquí el Señor ha sembrado Amor, aquí quiere recoger amor. No se retirará Él de sus hijos. Bendito sea por siempre el Señor”[5]. “(…) Veo una nube celeste que cubre todo el Campito. En la Santa Misa del Campito, siento Su voz que me dice: “Es mi Manto que protege a tu pueblo[6]. “(…) Agrega: “Mi día está cercano, ese día en que Yo habitaré entre vosotros y ocuparé mi lugar. SOY PATRONA DE VOSOTROS, DE TU PUEBLO[7]. De lo que se desprende de los mensajes, entre otras cosas, es que la Virgen confirma, con sus apariciones en San Nicolás, la intención del milagro de Luján: quedarse en nuestra Patria Argentina para bendecirla con su presencia.
Por todo esto, podemos decir que el hecho de que nuestra Patria Argentina lleve en su Bandera Nacional los colores celeste y blanco del manto de la Inmaculada Concepción, la Virgen de Luján; que se haya querido quedar aquí y bendecirnos con su Presencia maternal, y que haya elegido a la Argentina para rescatar almas para Dios, no es ni puede ser nunca una mera anécdota histórico-cultural: la Virgen ha elegido a la Nación Argentina para darle el triunfo sobre sus enemigos, “las potestades de los cielos” (cfr. Ef 6, 12), y así conducirla, victoriosa, al Reino de su Hijo Jesús. La conmemoración de la Virgen de Luján debe llevar entonces a los argentinos a reavivar espiritualmente el destino de eternidad en el Reino de los cielos hacia el cual nos conduce  la Madre de Dios, la Virgen de Luján.
        



[1] Mensaje 922, 17-7-86.
[2] Mensaje 1061, 31-12-86.
[3] Mensaje 1190, 26-7-87.
[4] Mensaje 1281, 20-10-87.
[5] Mensaje 1283, 13-11-87.
[6] Mensaje 1144, 5-4-87.
[7] Mensaje 27, 4-12-83.

lunes, 1 de abril de 2013

¡Malvinas Argentinas por siempre!



         Si las Malvinas no fueran argentinas, los soldados sepultados en sus turbas y aquellos que descansan en el fondo del mar, constituirían para los argentinos de todas las generaciones una afrenta y una vergüenza, porque significaría que murieron invadiendo un suelo ajeno para robarlo, para apropiarse de lo que no era suyo.
         Sin embargo, las Malvinas fueron, son y serán argentinas por siempre, porque desde siempre pertenecieron a nuestra Patria y siguen perteneciendo, aunque de momento estén ocupadas por un pueblo extranjero, y seguirán perteneciendo siempre, porque el suelo patrio pertenece a la Patria para siempre, y sólo deja de hacerlo cuando la Patria misma deja de existir.
         Que las Malvinas sean argentinas, lo sostiene también el Santo Padre Francisco quien, siendo aún cardenal, se refirió inequívocamente a los ingleses como “usurpadores”, a las Malvinas como “suelo argentino”, y a los combatientes en Malvinas como “caídos durante la guerra que han derramado su sangre en suelo argentino”[1].
         Por esto mismo, los cuerpos de los soldados argentinos que descansan en las turbas malvinenses y en el fondo del Atlántico Sur, pero cuyas almas están más allá de las estrellas porque están con Dios, el mismo Único y Verdadero Dios que dio a nuestra Patria el don de nacer a la sombra de la Cruz y arropada con el Manto celeste y blanco de la Madre de Dios, constituyen, para los argentinos todos, un orgullo y un motivo de alegría y un ejemplo para todas las generaciones venideras, porque murieron para restituirnos el suelo patrio que aún permanece hollado y usurpado por los “británicos usurpadores”, como los calificara el Papa Francisco.
         Desde las turbas malvinenses, desde el fondo del Atlántico Sur, desde más allá de las estrellas, los soldados héroes de Malvinas nos dicen: “¡No nos rendimos y jamás nos rendiremos! ¡Las Islas Malvinas fueron, son y serán argentinas! ¡Malvinas Argentinas por siempre!”.



[1] http://tn.com.ar/politica/malvinas-bergoglio-reclamo-una-reinvindicacion-a-los-que-hayan-estado-o-no-en-la-g_087839

lunes, 18 de marzo de 2013

El Sol argentino en el Escudo Papal



Se ha dado a conocer el emblema del Santo Padre


La Santa Sede ha dado a conocer el Escudo del Papa Francisco y el significado de sus armas y blasones, lo cual publicamos abajo.

De los 10 Sefiroth que asisten al trono del Altísmo, y de las 22 letras del alfabeto hebreo, se obtiene el número 32 que simboliza la Sabiduría por la cual Dios ha creado todo lo que existe.

Por tanto el Sol de 32 rayos ha representa en la iconografía cristiana al Verbo, Segunda Persona de la Santísima Trinidad, Sol que nace de los alto (Lc 1 -78), por quien han sido hechas todas las cosas, y sin Él no ha sido hecha cosa alguna (Jn 1-3).



Este sol, que adorna la primera moneda de la República Argentina (1813), y que luego fue colocado en la bandera nacional en 1818, por moción del Diputado por Buenos Aires al Congreso de Tucumán RP Dr. Luis Chorroarín, figura en todos los guantes episcopales y en antiquísimas pinturas de la Virgen de la Esperanza:




En esta imagen del siglo XVI de la Virgen apunto de dar a luz, se ve el sol de 32 rayos (16 rectos y 16 flamígeros) sobre su seno, para representar a Jesucristo.

Lo mismo en la imagen de abajo, Virgen de la Esperanza, que se venera en el Santuario carmelita de Onda, Castellón, Valencia, en la que se ven los colores de la Bandera Nacional.



El sol de 32 rayos terminó siendo el monograma de los jesuitas, con la diferencia que en lugar de los rasgos de una cara, lleva en su centro la inscripción "IHS - Jesucristo Salvador de los hombres".

Nos congratulamos pues en que el Sol de nuestra bandera figure en el emblema del Santo Padre Francisco.

A continuación la explicación suministrada por la Santa Sede (en nuestra traducción):

En las secciones, esencialmente, el Papa Francisco ha deseado mantener su escudo anterior, elegido en el momento de su consagración episcopal, y caracterizado por una simplicidad lineal. 

El escudo azul está rematado por los símbolos de la dignidad pontificia, iguales a los deseados por su predecesor Benedicto XVI (mitra colocada entre llaves cruzadas de oro y plata, unidas por un cordón rojo).  En la parte superior el emblema de la orden de procedencia del Papa, la Compañía de Jesús; un sol radiante y flamígero, cargado con las letras, en rojo, IHS, monograma de Cristo. La letra H está coronada con una cruz en punta; y puesta sobre tres clavos negras.

Debajo se encuentran una estrella y una flor de nardo. La estrella, según la antigua tradición heráldica, representa a la Virgen María, madre de Cristo y madre de la Iglesia; mientras que la flor de nardo simboliza a San José, patrono de la Iglesia universal. En la tradición iconográfica hispánica, en efecto, se representa a San José con un ramo de nardo en la mano. Poniendo en su escudo tales imágenes, el Santo Padre ha querido manifestar su particular devoción hacia la Virgen Santísima y hacia San José.

 El lema del Santo Padre Francisco ha sido tomado de la homilía de San Beda el Venerable (Om. 21; CCL 122, 149-151), sacerdote que, comentando el episodio evangélico de la vocación de San Mateo, escribe:
"Vidit ergo Iesus publicanum et quia miserando atque eligendo vidit, ait illi Sequere me - Vió Jesús un publicano, lo miró con piedad, lo eligió y le dijo: Sígueme".

Esta homilía es un homenaje a la misericordia divina, y está reproducida en la Liturgia de las Horas, en la fiesta de San Mateo. Tiene un significado especial en la vida y en el itinerario espiritual del Papa. En efecto, en la fiesta de San Mateo de 1953, el joven Jorge Mario Bergoglio experimento, a la edad de 17 años, de un modo muy particular, la presencia amorosa de Dios en su vida. A raíz de una confesión, sintió que su corazón era tocado y advirtió el descenso de la misericordia de Dios, que con una mirada de tierno amor lo llamaba a la vida religiosa, siguiendo el ejemplo de San Ignacio de Loyola.

Una vez elegido Obispo, S.E. Mons. Bergoglio, en memoria del acontecimiento que marcó el inicio de su consagración total a Dios en su Iglesia,  decidió elegir como su lema y forma de vida la expresión de san Beda: "miserando atque eligendo" que ha querido mantener también en su escudo pontificio.

viernes, 15 de marzo de 2013

Papa Francisco sobre Malvinas: "No hay que olvidar a los que derramaron su sangre en el suelo argentino"




El Papa Francisco celebra su misa inaugural con los cardenales dentro de la Capilla Sixtina, en el Vaticano ayer. El año pasado, él dijo: "No hay que olvidar a los que derramaron su sangre en el suelo argentino"



El recién elegido Papa Francis, el cardenal Jorge Mario Bergoglio de Argentina, afirma que "Las Malvinas pertenecen a Argentina y llamó 'usurpadores' a los Británicos



Veterano: Teniente General Sir Hew Pike, quien encabezó la 3 div de Paracaidistas en el conflicto de 1982, esta "triste" de que el pontífice considere que las Malvinas pertenecen a Argentina


Frases del Cardenal Jorge Mario Bergoglio -actualmente, Papa Francisco-, donde calificó al Reino Unido como “usurpador” del archipiélago en el Atlántico Sur.
El año pasado, durante una misa para conmemorar los 30 años del conflicto bélico de 1982, el entonces arzobispo de Buenos Aires dijo frente a ex combatientes: "Venimos a rezar por aquellos que han caído, hijos de la Patria que salieron a defender a su madre, la Patria, a reclamar que es suyo de la Patria y les fue usurpado"
Los matutinos recordaron que en 2009, en una misa para familiares de caídos que estaban por viajar a las islas, señaló: “Vayan a besar esa tierra que es nuestra y nos parece lejana”.
“Hay ángeles que los acompañan, que son hijos, esposos y padres de ustedes, que cayeron allá en un gesto religioso, casi, de besar con su sangre el suelo de la patria”, agregó en esa ocasión.


Malvinas: Bergoglio pidió por quienes "hayan estado o no" en combate

A "todos dejó cicatrices", sostuvo el cardenal en una misa en la Catedral porteña. Aludió a los soldados que fueron movilizados pero que no pisaron el archipiélago.


SIN DISTINCIÓN. El cardenal pidió por todos los que participaron en la guerra.
SIN DISTINCIÓN. El cardenal pidió por todos los que participaron en la guerra.

El cardenal Jorge Bergoglio reclamó una reivindicación de "todos" los argentinos que expusieron el cuerpo en la Guerra de Malvinas "hayan estado o no en el campo de batalla", porque, advirtió, a "todos dejó cicatrices".
"Venimos a rezar por aquellos que han caído, hijos de la Patria que salieron a defender a su madre, la Patria, a reclamar que es suyo de la Patria y les fue usurpado", aseveró en una misa en la catedral metropolitana a 30 años del conflicto bélico con Gran Bretaña.
El primado argentino recordó que "muchos jóvenes quedaron allá y no pudieron volver. Otros volvieron pero ninguno pudo olvidar", y subrayó que "hayan estado o no en el campo de batalla, (la guerra) les dejó cicatrices".
CICATRICES
"Cuántas cicatrices, cuántas familias destruidas por la ausencia definitiva o por un regreso truncado", agregó el cardenal, que también aludió a los soldados que fueron movilizados pero que no entraron en combate y que llevan a cabo reclamos para obtener beneficios sociales como los que reciben los que sí estuvieron en Malvinas. Bergoglio insistió en reclamar que "la Patria tiene que acordarse de todos ellos".
"La Patria no puede excluir de su recuerdo a ninguno que fue convocado, tiene que hacerse cargo de tantos corazones con cicatrices y decirles gracias, a los que quedaron en las islas o  sumergidos en el agua, a todos", precisó.
Participaron del oficio religioso en el templo porteño ex combatientes, familiares de los caídos y también ex soldados conscriptos integrantes del Campamento TOAS (Teatro de Operaciones del Atlántico Sur) Plaza de Mayo, a quienes el purpurado porteño acompaña  en sus reivindicaciones.
(extraído de: http://tn.com.ar/politica/malvinas-bergoglio-reclamo-una-reinvindicacion-a-los-que-hayan-estado-o-no-en-la-g_087839)


Diario Italiano "Corriere della SEra"

15-03-13

LA CONTESA TRA LONDRA E BUENOS AIRES DURA DA QUASI DUE SECOLI

Bergoglio e quell'omelia sulle Falkland:
«Britannici usurpatori»

Il giorno dopo tutti i tabloid del Regno ricordano la posizione
del Papa sulle isole contestate: «Suolo argentino»


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A un giorno dalla sua elezione, Papa Francesco sembra uno che parla chiaro: per quel che si è visto fino ad ora, non troppo uso a bizantinismi o a equilibrismi di sorta. Anche su una questione piuttosto delicata, come la contesa che divide da quasi due secoli Argentina e Gran Bretagna sul possesso delle Falkland (o le Malvine come le chiamano a Buenos Aires).
LA CONTESA- Una contesa costata una guerra breve e sanguinosa nel 1982, vinta dalla Thatcher contro i generali (poi caduti anche per questo motivo). Una contesa che ebbe pure un coté calcistico (con il Maradona che "punisce" da solo l'Inghilterra con la celebre Mano di Dio). E che ha visto un nuovo capitolo, proprio qualche giorno fa, con il referendumcon cui, gli abitanti delle isole, con una maggioranza a dir poco bulgara, il 99,8% (1.514 sì e 3 no), hanno deciso che le Falkland devono rimanere col Regno.
«SUOLO ARGENTINO»- Ebbene, il day after la salita al soglio di Francesco, tutti i tabloid di Britannia in coro, il Sun , ilDaily Mirror e il Daily Mail, ma anche quotidiani più istituzionali come il Telegraph e l'Indipendent, hanno ricordato l'omelia pronunciata nell'aprile scorso dall'allora arcivescovo di Buenos Aires, in occasione del trentennale del conflitto: « Non dimenticate quelli che sono caduti durante la guerra- diceva Bergoglio- perché hanno sparso il loro sangue su suolo argentino».
«USURPATORI»- E poi: «Siamo qui a pregare per tutti quelli che sono caduti, figli della patria che sono andati a difendere le loro madri, per reclamare ciò che era loro, parte della patria, che è stata usurpata». Una posizione molto netta dunque che forse inquieta la stampa britannica, pure cauta e rispettosa però nel riportare le parole del Pontefice (giusto il Sun rispolvera la maradoniana Mano di Dio). Ora che non parla più solo agli argentini, ma al mondo intero, sarà interessante vedere come Francesco affronterà la spinosa questione.
© RIPRODUZIONE RISERVATA(extraído de: http://www.corriere.it/esteri/speciali/2013/conclave/notizie/14-marzo-tabloid-inglesi-contro-papa-falkland_b641597e-8c92-11e2-ab2c-711cc67f5f67.shtml )