Nuestra Señora de Malvinas

martes, 26 de julio de 2022

Honremos la memoria del General Julio Argentino Roca, uno de nuestros más grandes próceres

 



Nació el 17 de julio de 1843 y la ausencia de conmemoraciones a su nacimiento habla, sobradamente del desprecio que, como sociedad, tenemos por el hombre que consolidó la Argentina luego del período de enfrentamientos que parió nuestra vida independiente. Condujo al país a un crecimiento y desarrollo tan enorme que nos lleva a pensar si no son estas, precisamente, las razones de ese desprecio.

Julio Argentino Roca es el prócer más denostado de Argentina. Cierto es que hay controversias con otros personajes de nuestra historia, pero estos tienen nutridas hinchadas para defenderlos. En cambio Roca se desliza, mayoritariamente, entre el repudio y el ninguneo. No hay actos escolares que lo recuerden, ni feriados, casi no transita los manuales ni de primaria ni de secundaria. Roca transformó un desierto en la Nación más civilizada de América, sí, la nuestra. Entonces: ¿por qué no homenajeamos a Roca?

La marea iconoclasta que se propuso reinventar nuestra historia es una expresión del poder. Se logra mediante la destrucción de los personajes y símbolos de nuestra cultura, demostrando su impotencia para enaltecer sus propios valores. El proceso no necesita involucrar únicamente íconos como estatuas: simplemente pervirtiendo la enseñanza de la historia y reemplazándola con sentencias y calificaciones falsas, se puede crear una "leyenda negra" que es el objetivo esencial. La persistente emersión de una leyenda negra es un acto que tiene por objeto atacar las bases cívicas para deslegitimarlas.

¿Por qué sirve hacer de Roca una leyenda negra? Porque Roca representa la comprobación tangible de un ideario político que nos llevó al éxito. Porque Roca es la contracara de la decadencia que surgió cuando sus ideas se dejaron de lado. Distan estas líneas de ser un manual de historia, pero un pálido resúmen puede dar cuenta de su obra:

Roca firmó los tratados con Chile que aseguraron la Patagonia y Tierra del Fuego, logró que se reconociera a la Cordillera de los Andes como límite y la solución pacífica del conflicto por los estrechos. Con la ley de Territorios Nacionales, creó las jurisdicciones de: La Pampa, Río Negro, Neuquén, Chubut, Santa Cruz, Tierra del Fuego, Chaco, Formosa y Misiones.

Ratificó la presencia en la Antártida, promovió la extensión de los ferrocarriles, entre ellos el que llegó a Mendoza.

Con la ley 1133 creó de la moneda nacional.

Fundó la ciudad de La Plata, para darle una capital a la provincia de Buenos Aires, luego de que la Capital Federal pasase un municipio independiente por la Ley de Federalización.

Con un conjunto de leyes laicas puso bajo jurisdicción del Estado nacional el control de la población civil y la instrucción ciudadana. Por ejemplo, con la Ley 1420 de Educación común, obligatoria, pública, gratuita y laica.

Garantizó, al mismo tiempo, la libertad de enseñanza en escuelas privadas. Para esa época sólo un tercio de los niños en edad escolar asistían a escuelas, logró que la Argentina llegara a ser la nación más alfabetizada de América.

La Ley 4349 que creó la Caja de Jubilaciones y Pensiones fue la primera ley de previsión social. Fue el que dotó al país de la primera flota de mar y modernizó el ejército con la escuela superior de guerra y el servicio militar.

Encargó a Juan Bialet Massé un informe sobre la situación de la clase obrera argentina, las comunidades indígenas y los sectores marginales y este trabajo fue la base de una ley de trabajo que contemplaba la jornada laboral de ocho horas, la supresión del trabajo nocturno, el sábado inglés, la prohibición del trabajo de menores de catorce años, un salario mínimo para trabajadores del Estado, preaviso, licencia con goce de sueldos, reconocimiento de las organizaciones obreras y tribunales de trabajo. El proyecto fue muy adelantado para su época y sólo avanzó en partes, pero sus propuestas fueron las bases sobre las que se crearon los sucesivos derechos laborales de cuya autoría el peronismo se apropió.

Fue el artífice de la explotación de regiones desiertas de los territorios nacionales, los estudios de tierras y aguas para explotarlas, la investigación de cultivos adaptables a cada zona, el examen zootécnico de los ganados, la realización de perforaciones en Comodoro Rivadavia, que dieron por resultado el descubrimiento de petróleo; el desarrollo de la industria pesquera mediante la importación de especies de Estados Unidos; la instalación de observatorios meteorológicos, entre ellos el más austral del mundo en las Orcadas del Sur, con lo que se tomó posesión de la Antártida Argentina.

Durante su gobierno el país modernizó la ganadería, desarrolló la industria frigorífica, la vitivinicultura y la azucarera, los primeros talleres metalúrgicos y se expandió la agricultura.

Promovió la inmigración otorgando a las personas que ingresaran al país concesiones para traer del extranjero elementos de trabajo, sin pagar impuestos, residencia sin costo en el hotel de inmigrantes y traslado gratuito hasta el sitio que eligieran para residir.

Promulgó la ley de elección por circunscripción uninominal, que permitió la entrada al Congreso a Alfredo Palacios, el primer diputado socialista de América.

Esto es sólo parte de la obra de quien hoy es calificado como “genocida”. ¿Con qué talante permitimos esta destrucción? Decía Roger Scruton:

 “Las cosas buenas son fáciles de destruir pero no son fáciles de crear. Esto es especialmente cierto de las cosas buenas que nos llegan como patrimonio común: paz, libertad, derecho, civismo, espíritu público, la seguridad de la propiedad y la vida familiar. En relación a tales cosas, la obra de destrucción es rápida, fácil y euforizante; la obra de creación, lenta, laboriosa y aburrida.”

La destrucción de la figura de Roca ha sido así: rápida, fácil y euforizante. Fue producto del mandato de satanizar los cimientos de lo que fue un país próspero. Las dagas provinieron de los espacios culturales y políticos cuyos idearios buscaban en los colectivismos identitarios un relato de país pobrista y dependiente. Se ajustaron a una agenda totalitaria que jamás sintió orgullo y que se alimentó del resentimiento.

En 1996 el historiador Osvaldo Bayer planteó “desmonumentar” la estatua de Roca en Diagonal Sur. En Río Gallegos la Avenida Presidente Julio A. Roca se cambió por Néstor Kirchner; en Tierra del Fuego el Lago Roca por “Acigami” que en lengua yámana significa “canasto alargado”. En la Base Esperanza en la Antártida, la Escuela Antártica Nº38 Julio Argentino Roca por “Presidente Raúl Alfonsín”. La municipalidad de Neuquén dispuso que sea retirado el busto del general Julio Argentino Roca y un cuadro de la Conquista del Desierto. Los ejemplos son cientos. Conforme crecían en el mundo las instituciones y subsidios para sostener el reclamo indigenista, más se pisoteaba la figura de Roca.

Los falaces y anacrónicos ataques de Bayer se continuaron con otros académicos que abrevaron a la misma ideología como Carlos Martínez Sarasola o Néstor García Canclini. María Sáenz Quesada, historiadora y Secretaria de Cultura de Fernando de la Rúa escribía con motivo del cambio de la figura de Roca por Evita en los billetes de 100 pesos:

“Por fin, como muchos reclamaban, los billetes de cien pesos con la efigie de Julio Argentino Roca empezarán a retirarse de circulación para dar paso a rostros más acordes con el rumbo que ha tomado la República. Este retiro, que devuelve al general Roca al ámbito más recoleto de la historia, invita a revisar su papel en la construcción del país y a evaluar si tuvo sentido o no elegirlo entre muchos para representarlo en su billete más valioso.”

En la misma tónica, Marcelo Valko investigador de la UBA y catedrático de la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo obtuvo financiación estatal para una serie de publicaciones para “minar e invalidar la imagen construida por los aduladores del general Roca inserta en monumentos, estatuas, billetes, plazas, avenidas, calles y pueblos (...) Personajes como Roca ya están muertos: fallecieron cómodamente en sus camas. La justicia no los puede alcanzar para que paguen por sus crímenes y crueldades, pero nosotros podemos castigarles la memoria.”

¿Por qué estos representantes de la academia y de la cultura desearon castigar a Roca?

Veamos: Roca puso fin a la tragedia violenta más grave de la época: el malón. El azote sobre propiedades rurales y ciudades más el robo de mujeres y ganado eran un drama social. La  Campaña de Desierto fue la manifestación más eficiente del rol del Estado moderno, velando por la seguridad de su población. La magnitud de la amenaza y el terror en el cual vivían las poblaciones era brutal. Para muestra basta un botón: en plena época de conflictos limítrofes un ejército indígena/chileno de 6.000 combatientes inicia, bajo el mando del cacique Calfucurá, la llamada invasión grande a la provincia de Buenos Aires. Atacaron los pueblos de General Alvear, Veinticinco de Mayo y Nueve de Julio, resultando muertos alrededor de 300 criollos, secuestraron aproximadamente 500 cautivas jóvenes y robaron 300.000 cabezas de ganado. Los malones a veces eran chicos y realizaban ataques aislados y a veces grandes, para ataques planeados y dirigidos a asesinar y robar pueblos y ciudades. Por ejemplo, en el malón de 1875 a Azul y Tandil, participaron entre 3500 a 5000 indios. Para que entendamos la magnitud del malón: el Ejército de los Andes contaba con 3778 soldados. La misma cantidad de soldados que cruzaron la cordillera para liberar a Chile son los que se organizaban para asesinar y robar poblaciones. Los animales eran vendidos en Chile, junto con las esclavas.

La Segunda Campaña al Desierto

Siendo Roca Ministro de Guerra, el Congreso Nacional en 1878 le ordena la 2da Campaña del desierto. En ella se tomaron prisioneros 5 caciques y 1.313 indios de lanza resultaron muertos. Roca llevó en la expedición a un nutrido grupo de periodistas, médicos y científicos que fueron aval de estos datos. Los 1313 muertos de la Campaña de Roca significan el 2,6% de los muertos en conflictos indígenas desde los inicios en 1828. Debido a los malones, en ese período murieron 35.000 criollos sin sumar las jóvenes y niñas tomadas cautivas y esclavizadas.

La historia argentina está llena ataques de malones en los siglos XVIII y XIX, hasta la exitosa campaña de Roca. En la Campaña del Desierto de Rosas murieron más del doble de indios que en la de Roca y la relación de muertos vs. prisioneros es 24 veces más alta, sin embargo no era el nombre de Rosas el que Osvaldo Bayer calificaba como genocida, porque Rosas no representa un ideario que al progresismo revisionista le interese atacar.

Roca concluyó con el asedio de los malones, llevando paz y seguridad a la tierra poblada por expediciones del siglo XVI y a la que los indios empezaron a asolar casi dos siglos después. Sostener las demandas de "pueblo originario" es falaz, pero muy redituable a la luz de los reclamos indigenistas apoyados demagógica mente desde la política y cultura progre.

La Campaña al Desierto fue el mayor acto de soberanía nacional después de las Guerras de la Independencia. Incorporó al territorio nacional el dominio de casi el 60% del mismo bajo el lema "Paz y administración", slogan político de Roca, expresado en su primer discurso ante el Congreso.

Detrás de la leyenda negra de Roca está la demonización de una Argentina liberal, moderna y próspera. A pesar de los datos que demuestran el éxito del país producto de esa visión, hay una legión de educadores que afirma que todo lo construido está mal, destrozando a un presidente que fue el creador de la Argentina moderna, representante de la generación que nos hizo un país rico. Han logrado que la historia sea contada de nuevo, por ellos.

El adoctrinamiento ideológico y los pingües negocios de quienes hacen de la historia una empresa de demoliciones han ensuciado e invisibilizado al prócer que fue Roca. Está en nosotros el combate contra esta impiedad. Vuelven a ser impactantes las palabras de Scruton rechazando las ideologías que pretenden rehacer la memoria desde el anacronismo para hacer del victimismo su bandera y su negocio.

¿Con qué pretendéis reemplazar a esa burguesía que despreciáis y a quién debéis la libertad y prosperidad que os permite jugar con vuestras barricadas de juguete? ¿Estáis preparados para morir por vuestras convicciones o simplemente a poner en riesgo a los demás para exhibiros?

martes, 19 de julio de 2022

Muerte del genocida subversivo Santucho


 


A mediados del año 1976, elementos del ejército estaban tras la pista del líder del ERP Roberto Santucho y lograron la captura de uno de sus lugartenientes, Domingo Menna (NG: Gringo). En su poder estaba el recibo por el alquiler de un aparato nebulizador donde figuraba la dirección de un departamento ubicado en la localidad de Villa Martelli. El 19 de julio, sin saber que la pista los conduciría hasta la misma guarida del líder del ERP, un grupo comandado por el capitán Juan Carlos Leonetti llegó hasta el departamento situado en la calle Venezuela 3149, donde luego de un violento enfrentamiento resultaron muertos el capitán Leonetti, Roberto Santucho (NG: Carlos) y su segundo, Benito Urteaga (NG: Mariano). 

El capitán Leonetti estaba casado y tenía tres hijos pequeños. El menor, de sólo 6 meses de vida, nunca llegó a conocer a su padre. 

Tras la muerte de Santucho se encontraron entre sus pertenencias los pasajes y las valijas para su partida esa misma noche hacia Brasil y Praga, con destino final en Cuba. También se encontró valiosa información sobre la organización, la lista de 395 miembros de la Juventud Guevarista y de los Comandos de Apoyo del ERP que iban a actuar durante el Mundial de Fútbol de 1978 y constancias de la ayuda financiera que el ERP tenía previsto recibir desde Cuba o Vietnam.

La muerte de Santucho dio además por tierra con las tratativas que se venían llevando a cabo entre las cúpulas del ERP y de “Montoneros” para coordinar la unificación de ambas organizaciones terroristas bajo el nombre de Organización para la Liberación de Argentina (OLA). De hecho, “Montoneros” ya había auxiliado económicamente al ERP en dos ocasiones. 

El ERP quedó a partir de allí a las órdenes de Arnold Kremer (NG: Luis Mattini) y de Enrique Gorriarán Merlo (NG: Ricardo, Pelado o Gunga). 

Mientras Santucho y Urteaga son homenajeados en el Parque de la Memoria y sus familias fueron indemnizadas, para la esposa e hijos del capitán Leonetti no hubo indemnización alguna, y nadie parece recordarlo. 

Jorge Tisi Baña

jueves, 7 de julio de 2022

Segunda Invasión inglesa, 5 de julio de 1807


 

Nuestros Patricios bajo las Aspas de Borgoña en 1807 derrotando al ejercito de la primera potencia mundial.

En 1810 esos mismos Patricios colocaron a su Comandante D. Cornelio Saavedra como Presidente de la Primera Junta de Gobierno. Fue una asonada militar en nombre de la misma Patria. Nada mas hispánico que la Gesta de Mayo. Una reacción de las Españas de ultramar contra la usurpación napoleónica.

El 9 de Julio debe amanecer como un día sagrado, un día patrio, un día de acción de gracias a la Trinidad

 



Parafraseando a Fray Castañeda, quien afirmaba que el 25 de Mayo debía amanecer como un día sagrado, un día patrio, que debía perpetuar nuestras glorias, porque reflejaba al mismo tiempo, la lealtad al Rey Fernando VII, cautivo del invasor francés, como asimismo la firme decisión de auto-gobernarnos como Nación, permaneciendo fieles a España, a su lengua, a su cultura y sobre todo a su religión, lo mismo debemos decir del 9 de Julio de 1816, puesto que es una continuación y prolongación de aquel 25 de Mayo de 1810.

Ahora bien, podríamos decir que nunca debimos independizarnos de España, pero los hechos del 25 de Mayo no fueron una revolución, un rechazo de la Madre Patria, sino que fueron impuestos por la agresión de los invasores anglo-franceses al Imperio Español. De todos modos, la cuestión de la reunificación con España a todo nivel es un asunto de no menor importancia, que debe plantearse en algún momento.

Regresando al 9 de Julio de 1816, parafraseando, como decimos, a Fray Castañeda, afirmamos que debe amanecer “como un día sagrado, un día patrio, un día de acción de gracias a la Trinidad”, en el que debemos postrarnos ante el Altar del Sacrificio dando gracias a Dios Uno y Trino por nuestra Patria Naciente y por nuestra Madre Patria, España, porque como herencia de la amada España, nuestra independencia se firmó, en la Casa Histórica de Tucumán, a los pies de Cristo crucificado –llamado por eso mismo “Cristo de los Congresales”- y para ese entonces, ya teníamos una Bandera Nacional, cuyos colores son una prolongación del Manto celeste y blanco de la Inmaculada Concepción. Ambos elementos, la firma al pie de la Cruz de Cristo y la Bandera con los colores de la Inmaculada Concepción, son elementos hispanos, además de ser católicos, por lo que el Nacimiento de nuestra Patria Argentina es, sin ninguna duda, hispano-católico. Por esta razón, jamás debemos los argentinos permitir que ningún trapo multicolor –representante de la ideología de género, contraria a la Ley de Dios- y mucho menos rojo –representante del comunismo ateo-, reemplacen a nuestra Bandera Nacional o flameen, ni siquiera por un instante, junto a ella. Hacer esto, equivaldría a cometer un acto de alta traición a la Patria Argentina y a la Madre Patria España.

El Acta de la Independencia se firmó a los pies de Cristo crucificado y por eso podemos decir que nuestra Independencia, en la cual nacimos como hijos de España, hispanos y católicos, está sellada con la Sangre de Cristo. Postrados a los pies del Cristo de los Congresales y arropados con el Manto celeste y blanco de la Inmaculada Concepción, postrémonos ante el Altar del Sacrificio y demos gracias por el 9 de Julio, considerándolo como un “día sagrado, un día patrio, un día de acción de gracias a la Trinidad”.