Nuestra Señora de Malvinas

miércoles, 25 de mayo de 2022

El 25 de Mayo de 1810 no hubo una revolución, sino una adhesión a España y una autodeterminación legal

 



Una de las especialidades de la Masonería es la mentira, utilizada como arma para lograr sus fines, antes, durante y después de ocurrido un hecho. En el caso del 25 de Mayo de 1810 no es una excepción. La primera y más letal mentira que logró instalar la Masonería es tildar a los hechos de ese magno día como “revolución”, cuando los protagonistas y la historia misma dicen lo contrario. Una revolución implica conspiración para lograr el poder, traiciones, bajezas, deshonor, asesinatos, todo realizado en pos de lograr un objetivo vil, objetivo que mancilla a la Patria y a sus patriotas. Nada de eso sucedió el 25 de Mayo. En otras palabras, el 25 de Mayo no fue una revolución, sino una adhesión a España y una autodeterminación legal, porque los patriotas obraron conforme a la ley española vigente en esos momentos, que establecía que si se producía la acefalía real del gobierno –como se produjo entonces, puesto que el Rey Fernando VII había sido hecho prisionero por los invasores franceses-, entonces las provincias españolas de ultramar, como el Virreynato del Río de la Plata, debían tomar por sí mismas el gobierno, es debían, debían asumir el gobierno de forma independiente, para conservar la unión con España y es eso lo que sucedió.

Así lo relata Fray Luis de Castañeda, testigo presencial de los hechos y conocedor del Derecho de la época. Es por esta razón que Fray Castañeda considera al 25 de Mayo como “un día sagrado”, que debe amanecer para honra y gloria de Dios y de nuestra Patria y que nosotros debemos postrarnos ante el Santo Altar para dar gracias a Dios por tantas mercedes y bendiciones recibidas por parte del Cielo. El 25 de Mayo, entonces, lejos de las falsedades de la leyenda masónica, está constituido por dos hechos que marcan la nobleza de nuestros patriotas: la proclamación de absoluta fidelidad al Rey de España y por lo tanto a España, por un lado, y por otro, la asunción del gobierno por parte de los españoles de ultramar, tal como lo establecía la ley. No hubo ninguna revolución, no hubo ninguna bajeza, no hubo ningún interés espurio, sino solo la intención de mantener a esta provincia española de ultramar, el Virreinato del Río de la Plata, fiel y unida a España y a su Rey. No hubo un intento deliberado de separación violenta y artera contra España, sino la asunción no esperada ni deseada de la autodeterminación independiente en el gobierno civil, debido a la acefalía que se había producido en la Península Española.

Esto es fundamental para establecer el origen de nuestra Patria, que no nació envuelta en la traición, en las pasiones desordenadas de los hombres, en el odio, en la revuelta, en el asesinato; por el contrario, nació en la nobleza española, porque éramos españoles de ultramar y continuamos siéndolo, y esto gracias a los patriotas del 25 de Mayo. Gracias a ellos, nunca cedimos al invasor inglés y al usurpador francés, sino que nos mantuvimos españoles y por eso nuestra Patria es hispana y católica y no anglófila o afrancesada. Por otra parte, nuestra independencia fue meramente política, pero nunca nos independizamos del lenguaje, de la cultura, de la religión católica, de nuestra Madre Patria España, lo cual sí habría constituido una imperdonable traición, pero no hubo nunca traición a España.

En otras palabras, los acontecimientos decisivos que llevaron al surgimiento de la Argentina como una nación católica e hispana fueron guiados, según el parecer de los patriotas de Mayo, como el P. Francisco de Paula Castañeda, por Dios, y no solo guiados, sino causados por el mismo Dios, por lo cual el Día de nuestra Independencia no es sino obra pura y exclusiva de Dios, y por esto, dice Fray Castañeda, debe amanecer cada 25 de Mayo como un día sagrado, que conmemore eternamente los prodigios obrados por Dios en nuestro favor. Dice así el Padre Castañeda: “El día veinticinco de Mayo, ya se considere como el padrón o monumento eterno de nuestra heroica fidelidad a Fernando VII, o como el origen, principio y causa de nuestra absoluta independencia política, es y será siempre un día memorable y santo, que ha de amanecer cada año para perpetuar nuestras glorias, nuestro consuelo y nuestras felicidades”[1]. En un sermón a la catedral, decía: “…el día veinticinco de Mayo es (un día) solemne (…) sagrado (…) augusto y patrio…”; en otra ocasión, decía: “…en este día todos, todos con entusiasmo divino, llenos de piedad, de humanidad y religión, debemos postrarnos delante de los altares, confesando a voces el ningún mérito que ha precedido en nosotros a tantas misericordias. Por nuestra parte, ninguna cosa buena hemos hecho en seis años de revolución; y aun la del veinticinco de Mayo no es obra nuestra sino de Dios”[2]. Postrados en adoración ante Dios Uno y Trino, que se hace presente en los misterios litúrgicos, agradecemos como Nación el tener un día de gloria en nuestro origen, como anticipo de la gloria eterna.

Por eso el 25 de Mayo debe, según Fray Castañeda, “amanecer como un día sagrado”, porque fue la Divina Providencia, fue Dios en su infinita Sabiduría y Amor, quien guió a los patriotas que, al mismo tiempo, declararon su firme adhesión al rey de España por un lado y, por otro, declararon la Independencia, pero no para cortar lazos con España sino, por el contrario, para mantenerlos, conservarlos y fortalecerlos todavía más. La nobleza de corazón y espíritu con la que actuaron nuestros patriotas el día 25 de Mayo, el día más glorioso de nuestra historia, no encuentra explicación sino es en la acción de la gracia divina, de la cual procede todo buen pensamiento, todo buen sentimiento, todo buen obrar. Y es por esta misma gracia divina por la que esperamos, algún día, regresar al seno de nuestra Madre Patria España, sin la cual no se explica nuestra existencia como Nación hispana y católica.



[1] Cfr. Furlong, G., Fray Francisco de Paula Castañeda, Ediciones Castañeda, Argentina 1994, 380.

[2] Cfr. ibidem.

miércoles, 4 de mayo de 2022

Los militares NO PERDIERON la batalla cultural: la perdió la democracia

 


MITO CRIOLLO: LOS MILITARES GANARON LA BATALLA PERO PERDIERON LA GUERRA CULTURAL

Los militares ganaron la batalla y "nosotros"  perdimos la guerra cultural y entregamos a los militares como botín.   

Tengo fresca la memoria de 1978 por ser el año del mundial. La subversión estaba vencida militar, social y culturalmente. Nadie se quejaba de "la represión" (salvo el zurdaje extremo y en Francia). Y no es cierto que no sabíamos lo que había pasado, como se instaló después. Videla miraba los partidos sin siquiera contar con la protección de un vidrio antibalas (como pocos años antes usaba Perón en sus discursos). Los jugadores corrían a gritarle los goles (lo que ha sido lamentablemente borrado de los videos…. Pero puede deducirse viendo, por ejemplo el festejo de Houssemann después de su gol a Perú, donde claramente corre a un costado y levanta sus brazos hacia un lugar concreto de la tribuna (allí estaba la Junta completa)). Y la tribuna aplaudía a rabiar. Ningún silbido. Y no era por miedo. La gente estaba feliz. Y en el 79 (mundial juvenil de Japón) Videla era ovacionado junto con Maradona en el Balcón. 

El gobernador militar de Santa Fe asistía a los 100 años de la Fundación de mi ciudad (Avellaneda Santa Fe 1879- 1979) y era recibido como un prócer y comía en mangas de camisa sobre tablones en medio de miles de personas... Los medios destacaban la victoria sobre la subversión.... Daba vergüenza tener un pariente montonero, erpiano o zurdo. Palabras como Firmenich, Perdía, Santucho eran vomitivas... 

Pero pasó el tiempo, la gente olvidó la orgía de sangre en la nos habían sumido montoneros y ERP, no se dieron algunos resultados económicos, el progre izquierdismo agazapado comenzó a salir de la madriguera (lo que publicaba la revista HUMOR respecto a los militares hubiera significado cárcel y censura en época de Alfonsín, como le pasó a Rosendo Fraga, Rouco y varios periodistas más). Y con la guerra de Malvinas cartón lleno: éramos tierra abonada para cualquier semilla. Aburridos como los marineros de Ulises solo nos faltaba que empiece a cantar alguna Sirena.

Y apareció la “Sirena Alfonsin(a)”. Y entregamos la progenitura por un plato de lentejas. Todavía seguía siendo mala palabra decir Santucho o Firmenich. Pero la paciencia infinita de la pedagogía gramsciana y marxista ya tenía a los alumnos en fila dispuestos a vender su alma al diablo con tal que la maestra le prometa pasar sin estudiar.

Y los pedagogos… Verdaderos “maestros en humanidad” (y no la Iglesia) sabían que, ventana de Overton mediante, había que ir paso a paso:

a) Primero demonizar a todos los milicos y a la guerra subversiva. Lo que les resultó fácil  porque el peligro había pasado y los Argentinos somos así. Cuando de un lado tenemos lo absolutamente malo del otro lado todos son buenos

b) Después integrar a los malos a la sociedad. 500 montoneros fueron funcionarios de Menem, otro tanto durante Duhalde (Viviana Gorbato: “Montoneros, soldados de Menem, soldados de Duhalde?”). Nadie lo sabía. No hacían ruido. Filmus a cargo de educación. Galmarini. Prolijos empleados trabajando para la Revolución Productiva y aprovechando los beneficios del indulto… y al final… las indemnizaciones.

c) Con Kirchner les llegó la hora. Entonces ya no se trató de demonizar el gobierno militar o incorporarse a la vida civil. Había que hacer realidad la patria socialista y “vengarse”

d) Durante todo este tiempo, arrancando con Alfonsín, la izquierda ocupaba silenciosamente lugares en educación, cultura, los medios y preparaba los ingredientes y enseñaba “relatos” a los niños en las escuelas mientras los “PADRES ARGENTINOS QUE HABÍAN VIVIDO LOS 70 RECIBÍAN LECCIONES DE SUS HIJOS Y NIETOS SOBRE LO QUE HABÍA PASADO Y CALLABAN, POR COBARDES, POR CÓMODOS Y POR PELOTUDOS”.

Y sigue pasando, como mucho imbécil que escucha que su hija disfrazada de verde le explica que un tipo con pito puede ser una mujer con un poco de “control mental”. Afortunadamente aparecieron Laje y Marquez.

Nosotros perdimos la guerra. La democracia perdió la guerra. Militar, social y culturalmente. Le entregamos el país a la subversión setentista.

Gabriel Vénica 

De su C.V.

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ANTECEDENTES ACADÉMICOS

MASTER BUSINESS ADMINISTRATION en Dirección de Empresas ¿EDDE UADE- 

POST GRADO EN MARKETING ¿ UADE (1998)

COMERCIO EXTERIOR ¿ Escuela Argentina de la Exportación ¿ Banco de Boston (1991)

DERECHO ¿ Universidad Nacional del Litoral (1989)

FILOSOFIA / TEOLOGIA ¿ U.C.A. (Argentina) y U.C.C. (Chile) (1986)

PEDAGOGÍA ¿1 AÑO- Instituto Superior de Pilar (1982)

martes, 3 de mayo de 2022

Gloria eterna a los Héroes de Malvinas

 

Guerra de Malvinas: el comando que murió dos veces y siguió combatiendo después de muerto

La historia del teniente Roberto Estévez y su sección Bote, que combatió en Pradera del Ganso y malherido luchó hasta el final. Cómo sus hombres sienten que los protegió aun cuando ya estaba sin vida. El relato del conscripto que lo vio caer en la batalla

El teniente Roberto Estevez (izquierda) y el soldado Carlos Grazziani
El teniente Roberto Estevez (izquierda) y el soldado Carlos Grazziani

Al hacer el curso de comando, el teniente de 25 años Roberto Estévez, tuvo un paro cardíaco: lo tuvieron que resucitar. Es que en esa época el adiestramiento de las tropas especiales argentinas era tan duro que, por ejemplo, en el año 1980 murieron dos cursantes. Quizá por eso presintió que no volvería del campo de batalla, cuando partió para Malvinas al frente de una sección del Regimiento 25 de Infantería.

Y antes de embarcarse con sus hombres, le escribió una conmovedora carta a su padre, que debería ser de lectura obligatoria en todas las escuelas del país. Reza así:

“Querido Pipo:

Cuando recibas esta carta yo ya estaré rindiendo mis acciones a Dios Nuestro Señor. Él, que sabe lo que hace, así lo ha dispuesto: que muera en cumplimiento de la misión. Pero fijate vos ¡qué misión! ¿Te acordás cuando era chico y hacía planes, diseñaba vehículos y armas, todo destinado a recuperar la islas Malvinas y restaurar en ellas Nuestra Soberanía?

Dios, que es un Padre Generoso, ha querido que este, tu hijo, totalmente carente de méritos, viva esta experiencia única y deje su vida en ofrenda a Nuestra Patria. Lo único que a todos quiero pedirles es:

1) Que restaures una sincera unidad en la familia bajo la Cruz de Cristo,

2) Que me recuerden con alegría y no que mi evocación sea apertura a la tristeza, y muy importante,

3) Que recen por mí.

Pipo, hay cosas que, en un día cualquiera no se dicen entre hombres pero que hoy debo decírtelas. Gracias por tenerte como modelo de bien nacido, gracias por creer en el honor, gracias por tu apellido, gracias por ser católico, argentino e hijo de sangre española, gracias por ser soldado, gracias a Dios por ser como soy y que es el fruto de ese hogar en que vos sos el pilar. Hasta el reencuentro, si Dios lo permite. Un fuerte abrazo. Dios y Patria ¡O muerte! Roberto”.

La carta del teniente Estévez a su padre
La carta del teniente Estévez a su padre

El Toto Estévez murió en Darwin en los brazos del conscripto Sergio Rodríguez, quien me relató circunstancias poco conocidas de ese combate.

Para integrar su sección Bote de la Compañía C, que estaría integrada por los AOR (Aspirantes a Oficiales de Reserva), Estévez seleccionó cuarenta conscriptos egresados del colegio secundario. “Fue más dura la instrucción que el combate mismo –rememora Rodríguez–. Y, obviamente, eso nos sirvió mucho a la hora de la verdad. Dormíamos poco, porque aprendíamos a orientarnos y desplazarnos en la noche sin hacer ruido, salíamos al campo, manejábamos ametralladoras, fusiles, ahorcadores, puñales. Todo eso nos permitió combatir como lo hicimos”.

Con destreza. Según el historiador británico Martin Middlebrook, la sección Bote fue la más eficaz de las que combatieron en Darwin. En añadidura, fue justamente un hombre de Estévez, el soldado de 18 años Oscar Ledesma, quien abatió, en un mano a mano, nada menos que al jefe de los paracaidistas británicos, el teniente coronel Herbert Jones.

Es que el joven oficial, en muy poco tiempo supo transmitirle a sus conscriptos espiritualidad, valores, principios y fortaleza.

Estévez en la escuela militar
Estévez en la escuela militar

En Darwin seguían haciendo instrucción. Estévez les recordaba constantemente que debían tener siempre tres cosas en muy buen estado: las armas, las manos y los pies.

El 27 de mayo por la noche, el teniente coronel Ítalo Piaggi le ordena al joven oficial que realice un contraataque, para recuperar el terreno perdido por la Compañía A del Regimiento 12. A las siete de la mañana del 28 la sección Bote entra en combate y pelea encarnizadamente hasta el mediodía.

Junto con el grupo del subteniente Ernesto Peluffo apenas si ascendían a sesenta hombres. Enfrente tenían a la Compañía A de paracaidistas británicos, que los superaba en número y estaba apoyada por el fuego de las fragatas.

Le pregunté a Rodríguez: ¿cómo resistieron cinco horas? “Fue la formación que nos dio Estévez. Sabíamos lo que la gente estaba esperando de nosotros y éramos conscientes del momento histórico que nos tocaba vivir. El 1 de abril, cuando se hizo el juramento a la bandera en el buque Almirante Irízar, nos emocionamos hasta las lágrimas, nos abrazamos como hermanos; fue cuando se consolidó definitivamente la sección”.

La jura de Estévez junto al Regimiento de Infantería 25 en Pradera del Ganso
La jura de Estévez junto al Regimiento de Infantería 25 en Pradera del Ganso

Aquella mañana del 28 de mayo, todavía estaba oscuro cuando Sergio Rodríguez escuchó el grito: “¡A las posiciones!”. Y empezó a correr hacia adelante tirando con su ametralladora. Pero un morterazo hiere de gravedad a Zabala, el conscripto que le llevaba los valijines con la munición, y a Rodríguez lo alcanza una esquirla.

“Le pedí a Dios que no me dejara morir ahí”, me cuenta. “Aún conservo mi rosario manchado de sangre; me lo había dado mi madre y me protegió”.

El soldado Sergio Rodríguez: Estévez murió en sus brazos
El soldado Sergio Rodríguez: Estévez murió en sus brazos

Rodríguez estaba herido en el perineo y tenía abierta una parte de la pierna. Se arrastró hasta el primer pozo que encontró, y se zambulló en él con su ametralladora. Lo primero que escuchó fue al cabo Castro rogándole que ponga fin a su sufrimiento. Había sido alcanzado por un proyectil incendiario y se estaba quemando vivo; olía a carne chamuscada. Gritaba: “Rodríguez, máteme!”. El conscripto no era capaz de hacerlo. Castro lo insultaba e insistía: “¡No me deje morir así!”. Después empezó a pedirle lo mismo al soldado Romero, hasta que expiró.

En medio de la lluvia de balas, llega al pozo de Rodríguez el teniente Estévez, herido en la pierna y en un brazo, pero llevando en el otro su arma y la radio. Le pasa la ametralladora a un soldado del Regimiento 12 y le ordena tirar. En ese momento, cuando empieza a aclarar, los ingleses hacen el primer repliegue de los tres que se vieron forzados a realizar. ¡Nada menos que tres veces fueron rechazados por los soldados de Estévez!

La feroz batalla de Pradera del Ganso
La feroz batalla de Pradera del Ganso

Aumenta aun más el volumen del fuego enemigo, y unas esquirlas rozan la cabeza de Rodríguez. Al advertir los hilitos de sangre que corrían por la cara del conscripto, Estévez le ordena que reemplace su boina por el casco de un soldado muerto del Regimiento 12. Aún malherido, el joven oficial se preocupaba por sus hombres, multiplicándose en la acción: seguía tirando con un solo brazo, hablaba por radio con el puesto comando, arengaba a la tropa.

En ese momento un tercer impacto le pega en el pómulo derecho y cae en los brazos de Rodríguez; balbucea algo ininteligible y muere.

Sin embargo, hasta sin vida, el teniente Estévez iba a seguir protegiendo a sus hombres. Continuaría combatiendo después de muerto, cual redivivo Cid Campeador.

Herido combatió hasta el final, cuando un proyectil dio en su pómulo y cayó en combate (Comisión de familiares de caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur)
Herido combatió hasta el final, cuando un proyectil dio en su pómulo y cayó en combate (Comisión de familiares de caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur)

Como las posiciones estaban hechas de turba y chapas, muy vulnerables ante el enorme volumen de fuego que recibían, los conscriptos sacaron del pozo el cuerpo inanimado de su jefe y lo pusieron en el borde, a modo de parapeto. “El teniente nos salvó la vida con su cuerpo”, atestigua Rodríguez.

Claro que, a raíz de ello, su rostro queda desfigurado. Afortunadamente, tras finalizar la batalla, el subteniente Gómez Centurión logra reconocerlo por la forma en que se ataba los cordones de los borceguíes, y le da cristiana sepultura.

Tras la muerte de Estévez, sus hombres se ponen a rezar y luego continúan combatiendo hasta agotar la munición. Ahí se demostró el viejo postulado, que una buena unidad puede funcionar sin su jefe. El liderazgo de Estévez fue tan potente que trascendió su desaparición física.

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(https://www.infobae.com/sociedad/2022/05/03/guerra-de-malvinas-el-comando-que-murio-dos-veces-y-siguio-combatiendo-despues-de-muerto/?fbclid=IwAR2xXFlSkmCsPaGj7noJ78yqVVzLp2EtulrAJF7-NwJ_423zvYDlsG_W0CY)

Nuestra Señora de Luján es Patrona de la Argentina y su manto es Nuestra Bandera Nacional

 



A pesar de la dolorosa separación con la Madre Patria España, Argentina conservó, esencialmente, lo mejor de España: su cultura, su idioma y, sobre todo, su religión, la Religión Católica Apostólica Romana. Fue gracias a esto que nuestros próceres, todos católicos, fueron en su mayoría grandes devotos de la Virgen. Así, por ejemplo, el General San Martín, la nombró Generala del Ejército de los Andes; el General Manuel Belgrano la nombró a su vez Generala del Ejército Argentino y, además, tomó los colores celeste y blanco de su manto de Inmaculada Concepción, para nuestra Bandera Nacional, de manera que cuando besamos la Bandera, pareciera que besamos el manto de la Inmaculada de Luján y cuando besamos el manto de la Inmaculada de Luján, pareciera que besamos nuestra Bandera.

Por otra parte, la Inmaculada Concepción de Luján es la Dueña y la Patrona de la Nación Argentina, porque cuando todavía formábamos parte de la España de Ultramar, cuando todavía éramos Provincias Españolas de Ultramar y sufrimos el ataque del pirata inglés, fue la Virgen de Luján la que con su auxilio celestial permitió rechazar a los invasores ingleses, que pretendían, como lo hicieron a lo largo de su historia y lo continúan haciendo, quedarse con nuestras tierras a sangre y fuego. Fue la Inmaculada Concepción de Luján la que nos concedió el auxilio divino para repeler al agresor inglés primero y fue Ella la que nos dio la identidad nacional, hispana y católica, al tomar el General Belgrano los colores de su manto para crear nuestra Enseña Nacional. Fue la Virgen de Luján, junto a Nuestro Señor Jesucristo, quien nos dio nuestra identidad nacional, hispana y católica.

Nuestra Patria Argentina vive una de sus crisis más graves y profundas, al estar amenazada por oscuras fuerzas, desde el exterior pero también desde un grupo sectario que ha hecho nido en el seno mismo de la Patria. Sólo podremos salir de esta crisis, si acudimos suplicantes a implorar el auxilio de Nuestra Madre, Dueña y Patrona de Argentina, Nuestra Señora de Luján.