Nuestra Señora de Malvinas

jueves, 24 de mayo de 2018

El 25 de Mayo y la fundación de la Patria Hispana y Católica



         Probablemente las palabras más verdaderas acerca del 25 de Mayo de 1810 y que al mismo tiempo describen la esencia y la hermosura de este día patrio, sean las pronunciadas por el P. Fray de Castañeda, testigo de la época. Dice así el P. Castañeda, refiriéndose al 25 de Mayo: “...en este día, todos con entusiasmo divino, llenos de piedad, humanidad y religión, debemos postrarnos delante de los altares, confesando a voces el ningún mérito que ha precedido en nosotros a tantas misericordias”[1]. No son solo lo que son –palabras piadosas y hermosas-, sino que son palabras que definen la esencia misma del 25 de Mayo. Primero, se dirige a “todos” los argentinos, lo cual ya nos indica que las banderías políticas deben dejarse de lado absolutamente en este día porque cuando se trata de la Patria, la Patria está por encima de cualquier ideología política y cualquier ideología política debe subordinarse a la Patria. La Patria está por encima de todo y sólo Dios está por encima de la Patria. De aquí vemos ya el profundo daño que los partidos políticos hacen a la Patria, al dividir a los argentinos en grupos antagónicos cuyo objetivo es el enfrentamiento contra el hermano para someterlo y subyugarlo a su propia ideología.  
Luego de llamar a “todos” los argentinos, el P. Castañeda hace referencia al origen celestial y sobrenatural de los acontecimientos que desembocaron en este día patrio y que son los que le dan su hermosura: “…en este día, todos, con entusiasmo divino –esto es, movidos por la gracia, que nos permite reconocer el origen celestial de este magno día-, llenos de piedad, humanidad y religión –llenos de toda clase de bienes espirituales, que sólo pueden ser concedidos por la gracia-, debemos postrarnos ante los altares”: éste es el reconocimiento, por parte del P. Castañeda, del origen celestial del 25 de Mayo, porque si no fuera así, no tendría razón de ser que nos postremos ante los altares eucarísticos, y sin embargo, el P. Castañeda nos anima a esto, precisamente, a postrarnos ante los altares eucarísticos en acción de gracias a Dios por habernos concedido un día tan magno, tan grandioso, tan maravillosamente celestial.
Continúa el P. Castañeda afirmando que debemos postrarnos ante los altares para confesar, precisamente, que este día patrio viene de Dios y de su misericordia: “(…) confesando a voces el ningún mérito que ha precedido en nosotros a tantas misericordias”. Esto es, que el 25 de Mayo es un don divino que nosotros los argentinos no lo merecimos de ninguna manera, pero que Dios nos lo dio por su Infinita Misericordia.
En otro momento, afirma el P. Castañeda de modo más explícito que el 25 de Mayo es obra de la Divina Voluntad y no de la voluntad de los hombres: “Por nuestra parte, ninguna cosa buena hemos hecho (...) y aún la del 25 de Mayo no es obra nuestra, sino de Dios”[2]. El 25 de Mayo es Opus Dei, es obra de Dios, dice el P. Castañeda, y esta aseveración se comprueba cuando constatamos la cantidad de males de las que el 25 de Mayo nos libró, el más g rave de todos, el perder nuestro Ser nacional hispano y católico, porque si algo distingue al 25 de Mayo, es que la separación de la Madre Patria fue meramente política y con el fin precisamente de no perder lo que éramos, una parte de la España católica. En otras palabras, el 25 de Mayo se llevó a cabo para preservar la identidad hispana y católica, amenazadas por el monstruo imperial anglo-francés y es por eso que podemos afirmar, con toda veracidad, que el 25 de Mayo es el día de la fundación de la Patria Argentina Hispana y Católica.
         En otra parte, el P. Castañeda, también refiriéndose al 25 de Mayo, dice qué es este día; es decir, luego de describir su origen –Dios-, nos lo describe en su esencia: “(...) el día Veinticinco de Mayo es (un día) solemne, sagrado, augusto y patrio...”. Es un día “solemne, sagrado, augusto y patrio”, un día verdaderamente santo, porque es un don de Dios Tres veces Santo y por ser un don de Dios, es un día solemne, augusto, maravilloso, verdaderamente patrio y es con este espíritu con el cual debemos festejar este día. Por contrapartida, podemos ver cuánto daño hacen los políticos de cualquier ideología cuando, por intereses mezquinos, convierten a este día patrio en una ocasión de mítin político, rebajándolo a una rastrera oportunidad para hacer politiquería que nada bueno aporta a la Nación.  
Continúa el P. Castañeda, en relación a la esencia de este día patrio: “(...) el día 25 de Mayo es el padrón y monumento eterno de nuestra heroica fidelidad a Fernando VII; es también el origen y el principio de nuestra absoluta independencia política; es el fin de nuestra servidumbre. Es y será siempre un día memorable y santo, que ha de amanecer cada año para perpetuar nuestras glorias, nuestro consuelo y nuestras felicidades”[3]. Parece una contradicción que sea “monumento de fidelidad” y al mismo tiempo “origen de la independencia”, pero es solo una contradicción aparente: el 25 de Mayo es “padrón y monumento” de nuestra “heroica fidelidad” al rey de España porque éste último había caído prisionero de los franceses y por lo tanto no tenía poder sobre estas tierras, pero los patriotas de Mayo, inspirados por Dios, se declararon fieles hijos de la Madre Patria España, al Rey y, sobre todo, a la religión católica, porque no aprovecharon este momento de debilidad para la rebelión, sino para manifestar su unión indisoluble al Rey y a España, asumiendo el auto-gobierno de la Patria según lo establecían las leyes de España para situaciones como las que se vivían en ese entonces. Por otra parte, el 25 de Mayo, afirma Castañeda, “Es también el origen y el principio de nuestra absoluta independencia política; es el fin de nuestra servidumbre” y es así porque es el origen de nuestra independencia política –concretada al asumir el auto-gobierno previsto en la ley de entonces-, pero no religiosa ni cultural, porque gracias al 25 de Mayo nos mantuvimos fieles hijos de España católica, proclamándonos fieles a la cultura y a la religión. Entonces, porque nos declaramos fieles al Rey y en fidelidad al Rey y a las leyes vigentes asumimos el auto-gobierno de la Patria, es que es “padrón y monumento de fidelidad al Rey”, pero al mismo tiempo el 25 de Mayo es el origen de nuestra independencia política porque puso fin -antes de comenzar- a la servidumbre a la que nos quería someter el imperio anglo-francés. Parece una contradicción, pero no lo es en absoluto y al revisar los acontecimientos, se resalta no solo la nobleza de los Patriotas de Mayo, sino ante todo el origen divino del 25 de Mayo, como dice Castañeda, porque si nos lo hubiéramos propuesto hacerlo por nosotros mismos, no sería el día “sagrado, augusto y patrio” que es en sí mismo. Por todas estas razones, uniéndonos al P. Castañeda, afirmamos que el 25 de Mayo de 1810 “es y será siempre un día memorable y santo, que ha de amanecer cada año para perpetuar nuestras glorias, nuestro consuelo y nuestras felicidades” y será así porque será el día en el que conmemoremos que, como Nación y como Patria, nacimos hispanos y católicos.



[1] Cfr. Guillermo Furlong, Fray Francisco de Paula Castañeda. Un testigo de la Patria naciente, Ediciones Castañeda, 1994, 381-382.
[2] Cfr. Castañeda, ibidem.
[3] Cfr. Castañeda, ibidem.

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