Nuestra Señora de Malvinas

martes, 8 de mayo de 2018

Nuestra Señora de Luján y el Ser Nacional Argentino



         Desde que las naciones se constituyeron en los modernos estados tal como los conocemos en el día de hoy, tuvieron siempre algo fundante en sus inicios, algo que marcó, como una impronta indeleble, el ser de esa nación que se constituía, precisamente, en estado. En algunos, será una batalla; en otros, un evento trágico; en otros, una revolución; en otros –peor aún- será un hombre que, con su arrogancia y despotismo, marcará a toda la nación a hierro y fuego –como por ejemplo, los países comunistas como Corea del Norte con Kim Il Sung, la Unión Soviética con Stalin, China con Mao Tsé Tung, etc., todos tiranos inhumanos-. En muy pocos países, el tránsito hacia de la nación hacia el estado moderno será de origen sobrenatural y celestial, como en el caso de Argentina.
         En efecto, en Argentina, no fueron los hombres los que constituyeron, ni la nación, ni el estado nacional, sino la Madre de Dios, con su manifestación milagrosa a orillas del río Luján. Fue la Virgen la que quiso quedarse en nuestras tierras, aun antes de que fuéramos Nación y Estado argentino, para que cuando naciéramos, tuviéramos la impronta suya, la huella indeleble del amor maternal y celestial de la Madre de Dios. De tal manera esto fue así, que nuestro Ser Nacional Argentino se originó, sin lugar a dudas, en torno a la Virgen de Luján. A partir de la milagrosa presencia de la Virgen en Luján, por el milagro de las carretas, y en lo sucesivo, toda nuestra vida nacional giró en torno y a los pies de Nuestra Señora de Luján y en situaciones tan trascendentales como por ejemplo, la elección de la Bandera Nacional. Como es sabido y ha sido estudiado y comprobado por renombrados historiadores, el General Manuel Belgrano, el creador de la Bandera Nacional Argentina, tomó los colores del manto celeste y blanco de la Inmaculada de Luján, “de la cual era ferviente devoto”, tal como lo relata en primera persona el hermano del General, el Sargento Belgrano.
         La Virgen de Luján estuvo desde antes incluso que fuéramos nación argentina y estado argentino; está entre nosotros en la etapa embrionaria, si así puede decirse, cuando pertenecíamos con orgullo a la Madre Patria España como una de las Provincias Ultramarinas de España. Estuvo con nosotros antes de nacer como Nación Argentina, nos dio los colores de nuestra enseña Nacional, estuvo en todo acontecimiento trascendente para la Nación y continúa estándolo, porque es una Madre amorosa que no se olvida de sus hijos argentinos. Somos nosotros, los argentinos, los que nos comportamos con Ella, la mayoría de las veces, como hijos desagradecidos y desamorados. Todos los males que nos aquejan como Nación desaparecerán, como cera que se derrite al fuego, cuando nos postremos, como Nación, ante la Dueña y Patrona de la Nación Argentina, la Inmaculada Virgen Virgen de Luján y depositemos en sus maternales y amorosas manos los problemas que nos agobian como Nación.

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