

Nuestra Señora de Malvinas
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jueves, 21 de mayo de 2020
miércoles, 20 de mayo de 2020
En memoria del personal militar asesinado el 17 de Mayo de 1976 en el monte tucumano

Por ARIEL VALDIVIEZO
JUAN ANGEL TOLEDO PIMENTEL, Teniente Primero (médico) fallecido.
ALBERTO EDUARDO LAI, Sargento (enfermero) fallecido.
CARLOS ALBERTO CAJAL, Soldado (enfermero) fallecido
PEDRO RAUL ZOLÓRZANO, Mayor (médico) herido grave.
Siento la necesidad de rendir un gran homenaje al personal de sanidad del Ejército Argentino, no me refiero ahora en su lucha contra coronavirus, lo cual es muy loable y digno de admiración, sino a todos aquellos que a la par de las tropas de combate en el monte de Tucumán se preocuparon para salvar las vidas en esos cruentos combates, tantos de uno como del otro bando.
Los hechos que a aquí relato, fueron de público y notorio conocimiento, han sido olvidados por una aberrante “Política de Estado”, que fue impuesta durante el gobierno de Kirchner y mantenida hasta la fecha por todos los gobiernos subsiguientes. Todo al extremo de que hace pocos días fueron liberados tanto políticos presos por corrupción como también, asesinos, violadores y delincuentes de toda laya. Mientras los uniformados y civiles que salvaron la vida de la República de la lacra de los terroristas guerrilleros, son mantenidos presos luego de ser juzgados y condenados a muerte mediante falsas sentencias en los juicios a los que he llamado mal paridos, por medio de jueces prevaricadores que hacen que carezcan de los más mínimos derechos establecidos en la Constitución Nacional.
Desgraciadamente estamos gobernados ahora por estos personajes, gracias a la ambigüedad, cobardía, cinismo e hipocresía del pueblo argentino, y cuando digo pueblo me refiero a todos los estratos de la sociedad, por supuesto que en esa amplia gama de su composición existen honrosas excepciones.
De estos hechos que voy a relatar fui testigo presencial de los mismos, era enero del año 1976 en que llegué como Teniente Primero destinado al Regimiento 19 de Infantería que tenía su asiento en la ciudad de Tucumán, siendo nombrado de inmediato Jefe de una de sus compañías de combate, en ese momento ya en plena operaciones contra la guerrilla que había ocupado militarmente un tercio de la provincia de Tucumán con intención de declararla zona liberada, lo que ya era de hecho y así desmembrarla del territorio Nacional, creando una nueva Nación.
Con la incorporación por primera vez de soldados de 18 años se me ordenó hacerme cargo de su instrucción para que aprendieran a combatir en el monte, actividad que duró cuatro meses la que fue intensa pues sabía que de ello dependería el salvar o perder la vida de la Nación. Terminada esta actividad y conformada definitivamente mi Compañía de combate, compuesta por 120 hombres aproximadamente entre oficiales, suboficiales y soldados de 18 y 20 años y personal de logística (Choferes, cocineros, enfermeros, etc.), se me ordena marchar a combatir en la zona de Santa Lucia, zona muy caliente donde se habían desarrollados los combates más importantes del Operativo Independencia como los de las Mesadas donde mueren dos Jefes importantes del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), Asdrubal Santucho hermano de Mario Roberto Santucho líder de esa organización y un tal Maldonado ambos con el grado de Capitán, el combate de Acheral y otros.
Para que se tenga una idea de la gravedad y la capacidad de esta guerrilla, esta localidad, la de Santa Lucía en 1974, había sido tomada por el ERP, juzgaron con tribunales del pueblo y condenaron a dos personas que fueron fusiladas delante de sus hijos, esposas y el resto del pueblo, según ellos por traidores a su causa, estas dos personas eran Saraspe e Ibarra.
Como este escrito tiene solo la intención de rendir honores a estos héroes que son anónimos como producto de la aberrante política de estado y la complicidad de los altos mandos del ejército, razón por la cual voy a ser muy escueto, pero si alguien tiene intenciones de ampliar este tema puede buscarlos en los siguientes Link:
https://prisioneroenargentina.com/index.php/2018/05/17/en-memoria-de-los-medicos-militares-asesinados-durante-el-operativo-independencia-denuncia-ante-el-presidente-y-al-pueblo-de-la-nacion-argentina-1ra-parte/
https://prisioneroenargentina.com/index.php/2018/05/18/denuncia-ante-el-presidente-y-al-pueblo-de-la-nacion-argentina-2da-parte/
https://prisioneroenargentina.com/index.php/2018/05/19/denuncia-ante-el-presidente-y-al-pueblo-de-la-nacion-argentina-3ra-parte/
Por razones que no vienen al caso, se me ordenó entregar los camiones al Regimiento 19, de tal manera que para poder concurrir a Santa Lucía, ya sea para recibir órdenes o para retirar los víveres, el Señor Manuel Avellaneda, administrador de la finca Nogues Hnos. me prestó un tractor con tres carros cañeros, debiendo diariamente pasar por el pueblito de Caspinchango dominado y controlado por la guerrilla donde muchos de sus habitantes pertenecían al ERP. En los primeros días se detectan soldados con hepatitis, por lo que solicité la presencia de los médicos quienes llegaron a mi base de combate el 17 de mayo de 1976 aproximadamente a las 08,00 Hs y estuvieron hasta pasado el mediodía poniéndonos gammaglobulina a cada integrante del Eq Com, la demora se debió a que a cuatro kilómetros de mi base tenía una Sección de Combate en pleno monte y debí hacerlos venir de a cinco por vez para que también fueran inyectados. La guerrilla recibió el informe que pasaban los vehículos mencionados, el tractor y los tres carros cañeros, todos los días por el lugar con sólo seis soldados y uno o dos suboficiales y eventualmente iba a recibir órdenes.Llegado a la Zona de Operaciones con mi Compañía el 12 de mayo de 1976 constituida como Equipo de Combate (Eq Com) se me adjudica la responsabilidad de una zona llamada Caspinchango y la propia zona de Santa Lucía al otro Eq Com que era del Regimiento 28 de Infantería de Monte con asiento en Tartagal, Provincia de Salta.
Es este día fatídico en las primeras horas de la mañana recibo los camiones que me habían sido sacado y tal aspecto impidió que pudieran concretar la emboscada al suscrito o a mi personal ya que pasamos por el lugar con los camiones, sin que la guerrilla se atreviera atacarnos.
Cuando el personal sanitario pasó por el lugar de la emboscada, a 300 metros aproximadamente del caserío de Caspinchango hacia mi base de combate, no fueron emboscados ya que la misma había sido preparada esperando el tractor con los carros cañeros en dirección contraria. Al terminar de vacunarnos a su regreso fueron emboscados y asesinados, mediante detonación de dinamita. Una guerrillera de nombre de guerra “Paula”, se encargó de rematarlos haciéndoles volar los sesos, a pesar de que se trasladaban en una ambulancia con el signo de la cruz roja internacional, al igual que sus cascos y sus brazaletes, lo que sí fue un verdadero crimen de guerra. Pese a ser denunciado en el juicio ilegal que se me hizo, el Tribunal Oral de Tucumán con sus jueces prevaricadores, desconocieron estos hechos, de esta forma se volvió a esconder la verdad, y permitieron que los mismos asesinos de los médicos declararon en mi contra, también el ex presidente Macri y el pueblo de la Nación desconoce mi denuncia que les hiciera en los link mencionados precedentemente.
Este homenaje, que corresponde lo hiciera el Ejército a sus hombres, también cobardemente han sido ocultados por sus altos mandos, y recién, hace poco tiempo se le está rindiendo honores a algunos de los muertos en Tucumán, y vergonzosamente este reconocimiento comenzó con Macri un poco antes de las elecciones. Nunca este personal de sanidad recibió el menor reconocimiento, porque de ser así deberían reconocer dos aspectos principales, la existencia de la guerra en el monte tucumano, y un verdadero crimen de guerra de lesa humanidad, con lo cual tendrían que juzgar a los guerrilleros, y esto lo ocultan de la misma manera que la justicia declaró que el asesinato del Teniente Coronel Larrabure no era de lesa humanidad, protegiendo a los terroristas y asesinos que componían las organizaciones guerrilleras.
Por eso hoy 17 de mayo de 2020, este coya, que fuera atendido y cuidado por estos sanitaristas rinde homenaje luego de 44 años a héroes, que la política y el Ejército intenta hacer desaparecer, olvidando que la historia es un corcho que sumergido en el agua cuando lo sueltan siempre emerge con la verdad.
Ahora pregunto, ¿Tienen estos hombres, los médicos, enfermeros y soldados de sanidad, menos valor que un Capitán Cáceres o un Capitán Viola? Particularmente creo que no y es por ello que, como Teniente Coronel, juzgado ilegalmente, rindo honores a estos no menos héroes que otros muertos en esos tristes años de nuestra historia y que se oculta vergonzosamente, para mantener vivo el odio y la falsa memoria sobre la realidad de la ferocidad de estas organizaciones asesinas, empeñadas en tomar el poder por las armas.
PP – VGMT (PRESO POLÍTICO Y VETERANO DE GUERRA EN EL MONTE TUCUMANO)
Ariel Valdiviezo.
PrisioneroEnArgentina.com
Mayo 17, 2020
(https://prisioneroenargentina.com/index.php/2020/05/16/en-memoria-del-personal-militar-sanitario-asesinado-el-17-de-mayo-de-1976-en-el-monte-tucumano/?fbclid=IwAR0G7prSEuEMZOuNzYnoA__vyC3iLVjLxLf5r86hollSDOwxpQQdJ27etuw)
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viernes, 11 de octubre de 2019
El primer combate en el monte tucumano
A comienzos de 1975, en Tucumán, la guerra revolucionaria iniciada una década antes por las bandas guerrilleras dio un salto cualitativo.
Desde el año anterior el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) de Mario Roberto Santucho había apostado una “Compañía de Monte” para operar en la provincia norteña con la intención de separarla del resto del país y buscar el reconocimiento internacional del territorio seccionado. En respuesta a ese desafío, el gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón tomó la decisión a fines de 1974 de eliminar la amenaza. Por decreto ordenó a las Fuerzas Armadas la misión de “neutralizar y/o aniquilar el accionar de los elementos subversivos” en la zona. Nacía así la “Operación Independencia”.
Hace 44 años se libró el primer combate de aquella campaña. Fue el 14 de febrero de 1975 en el río Pueblo Viejo, unos 60 kilómetros al sudoeste de la capital provincial. Un Equipo de Combate (EC) del Ejército compuesto por unos 60 hombres, de regreso de una misión de exploración bordeando el curso de agua de oeste a este, se topó con una columna del ERP de entre 20 y 30 insurrectos que parecía retirarse del sector de norte a sur.
Al frente del destacamento militar iban un cabo 1° y el Teniente Rodolfo Richter. Más atrás avanzaban el jefe del EC, capitán Juan Carlos Jones, y el Teniente 1° Héctor Cáceres. No era habitual ese orden de marcha, con los cuadros en posición tan avanzada. Pero el Ejército lo había dispuesto así para desmentir la propaganda del ERP que acusaba a los oficiales de esconderse en la retaguardia para exponer a los soldados.
Eran cerca de las 17 de una tarde calurosa y húmeda cuando Richter, quien al igual que Cáceres era paracaidista y “comando”, divisó un guerrillero al frente. De inmediato se lanzó a perseguirlo haciendo fuego con su fusil. Pero en la veloz carrera no percibió a un segundo subversivo oculto que le disparó un escopetazo por la espalda. Gravemente herido, Richter quedó tumbado, pidiendo auxilio.
Detrás de él marchaba Cáceres. Richter pensó que, al verlo herido, esperaría el momento oportuno para acercarse. Pero Cáceres no esperó. Sin dudarlo se arrojó cuerpo a tierra al lado del oficial herido mientras arreciaba el tiroteo entre las vanguardias de las dos formaciones. Ese indudable acto heroico tuvo un alto precio. Un disparo de FAL hirió a Cáceres en el hombro, atravesó el omóplato y fue directo al corazón. El teniente 1° emitió un quejido y quedó muerto. Tenía 29 años y se convirtió en el primer oficial del Ejército con aptitud de “comando” caído en combate.
El enfrentamiento fue intenso pero breve. Ante el despliegue del Ejército y el apoyo de helicópteros, los guerrilleros se replegaron dejando dos muertos sobre el terreno. Los militares habían sufrido un muerto, y tres heridos, uno de ellos, Richter, de extrema gravedad.
Había recibido diez perdigones de escopeta: dos fueron al pulmón, uno pegó en la columna y los demás se alojaron en otras partes del cuerpo. Por causa de esas lesiones quedaría paralítico para el resto de sus días. Tenía entonces 26 años.
Así terminó el primer combate en el monte contra la guerrilla de izquierda. El heroísmo del capitán post mortem Héctor Cáceres cayó en el olvido, mientras que cuatro de los oficiales que se batieron ese día de hace 44 años hoy están presos, acusados de presuntos delitos de lesa humanidad por acciones posteriores. Richter, en tanto, permaneció en el Ejército hasta 1991, cuando con el rango de teniente coronel se retiró para dedicarse al estudio y la docencia universitaria.
Con mucho esfuerzo, y después de atravesar exigentes programas de rehabilitación, el impetuoso “comando” pudo recibirse como licenciado en ciencia política, para luego ser ayudante de cátedra y profesor. Escribió además dos libros, uno en coautoría con el ex miembro del ERP, Carlos Gabetta, en el que estampan sus visiones discrepantes sobre la violencia setentista.
Richter no reniega de su pasado militar, al que recuerda con el orgullo de haber pertenecido a un Ejército que tenía una misión que cumplió con coraje y eficacia. Su inquietud está dirigida más bien a los derrotados que, con obstinada laboriosidad, no dejan de reescribir la historia del interminable conflicto de los años ’70.
“El problema -se lamenta- es que un día venga un tipo y me diga: ‘Rodolfo, vos te caíste en la bañadera, estás en la silla de ruedas porque te caíste en la bañadera, vos no combatiste nunca, no existió la Operación Independencia’. Y a eso van. Me están cambiando la historia y no quiero que cambien la historia que yo viví”.
(*) Autores de "El otro demonio", cuyo capítulo 7 está dedicado al Teniente coronel Richter.
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