Al estudiar
el origen de los colores de la Bandera Nacional Argentina, se deben tener en
cuenta dos hechos esenciales, de modo de no caer en lugares comunes llenos de
falsedades, como que la Bandera Argentina lleva los colores del cielo.
El primero,
es el hecho histórico, comprobado, de la existencia de la devoción a la Inmaculada
Concepción en el Virreynato del Río de la Plata y de la utilización de los
colores de la Inmaculada como enseña distintiva para las Indias. Dice
así el historiador Vicente Sierra[1], de quien tomamos la siguiente
recopilación: “Cuando el rey Carlos III consagró España y las Indias a la
Inmaculada en 1761, y proclamó a la Virgen principal Patrona de
sus reinos; creó también la Orden Real de su nombre, cuyos
caballeros recibían, como condecoración, el medallón esmaltado con la imagen
azul y blanca de la Inmaculada, pendiente al cuello de una cinta de tres
franjas: blanca en el medio, y azules a los costados. El artículo 40 de los
estatutos de la Orden, retomados en 1804, dice: ‘Las insignias serán una
banda de seda ancha dividida en tres franjas iguales, la del centro blanca y
las dos laterales de color azul celeste”[2]. Según este dato, entonces, ya desde la
época del rey Carlos III, tanto España como las Indias, estaban consagradas
a la Virgen, en cuyo honor se crea la Orden Real de la
Inmaculada, que lleva los colores azul y blanco. El otro dato histórico
incontrastable es el de
la devoción mariana del General Belgrano, en particular a la Inmaculada Concepción
y en el hecho de que fue un acto de devoción mariana el elegir los colores de
la Bandera Argentina tomándolos del Manto de la Virgen: así lo afirma un
historiador, Guillermo Furlong, quien profundiza en la devoción
mariana del General Belgrano, y la relaciona con la creación de la insignia
nacional: “…al fundarse el Consulado en 1794, q1uiso Belgrano que su patrona
fuese la Inmaculada Concepción y que, por esta causa, la bandera
de dicha institución monárquica constara de los colores azul y blanco. Al
fundar Belgrano en 1812 el pabellón nacional, ¿escogería los colores azul y
blanco por otras razones diversas de las que tuvo en 1794? El Padre Salvaire no
conocía estos curiosos datos y, sin embargo, confirma nuestra opinión al
afirmar que ‘con indecible emoción cuentan no pocos ancianos, que al dar
Belgrano a la gloriosa bandera de su Patria, los colores blanco y azul celeste,
había querido, cediendo a los impulsos de su piedad, obsequiar a la Pura y
Limpia Concepción de María, de quien era ardiente devoto’”[3].
En otras palabras, el General Belgrano quiso honrar a la Virgen y para ello
tomó los colores del Manto de la Inmaculada Concepción. La devoción mariana se
comprueba porque su tesis doctoral fue la defensa de la Inmaculada Concepción;
el hecho histórico de que tomó los colores del Manto de la Inmaculada está
atestiguado por las declaraciones de su hermano, el Sargento mayor
Carlos Belgrano: “Mi hermano tomó los colores de la bandera del Manto de la
Inmaculada de Luján, de quien era ferviente devoto”[4] y también por la identificación
con la Madre de Dios, y con los colores de su manto, que el Coronel
Domingo French, en una proclama en Luján, el 25 de septiembre de 1812, dice
así: “¡Soldados! Somos de ahora en adelante el Regimiento de la
Virgen. Jurando nuestras banderas os parecerá que besáis su manto.
…Al que faltare a su palabra, Dios y la Virgen, por la Patria, se lo
demanden”[5], lo cual da constancia de que los patriotas argentinos eran conscientes
del hecho de la Bandera Nacional Argentina llevaba los colores del Manto de la
Inmaculada Concepción.
El segundo
elemento a tener en cuenta es de orden teológico y demuestra que la Nación
Argentina lleva en su Bandera Nacional los colores el Manto de la Virgen en su
advocación de la Inmaculada Concepción, no por un gesto de buena voluntad
nacido del corazón mariano del General Belgrano, sino que viene directamente de
la Santísima Trinidad. En efecto, si el acto del General Belgrano fue el de
honrar a la Virgen, eso fue un acto de devoción mariana a la Madre de Dios,
pero nadie puede realizar ese acto si no está movido por la gracia, gracia que
proviene de Dios como de su fuente increada -Dios es la Gracia Increada en Sí
misma- y que además tiene a la Virgen como a su Medianera, puesto que la Virgen
es Medianera de todas las gracias, desde las más pequeñas hasta las más grandes
y si es Medianera de todas las gracias, esta gracia, la de querer honrar a la
Madre de Dios, proveniente de la Trinidad, pasó a través del Inmaculado Corazón
de María. Lo que le corresponde al General Belgrano es su libertad en aceptar
la gracia proveniente de Dios a través de la Virgen.
De esta
manera, comprobamos por dos fuentes incontestables, la histórica y la
teológica, que la Nación Argentina posee, por Divina Voluntad, la Bandera Nacional
más hermosa de todo el mundo: el Manto de la Inmaculada Concepción.
[1] Sierra, V., Historia
de la Argentina, Ediciones Garriga Argentina, Tomo V, 1962, L.
III, cap. II.
[2] Cfr. Rottjer, A., El
general Manuel Belgrano, Ediciones Don Bosco, Buenos Aires 1970, 62.
[3] Furlong, G., Belgrano, el
Santo de la espada y de la pluma, Club de Lectores, Buenos Aires 1974,
35-36.
[4] Cfr. Rottjer, A., El
general Manuel Belgrano, Ediciones Don Bosco, Buenos Aires 1970, 62.
[5] Proclama del Coronel Domingo
French, pronunciada en Luján el 25 de septiembre de 1812; en P. Salvaire,
J. M., Historia de Nuestra Señora de Luján, Tomo II, 1885, 268ss.
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