Nuestra Señora de Malvinas

viernes, 6 de junio de 2025

La Bandera Nacional Argentina lleva los colores del Manto de la Inmaculada Concepción por Divina disposición

 



         Al estudiar el origen de los colores de la Bandera Nacional Argentina, se deben tener en cuenta dos hechos esenciales, de modo de no caer en lugares comunes llenos de falsedades, como que la Bandera Argentina lleva los colores del cielo.

         El primero, es el hecho histórico, comprobado, de la existencia de la devoción a la Inmaculada Concepción en el Virreynato del Río de la Plata y de la utilización de los colores de la Inmaculada como enseña distintiva para las Indias. Dice así el historiador Vicente Sierra[1], de quien tomamos la siguiente recopilación: “Cuando el rey Carlos III consagró España y las Indias a la Inmaculada en 1761, y proclamó a la Virgen principal Patrona de sus reinos; creó también la Orden Real de su nombre, cuyos caballeros recibían, como condecoración, el medallón esmaltado con la imagen azul y blanca de la Inmaculada, pendiente al cuello de una cinta de tres franjas: blanca en el medio, y azules a los costados. El artículo 40 de los estatutos de la Orden, retomados en 1804, dice: ‘Las insignias serán una banda de seda ancha dividida en tres franjas iguales, la del centro blanca y las dos laterales de color azul celeste”[2]. Según este dato, entonces, ya desde la época del rey Carlos III, tanto España como las Indias, estaban consagradas a la Virgen, en cuyo honor se crea la Orden Real de la Inmaculada, que lleva los colores azul y blanco. El otro dato histórico incontrastable es el de la devoción mariana del General Belgrano, en particular a la Inmaculada Concepción y en el hecho de que fue un acto de devoción mariana el elegir los colores de la Bandera Argentina tomándolos del Manto de la Virgen: así lo afirma un historiador, Guillermo Furlong, quien profundiza en la devoción mariana del General Belgrano, y la relaciona con la creación de la insignia nacional: “…al fundarse el Consulado en 1794, q1uiso Belgrano que su patrona fuese la Inmaculada Concepción y que, por esta causa, la bandera de dicha institución monárquica constara de los colores azul y blanco. Al fundar Belgrano en 1812 el pabellón nacional, ¿escogería los colores azul y blanco por otras razones diversas de las que tuvo en 1794? El Padre Salvaire no conocía estos curiosos datos y, sin embargo, confirma nuestra opinión al afirmar que ‘con indecible emoción cuentan no pocos ancianos, que al dar Belgrano a la gloriosa bandera de su Patria, los colores blanco y azul celeste, había querido, cediendo a los impulsos de su piedad, obsequiar a la Pura y Limpia Concepción de María, de quien era ardiente devoto’”[3]. En otras palabras, el General Belgrano quiso honrar a la Virgen y para ello tomó los colores del Manto de la Inmaculada Concepción. La devoción mariana se comprueba porque su tesis doctoral fue la defensa de la Inmaculada Concepción; el hecho histórico de que tomó los colores del Manto de la Inmaculada está atestiguado por las declaraciones de su hermano, el Sargento mayor Carlos Belgrano: “Mi hermano tomó los colores de la bandera del Manto de la Inmaculada de Luján, de quien era ferviente devoto”[4] y también por la identificación con la Madre de Dios, y con los colores de su manto, que el Coronel Domingo French, en una proclama en Luján, el 25 de septiembre de 1812, dice así: “¡Soldados! Somos de ahora en adelante el Regimiento de la Virgen. Jurando nuestras banderas os parecerá que besáis su manto. …Al que faltare a su palabra, Dios y la Virgen, por la Patria, se lo demanden”[5], lo cual da constancia de que los patriotas argentinos eran conscientes del hecho de la Bandera Nacional Argentina llevaba los colores del Manto de la Inmaculada Concepción.

         El segundo elemento a tener en cuenta es de orden teológico y demuestra que la Nación Argentina lleva en su Bandera Nacional los colores el Manto de la Virgen en su advocación de la Inmaculada Concepción, no por un gesto de buena voluntad nacido del corazón mariano del General Belgrano, sino que viene directamente de la Santísima Trinidad. En efecto, si el acto del General Belgrano fue el de honrar a la Virgen, eso fue un acto de devoción mariana a la Madre de Dios, pero nadie puede realizar ese acto si no está movido por la gracia, gracia que proviene de Dios como de su fuente increada -Dios es la Gracia Increada en Sí misma- y que además tiene a la Virgen como a su Medianera, puesto que la Virgen es Medianera de todas las gracias, desde las más pequeñas hasta las más grandes y si es Medianera de todas las gracias, esta gracia, la de querer honrar a la Madre de Dios, proveniente de la Trinidad, pasó a través del Inmaculado Corazón de María. Lo que le corresponde al General Belgrano es su libertad en aceptar la gracia proveniente de Dios a través de la Virgen.

         De esta manera, comprobamos por dos fuentes incontestables, la histórica y la teológica, que la Nación Argentina posee, por Divina Voluntad, la Bandera Nacional más hermosa de todo el mundo: el Manto de la Inmaculada Concepción.



[1] Sierra, V., Historia de la Argentina, Ediciones Garriga Argentina, Tomo V, 1962, L. III, cap. II.

[2] Cfr. Rottjer, A., El general Manuel Belgrano, Ediciones Don Bosco, Buenos Aires 1970, 62.

[3] Furlong, G., Belgrano, el Santo de la espada y de la pluma, Club de Lectores, Buenos Aires 1974, 35-36.

[4] Cfr. Rottjer, A., El general Manuel Belgrano, Ediciones Don Bosco, Buenos Aires 1970, 62.

[5] Proclama del Coronel Domingo French, pronunciada en Luján el 25 de septiembre de 1812; en P. Salvaire, J. M., Historia de Nuestra Señora de Luján, Tomo II, 1885, 268ss.


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