Nuestra Señora de Malvinas

martes, 23 de mayo de 2023

El 25 de Mayo es un día sagrado, memorable, augusto y patrio

 



         Para vivir una fecha patria como la fecha patria lo merece, lo mejor es recurrir al testimonio de quienes vivieron y fueron testigos de los acontecimientos que dieron lugar a la fecha patria. Si no hacemos así, corremos el riesgo de profanar lo sagrado, de envilecer lo que es noble y nos damos cuenta que esto sucede cuando a la fecha patria se la rebaja a un nauseabundo mitin político, como lamentablemente ocurre de un tiempo a esta parte.

         Antes de adentrarnos en el relato de los patriotas protagonistas, debemos aclarar que en el 25 de Mayo no hubo ninguna revolución, tal como se entiende este término en primer lugar, en el sentido de que no hubo un intento de subvertir el orden legal existente ni de intentar contra la Madre Patria España; por el contrario, los patriotas del augusto día del 25 de Mayo de 1810, tuvieron la intención nobilísima de preservar el orden legal, cultural y religioso vigente y de ser leales a España.

         Los Patriotas de Mayo se reunieron en el Cabildo, pero no para dar un golpe de mano con el cual pretendían quedarse con el poder: por el contrario, su motivo fue una suma de virtudes difíciles de hallar entre los hombres: se unieron para juramentar tanto la lealtad al Rey, como al mismo tiempo la fidelidad al Pueblo Argentino, así como el amor a la religión católica y a la cultura heredadas de la Madre Patria España y que forman la esencia, el núcleo y la raíz del ser nacional argentino.

         Puesto que el Rey de España había sido tomado prisionero, los Patriotas de Mayo, respetando la legislación vigente, declararon soberano, de manera automática, al Virreynato del Río de la Plata. La acción fue tan noble, que un testigo y patriota de los hechos de Mayo, el Padre Castañeda, afirma que no fueron los hombres los autores del 25 de Mayo, sino el mismo Dios Nuestro Señor y por esta razón, cada 25 de Mayo debía amanecer como un día “sagrado”, “memorable”, “augusto” y “patrio”; día por el cual debíamos agradecer a Dios “postrándonos en acción de gracias ante los altares”, reconociendo que ningún mérito tenemos para merecer un día tan grandioso.

Así lo afirma el P. Castañeda: “Por nuestra parte, ninguna cosa buena hemos hecho (...) y aún la del 25 de Mayo no es obra nuestra, sino de Dios”[1]. “...en este día, todos con entusiasmo divino, llenos de piedad, humanidad y religión, debemos postrarnos delante de los altares, confesando a voces el ningún mérito que ha precedido en nosotros a tantas misericordias”[2].

Continúa el P. Castañeda definiendo al 25 de Mayo, diciendo qué es: “(...) el día Veinticinco de Mayo es (un día) solemne, sagrado, augusto y patrio... (...) el día 25 de Mayo es el padrón y monumento eterno de nuestra heroica fidelidad a Fernando VII; es también el origen y el principio de nuestra absoluta independencia política; es el fin de nuestra servidumbre. Es y será siempre un día memorable y santo, que ha de amanecer cada año para perpetuar nuestras glorias, nuestro consuelo y nuestras felicidades”[3].

El 25 de Mayo es entonces un día “solemne, sagrado, augusto y patrio (es obra) de Dios, es declaración de fidelidad al Rey y a la Madre Patria España y al mismo tiempo, el origen de nuestra independencia política, pero nunca cultural y mucho menos espiritual, de España.

Es una vileza tan rastrera convertir a esta fecha patria, augusta y sagrada, en un nauseabundo festejo de partidos políticos que solo buscan un mezquino interés propio, que festejar a dichos partidos políticos, dejando de lado la esencia del 25 de Mayo, es una verdadera traición a la Patria.

Al que para los Patriotas de Mayo, también para nosotros el 25 de Mayo es un día “augusto, soberano, memorable, sagrado”, que amanece sobre nuestros días como un sol esplendoroso que ilumina a nuestra Nación; es un día grandioso, una verdadera obra de Dios, que por ser de Dios, proyecta su luz eterna sobre la oscuridad de nuestros tiempos finales.

Por todo esto, se sigue que, cuanto más vivamos el catolicismo –cuanto más misericordiosos seamos, cuanto más recemos el Rosario, cuanto más adoremos la Eucaristía y la recibamos con fe y amor en la comunión-, tanto más seremos verdaderamente argentinos, tanto más honraremos a nuestra Madre Patria España, tanto más viviremos genuinamente la más grande de nuestras fechas patrias, el 25 de Mayo.

 



 



[1] Cfr. Castañeda, ibidem.

[2] Cfr. Guillermo Furlong, Fray Francisco de Paula Castañeda. Un testigo de la Patria naciente, Ediciones Castañeda, 1994, 381-382.

[3] Cfr. Castañeda, ibidem.

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