Nuestra Señora de Malvinas

viernes, 1 de abril de 2022

Gloria eterna a los Héroes de Malvinas, ignominia eterna a los usurpadores británicos

 



Hay tres cosas por las que vale la pena dar la vida: Dios, Patria y Familia. Los oficiales y soldados del Ejército Argentino dieron la vida por Dios, por la Patria y por la Familia. Por Dios, porque dieron la vida por la Patria y quien da la vida por la Patria, la da por Dios, Quien es el que nos dio la Patria; dieron la vida por la Patria, porque la Patria era mancillada continuamente por los usurpadores británicos, desde el día en que a punta de pistola y haciendo uso de la fuerza, injusta y armada, ocuparon ilegalmente el suelo patrio, nuestras Islas Malvinas; dieron la vida por la Familia, porque quien agrede a Dios y a la Patria, está agrediendo a la Familia, creación de Dios y núcleo central de la Nación Argentina que puebla la Patria.

Por haber dado la vida por Dios, la Patria y la Familia, nuestros valientes soldados argentinos reciben el premio inmortal de ser considerados Héroes de la Patria, porque derramaron su sangre para lavar la afrenta que sufría nuestra Patria a manos del invasor y usurpador inglés. Pero también podemos decir que son santos, porque dieron su vida por la Patria y el que da la vida por la Patria la da también por Dios y Dios premia, a quien le ofrenda su vida, con la vida eterna en su Reino, el Reino de Dios, Reino de paz, de alegría, de justicia, de santidad.

Los soldados argentinos que combatieron en Malvinas son por lo tanto Héroes y Santos y una Nación que tiene Héroes y Santos debe sentirse orgullosa, porque los Héroes y los Santos representan lo mejor del ser humano, la flor y nata de la Nación.

Al recordar la Gesta de Malvinas, honramos la memoria de nuestros valientes soldados argentinos caídos en combate, cuya sangre regó el suelo malvinense. Sus cuerpos descansan en la turba de las Islas Malvinas, pero sus almas vigilan desde el Cielo, más alto que las estrellas, porque están junto a Dios Trino y al Cordero y desde el suelo, con su sangre derramada en la turba malvinense y desde el Cielo, con sus almas en alegre y gloriosa contemplación del Cordero de Dios, nos dicen, en lo más profundo de nuestros corazones: “Las Islas Malvinas fueron, son y serán argentinas”.

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