Nuestra Señora de Malvinas

lunes, 25 de mayo de 2020

El 25 de Mayo no hubo una revolución


Arnoldo Gualino: 25 DE MAYO DE 1810. ARGENTINA

          Cuando se recuerda al 25 de Mayo de 1810, muchos lo titulan como “Revolución” y es por eso que se lo conoce también como “Revolución de Mayo”. Sin embargo, ese día no hubo una revolución. Una revolución implica la existencia de intrigas, traiciones, mentiras, disputas por el poder, usurpación del poder, subversión y sublevación contra el poder establecido, etc. Nada de esto ocurrió el 25 de Mayo de 1810. Por esta razón, es absolutamente impropio llamar a esta fecha patria con el nombre de “Revolución”.
          Según el P. Castañeda, patriota ejemplar y testigo ocular de los hechos de Mayo, el 25 de Mayo constituyó no una sublevación contra el legítimo poder del rey de España, sino una muestra de subordinación a él y a la ley imperante y vigente. Debemos recordar que para esa época, España había sido invadida por el infame imperio francés y el rey español había sido apresado, con lo cual el poder de España quedaba acéfalo. En la ley imperante entonces, se determinaba que las provincias de España -el Virreynato del Río de la Plata tenía carácter de provincia de España, de la misma jerarquía que las provincias peninsulares-, debían asumir el poder de forma autónoma. Y fue esto lo que precisamente hicieron los patriotas de Mayo. En vez de entregarse vilmente a los poderes de las potencias de entonces -Inglaterra y Francia-, los patriotas de Mayo, acatando las órdenes del rey y de la ley vigente, asumieron el poder, tal como la ley les mandaba, para gobernarse autónomamente. La Independencia fue así un hecho que “cayó del Cielo” y no un hecho revolucionario como tal: los patriotas se enfrentaron a los hechos, tal como estos se presentaban y estos exigían, por la ley y el derecho, que el Virreynato asumiera su gobierno de forma autónoma.
          Por esta razón, el P. Castañeda afirmaba que el 25 de Mayo de 1810, a la par que representaba una muestra de cabal fidelidad al rey de España, por otro lado representaba “el padrón y el monumento eterno” de nuestra libertad.
          Ahora bien, esto tiene muchos significados, entre otros, que nunca renegamos de España, ni de su cultura, ni de su idioma y mucho menos de su religión, la religión católica que nos trajeron los Conquistadores; por otra parte, significa que, dadas las condiciones históricas y temporales adecuadas, como hijos de España que somos, en algún momento hemos de regresar al seno de la Madre Patria, del cual nunca debimos salir.

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