Es por todos sabido que nuestra Patria atraviesa por
gravísimos problemas, de toda índole; problemas de los cuales el gravísimo tema
económico es el de los menos graves -el país está en estado de quiebra virtual,
al no poder pagar la infame deuda externa-. Hay otros problemas, mucho más
serios y casi imposibles de solucionar desde el punto de vista humano, que
acechan a nuestra Patria y estos son las ideologías subversivas de todo tipo
que no dejan de crecer día a día: la “cultura de la muerte”, denunciada por
Juan Pablo II, que consiste en buscar de imponer, a toda costa, el aborto y la eutanasia;
la mal llamada “ESI” o Educación Sexual Integral, que pretende legitimar la
contra-natura desde la más pequeña edad; la ideología neo-marxista y el neo-comunismo,
que buscan legitimar los planteos de la ultra-izquierda, ideologías que por
definición son anti-cristianas y anti-humanas, al tiempo que demuelen los
cimientos mismos de la Patria.
Son tantos y tales los graves males que acechan a nuestra
Patria Argentina, que no se ve salida alguna desde el punto de vista humano:
sólo una intervención divina, que abarque todos los corazones de los argentinos
y nos saque de nuestro letargo, de nuestra corrupción ideológica y de nuestra
pereza espiritual, será lo que hará emerger a la Patria del estado de
postración en el que se encuentra.
¿De qué manera sucederá esto?
Es aquí donde interviene la Virgen de Luján, que es la
Patrona y Dueña de nuestra Patria: cuando su Manto celeste y blanco -del cual
se origina nuestra Enseña Nacional- cubra los corazones de los argentinos, en
un sentido espiritual, sobrenatural y místico; cuando el Inmaculado Corazón de
la Virgen de Luján triunfe sobre las tinieblas de nuestros corazones -de todos los corazones de todos los argentinos-, entonces
será cuando en nuestra Patria reinarán triunfantes los Sagrados Corazones de Jesús
y María y la Patria Argentina será definitivamente restaurada y la cultura de la muerte destruida. Mientras tanto,
hasta que esto suceda, sólo cabe rezar, esperar y combatir las ideologías
anti-cristianas -cultura de la muerte, neo-marxismo, comunismo, ultra-izquierda,
liberalismo, etc.- desde nuestro puesto de batalla y según nuestras posibilidades.
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