Nuestra Señora de Malvinas

lunes, 8 de julio de 2019

Argentina debe regresar al 9 de Julio de 1816


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          En un mundo globalizado como en el que vivimos, las naciones tienden a unificar su gobierno, su comercio, sus relaciones exteriores, para acomodarse a un no muy lejano gobierno mundial, en el que todas las naciones del mundo se encontrarán bajo su dominio. Sin embargo, este proceso de asimilación global no es inocuo, porque implica, para las naciones, dejar de lado sus orígenes fundacionales, en aras de esta integración global. Lo negativo de este gobierno mundial en ciernes es que se trata de un gobierno tecnocrático, eficientista, en el que solo importan los datos macro y microeconómicos y en donde las personas son dejadas de lado en aras de la eficiencia económica. La integración en un gobierno mundial implica también dejar de lado los nacionalismos y los orígenes fundacionales de las naciones, los cuales son vistos como obstáculos en la integración global. En nuestro caso, no fue por casualidad que la Independencia de la Nación argentina se firmara a los pies de Cristo crucificado, puesto que se aceptaba a la religión católica como la religión de la Nueva Nación que surgía sobre la faz de la tierra.
          La integración global supone, para nuestra Patria, dejar de lado aquello que nos constituyó como Nación y es la creencia en un Dios que se hizo carne y que murió en la Cruz para redimirnos y en una Madre celestial que nos dio su manto celeste y blanco como Bandera Nacional. Integrarnos a un gobierno global significa dejar de lado nuestra religión católica, que es la religión fundante de nuestra Nación. En efecto, el Acta de la Independencia se firmó a los pies del llamado “Cristo de los Congresales”, un crucifijo donado para la ocasión por los franciscanos por lo que podemos decir, con toda razón, que el Acta de la Independencia fue empapada con la Sangre del Redentor Jesucristo.
          Sólo si Argentina vuelve a sus orígenes fundacionales, esto es, la firma del Acta de la Independencia a los pies del crucifijo y sólo si la Nación Argentina se postra ante los pies de Jesús crucificado, cubierta la Nación por el manto celeste y blanco de la Inmaculada Concepción, será capaz de resistir los embates globalistas y salir airosa de sus pretensiones ateas. De otra manera, si no regresamos a nuestros orígenes fundacionales -Cristo crucificado y la Inmaculada Concepción-, sucumbiremos presa de los globalistas materialistas y ateos que buscan destronar a Dios y su Cristo del corazón de los argentinos.

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