Héctor Germán Oesterheld, escritor de El Eternauta y militante de Montoneros, vivió en la clandestinidad mientras la organización realizaba atentados, secuestros y asesinatos bajo el pretexto de la "revolución". Montoneros acumuló millones en robos y extorsiones, financiando una lucha armada que dejó huellas de violencia en la Argentina. Décadas después, el kirchnerismo tomó esa misma retórica y la mezcló con corrupción y manipulación.
En 2010, La Cámpora convirtió El Eternauta en el Nestornauta, vinculando la figura de Néstor Kirchner con la resistencia de la historieta. La militancia K adoptó la imagen en remeras y banderas, usando el personaje para blanquear su discurso, mientras el país atravesaba escándalos de corrupción monumentales, desde el Caso Skanska, hasta el Plan Qunita, el Fútbol para Todos, el desfalco de Sueños Compartidos y la causa Cuadernos, donde empresarios confesaron haber pagado coimas multimillonarias a funcionarios kirchneristas.
La apropiación de El Eternauta no es un homenaje, es un intento de tapar una década de saqueo y manipulación. La Cámpora quiere vender la imagen de resistencia mientras se aferra a una estructura corrupta que utilizó el Estado como caja. El Eternauta simbolizaba la lucha popular, pero hoy es solo una marca partidaria de quienes usaron el poder para enriquecerse.
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