Los hombres que aman a su Patria verdaderamente, deben tener
ante sí de forma permanente las figuras de sus pro-hombres, de sus próceres, de
los hombres que dieron sus vidas por la Patria. En caso contrario, si en el se
olvidan a sus próceres del pasado, el futuro está definitivamente comprometido
en un sentido negativo y desastroso para la Patria.
En nuestro caso, si debemos tener siempre presente a los próceres,
el primero de ellos debe ser el Padre de la Patria Argentina, el General Don
José de San Martín. De él podemos imitar sus grandes virtudes, tanto naturales
como sobrenaturales: además de su integridad moral, el General San Martín profesaba
la religión católica y de tal manera, que estableció capellanías en el Ejército
Argentino, para que se celebrara la Santa Misa en todo momento, sobre todo en
las batallas decisivas; era un ferviente devoto de la Virgen, a la cual atribuyó
sus triunfos en el campo de batalla, nombrándola en agradecimiento -tal como lo
haría el General Belgrano con la Virgen de la Merced- como “Generala del
Ejército de los Andes”; mandaba también que sus soldados, además de participar
de la Santa Misa, rezaran el Santo Rosario y que se les impusiera el
Escapulario de la Virgen del Carmen.
En estos tiempos en los que vivimos, caracterizados por el dominio
del espíritu del Anticristo a todo nivel y en prácticamente todas las instituciones
de la Patria, incluida la misma Iglesia, debemos más que nunca contemplar la
figura de nuestro Padre de la Patria, el General San Martín, para aprender de
él sus devociones católicas: a la Santa Misa, a la Virgen, al Escapulario de la
Virgen del Carmen y poner en práctica nuestro ser católico argentino, que es
hispano y católico. Solo de esta manera estaremos en grado de defender a
nuestra Patria Argentina de los gravísimos ataques que viene sufriendo desde
hace décadas: desde el marxismo comunista, ateo y materialista, hasta el
liberalismo destructor de la fe con su relativismo, pasando por el sionismo, el
socialismo y la masonería intra y extra-eclesiástica.
Hoy más que nunca el espíritu religioso católico que
iluminaba a nuestro Padre de la Patria, el General San Martín, debe también
iluminarnos a nosotros, y esto debemos implorarlo como un don del cielo, para
que nuestra amada Patria Argentina, cuya Madre Patria es España -de la cual
hemos recibido el lenguaje, la cultura y sobre todo la Santa Fe Católica- no solo
no perezca ante sus innumerables y formidables enemigos, que parecen haber ya
triunfado, para que no solo no triunfen nunca, sino que sean aplastados bajo la
Santa Cruz de Nuestro Señor Jesucristo.
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