Nuestra Señora de Malvinas

miércoles, 10 de agosto de 2022

ERP, Ejército Revolucionario del Pueblo, infames traidores a la Patria



 



En la noche del 10 al 11 de agosto de 1974, en pleno gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón, el ERP realizó dos ataques simultáneos a unidades militares del Ejército. Uno contra el Regimiento de Infantería 17 en Catamarca, que fue frustrado, y el otro contra la Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos de Villa María, Córdoba, dónde fue secuestrado (y después asesinado tras un año de infame cautiverio) el entonces mayor Argentino del Valle Larrabure. 

El intento de ataque a Catamarca fracasó por completo debido a que pobladores de la zona denunciaron la presencia de un micro con gente sospechosa. Descubiertos, los guerrilleros se dieron a la fuga. En la persecución de los atacantes, 14 de ellos murieron. Según el Ejército, en un enfrentamiento, pero el ERP afirmaba que sus militantes habían sido ejecutados en Capilla del Rosario tras haber sido capturados. Lo cierto es que en represalia por la presunción de que catorce miembros del ERP, que habían tomado parte del intento de copamiento del cuartel de Catamarca, habían sido fusilados, la dirección político – militar de la organización tomó la insólita y grave determinación de asesinar indiscriminadamente a un número igual de oficiales del ejército, que finalizó con la muerte del coronel Jorge Oscar Grassi, el teniente primero Roberto Brzic, el capitán Miguel Ángel Paiva, el mayor bioquímico Jaime Gimeno, el teniente Juan Carlos Gambandé,  el teniente coronel médico José Francisco Gardón, el mayor Néstor Horacio López, el teniente primero Roberto Eduardo Carbajo y el capitán Humberto Antonio Viola. En este último episodio fue asesinada también su hija, María Cristina Viola, de 3 años y fue gravemente herida su otra hija, María Fernanda, de 5 años. La esposa del capitán, Maby Picón, embarazada de cinco meses, resultó ilesa. 

En cuanto al operativo sobre Villa María, el ERP tuvo un relativo éxito inicial. La operación estuvo a cargo de Juan Eliseo Ledesma, jede de la Compañía “Decididos de Córdoba”, quien comandó el ataque del que participaron unos 60 terroristas. 

El soldado conscripto clase 1953 Jorge Carlos Fernández se encontraba ese día de guardia en la Fábrica Militar, junto con su compañero Mario Eugenio Pettigiani, hijo de un conocido médico y miembro de una prestigiosa familia de la localidad de Oliva, Córdoba. Al producirse el intento de copamiento y generalizarse el tiroteo, Fernández tomó su FAL y se dispuso a repeler el ataque, pero cuando menos se lo esperaba, Pettigiani, que estaba a sus espaldas, le descerrajó un tiro a quemarropa en la cabeza con una pistola 9 mm, para después intentar rematarlo con dos tiros más. 

Con la ayuda de Pettigiani, los atacantes lograron entrar a la fábrica. Desde allí se dividieron tres grupos. Uno de ellos asaltó el Casino de Oficiales dónde se llevaba a cabo una reunión social. Allí lograron capturar y secuestrar al subdirector de la fábrica, mayor Argentino del Valle Larrabure.

Otro grupo se dirigió a la casa del director de la fábrica, teniente coronel Osvaldo Jorge Guardone quien, por encontrarse enfermo, no había podido asistir a la reunión, pero sí lo había hecho su esposa, que por un teléfono fijo había logrado avisarle a su marido. Los terroristas exigieron la rendición y la entrega del coronel, pero sólo recibieron un intenso fuego desde el interior de la casa. Guardone se movía de una ventana hacia otra, y con eso logró confundir a los atacantes sobre la cantidad de gente armada que había en el interior. Los atacantes desistieron del intento de copar el inmueble, donde se encontraban además los 5 hijos del matrimonio, el mayor de ellos de 13 años, pero ninguno de ellos participó del combate. Por esta acción, el teniente coronel Guardone fue condecorado con la medalla "La Nación Argentina al Heroico Valor en Combate”.

Un tercer grupo intentó copar las salas de armas de las tres compañías de la unidad. Tuvieron éxito en dos de ellas, pero en la tercera fueron rechazados por el fuego de los defensores. El botín obtenido por los atacantes fue de 100 fusiles FAL, 10 ametralladoras Madsen, 4 ametralladoras MAG, 60 metralletas PAM-M3A1 y algunos cajones de munición. Las armas robadas en Villa María, nunca pudieron llegar al monte tucumano, porque al poco tiempo fueron encontradas ocultas en un rancho en la campiña de Córdoba. 

Tras su secuestro, el mayor Argentino del Valle Larrabure permaneció 372 días encerrado en una cárcel del pueblo, negándose a colaborar con la guerrilla en la fabricación de explosivos. El cadáver de Larrabure apareció un año después, el 23 de agosto de 1975 con 47 kilos menos y evidencias de haber sufrido torturas, golpes y estrangulamiento. 

El soldado Fernández, baleado por Pettigiani, tuvo suerte y sobrevivió, aunque con graves secuelas. Tenía apenas 20 años y su vida cambió para siempre, pues quedó hemipléjico. Todo lo que recibió del Estado Argentino fue una palmada en la espalda, un diploma de honor y un trabajo en Fabricaciones Militares, de dónde ya se jubiló con la mínima. 

En las acciones de Villa María fue también asesinado el policía Marcelino Cuello y resultaron heridos, además del soldado Fernández, el capitán Roberto Adolfo García, el suboficial mayor Ramón Albornoz, y los policías de la Provincia de Córdoba, Pedro Aguilera, Juan Carlos Gutiérrez, Juan Bruno y Miguel Liendo Moral. Durante el enfrentamiento fueron abatidos también, felizmente, los delincuentes subversivos del ERP, Justino Argañaraz, Ivar Brollo y José Luis Boscarol, por supuesto injustamente homenajeados en el Parque de la Memoria, así como el soldado entregador Mario Eugenio Pettigiani, presuntamente "desaparecido" unos años después, a pesar de que hay quienes aseguran que está vivito y coleando en Barcelona.

Pettigiani, (NG “Quico”), fue además partícipe del secuestro y posterior asesinato del teniente coronel Larrabure. Figura oficialmente como “desaparecido” y como tal es honrado con un monolito en el Parque de la Memoria y su familia, también en Europa, fue indemnizada y pensionada de por vida. Pero no termina ahí la afrenta, porque hace trece años, en Oliva, siguiendo nuestra nefasta costumbre de rendir homenaje a asesinos, se colocó una placa en su memoria en el colegio en el que este criminal había cursado sus estudios secundarios por ser un desaparecido en la dictadura. Según reza en la placa, Pettigiani fue "un generoso ejemplo". 

Alguien debería disponer que se retire del colegio secundario de Oliva esa placa que homenajea a ese siniestro personaje, terrorista, traidor y asesino. 

Jorge Tisi Baña

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