Parafraseando
a Fray Castañeda, quien afirmaba que el 25 de Mayo debía amanecer como un día
sagrado, un día patrio, que debía perpetuar nuestras glorias, porque reflejaba
al mismo tiempo, la lealtad al Rey Fernando VII, cautivo del invasor francés,
como asimismo la firme decisión de auto-gobernarnos como Nación, permaneciendo
fieles a España, a su lengua, a su cultura y sobre todo a su religión, lo mismo
debemos decir del 9 de Julio de 1816, puesto que es una continuación y
prolongación de aquel 25 de Mayo de 1810.
Ahora
bien, podríamos decir que nunca debimos independizarnos de España, pero los
hechos del 25 de Mayo no fueron una revolución, un rechazo de la Madre Patria,
sino que fueron impuestos por la agresión de los invasores anglo-franceses al
Imperio Español. De todos modos, la cuestión de la reunificación con España a
todo nivel es un asunto de no menor importancia, que debe plantearse en algún momento.
Regresando
al 9 de Julio de 1816, parafraseando, como decimos, a Fray Castañeda, afirmamos
que debe amanecer “como un día sagrado, un día patrio, un día de acción de
gracias a la Trinidad”, en el que debemos postrarnos ante el Altar del Sacrificio
dando gracias a Dios Uno y Trino por nuestra Patria Naciente y por nuestra
Madre Patria, España, porque como herencia de la amada España, nuestra
independencia se firmó, en la Casa Histórica de Tucumán, a los pies de Cristo
crucificado –llamado por eso mismo “Cristo de los Congresales”- y para ese
entonces, ya teníamos una Bandera Nacional, cuyos colores son una prolongación
del Manto celeste y blanco de la Inmaculada Concepción. Ambos elementos, la
firma al pie de la Cruz de Cristo y la Bandera con los colores de la Inmaculada
Concepción, son elementos hispanos, además de ser católicos, por lo que el
Nacimiento de nuestra Patria Argentina es, sin ninguna duda, hispano-católico. Por
esta razón, jamás debemos los argentinos permitir que ningún trapo multicolor –representante
de la ideología de género, contraria a la Ley de Dios- y mucho menos rojo –representante
del comunismo ateo-, reemplacen a nuestra Bandera Nacional o flameen, ni
siquiera por un instante, junto a ella. Hacer esto, equivaldría a cometer un
acto de alta traición a la Patria Argentina y a la Madre Patria España.
El
Acta de la Independencia se firmó a los pies de Cristo crucificado y por eso
podemos decir que nuestra Independencia, en la cual nacimos como hijos de España,
hispanos y católicos, está sellada con la Sangre de Cristo. Postrados a los
pies del Cristo de los Congresales y arropados con el Manto celeste y blanco de
la Inmaculada Concepción, postrémonos ante el Altar del Sacrificio y demos
gracias por el 9 de Julio, considerándolo como un “día sagrado, un día patrio,
un día de acción de gracias a la Trinidad”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario