Nuestra Señora de Malvinas

miércoles, 3 de febrero de 2021

«Isabelita»: otra de las tantas páginas negras que oculta el peronismo

 

Aunque muchos asocian erróneamente a Cristina Kirchner como la primera “presidenta”, como a ella le gusta que le digan, lo cierto es que no fue la primera mandataria argentina. Sin embargo, la historia de la viuda de Perón es casi un tabú para el justicialismo.

 

Aunque muchos asocian erróneamente a Cristina Kirchner como la primera “presidenta”, como a ella le gusta que le digan, lo cierto es que no fue la primera mandataria argentina. Sin embargo, la historia de la viuda de Perón es casi un tabú para el justicialismo.
Junto al «brujo» José López Rega, Ministro de «Bienestar Social» entre el 73 y el 75. Para muchos el responsable de la Triple A y el terrorismo de Estado, mucho antes del Gobierno de Videla. (Twitter)

Esta semana, María Estela Martínez de Perón (su verdadero nombre, ya que no es ni Isabel, ni Isabelita) estará en las noticias por su cumpleaños número noventa. “Exiliada” en España, la expresidente argentina ha sufrido varios dolores de cabeza con la justicia, que en más de una oportunidad buscó infructuosamente una extradición por los supuestos crímenes de lesa humanidad cometidos durante su Gobierno (julio de 1974-marzo de 1976).

No obstante, lo cierto es que, más allá de su responsabilidad formal, la primera mandataria argentina no fue más que un títere de las fuerzas anárquicas que dejó el vacío de Juan Domingo Perón. Una muestra de ello se observa en un cable enviado a Washington por el embajador de Estados Unidos en Argentina, Robert Hill, quien ilustró esta situación en agosto de 1975:

“El poder político real no reside más en la presidente. A esta altura, si se queda como presidente o no es una cuestión casi de interés académico. Hay un vacío de poder en el centro y no será ella quien lo llene”.

Hay varios motivos por los que Isabelita ha sido excluida del relato peronista, casi como si no hubiese existido jamás. Es que su presidencia resume a la perfección las sangrientas responsabilidades, que llegan al mismo Perón, así como las irresponsabilidades varias que generaron y facilitaron el Golpe de Estado de 1976.

Crónica de una muerte anunciada

La fórmula “Perón-Perón”, que se impuso en las elecciones de octubre de 1973, luego del largo exilio donde conoció a su última esposa, fue el resultado de la encerrona a la que el propio General se sometió. Es que para fomentar su retorno, Perón tuvo que movilizar a la extrema izquierda del justicialismo (que soñaba de forma infantil con el “socialismo peronista”) y a la derecha sindical (que pretendía la restauración del modelo corporativista de los cuarenta y cincuenta). Estos modelos eran absolutamente incompatibles, igualmente Perón les prometió a ambos hasta último momento que su programa de gobierno sería el que ellos buscaban.

Cualquier otro vicepresidente iba a ser interpretado como un guiño hacia uno de los dos sectores, que apostaban por una traición del líder al otro espacio. Es por esta razón que terminó recurriendo a su mujer. Una bailarina de cabaret (comentario histórico, no peyorativo) que no estaba en lo más mínimo preparada para el cargo (mucho menos para la violenta situación política en Argentina). La irresponsabilidad fue extrema, ya que Perón era viejo y estaba enfermo. Falleció nueve meses después dejando a su viuda a cargo del Poder Ejecutivo en un país en llamas.

El terrorismo de Estado que no comenzó con Videla

Si hay algo que carece de inocencia es la relación del terrorismo de Estado con el Gobierno de facto que comenzó el 24 de marzo de 1976. La triple A parapolicial que comenzó a aniquilar a la guerrilla, luego del asesinato del referente sindical José Ignacio Rucci —amigo de Perón— tuvo su apogeo en aquellos años.

La violencia política era tal en la época que, aunque pocos lo reconozcan por estos días, la mayor parte del país recibió con beneplácito la llegada de Jorge Rafael Videla y compañía. Incluso los partidos políticos, que le “prestaron” al proceso miles de funcionarios e intendentes (160 jefes comunales eran peronistas). El único referente político que se manifestó abiertamente en contra del golpe fue el liberal Álvaro Alsogaray. Su tesis, absolutamente acertada, decía que un Gobierno militar, más que voltear, iba a salvar al peronismo, que se iría victimizado en lugar de hacerse cargo del desastre político y económico.

“Los propios ministros del Gobierno y los líderes de una caduca e irresponsable oposición hablan ya abiertamente del golpe de Estado. Frívolos intereses mundanos y materiales los alientan. ¿Por qué habría un golpe de Estado de liberar a los dirigentes políticos de su culpabilidad? ¿Por qué cargar con el desastre facilitándoles al mismo tiempo que escapen indemnes y gratuitamente de la trampa en que se han metido? ¿Por qué transformarlos en mártires incomprendidos de la democracia, precisamente en el momento en que se verán obligados a proclamar su gran fracaso?”, publicó el ingeniero tres días antes del 24 de marzo.

Más allá de que todo esto sea el “lado b” oculto del relato peronista, que reescribe e ignora los hechos históricos que le quedan incómodos, todo es parte del pasado reciente y está absolutamente documentado.

 

Marcelo Duclos

Marcelo Duclos

Nació en Buenos Aires en 1981, estudió periodismo en Taller Escuela Agencia y realizó la maestría de Ciencias Políticas y Economía en Eseade. Es columnista de opinión invitado de Infobae y músico.

(https://panampost.com/marcelo-duclos/2021/02/03/isabelita-paginas-negras-peronismo/)

No hay comentarios:

Publicar un comentario