Nuestra Señora de Malvinas

lunes, 9 de mayo de 2016

Nuestra Señora de Luján, Patrona y Dueña de la Argentina


         En el año 1630, en territorio de lo que sería posteriormente la Nación Argentina, sucedió un evento cuyos protagonistas no dudaron en calificarlo como milagroso: una imagen de la Virgen, que era traída desde Brasil por encargo de un portugués residente en Sumampa, jurisdicción de Córdoba del Tucumán, y que correspondía a la Inmaculada Concepción, fue dejada a orillas del río Luján, luego de que los bueyes que tiraban de la carreta en la que era transportada, se negaran a continuar camino, cada vez que la caja con la imagen era subida a la carreta[1].
Por medio de este milagro, la Santísima Madre de Dios, la Virgen María, manifestó el deseo de quedarse en nuestras tierras, bajo la advocación de Nuestra Señora de Luján, para constituirse en Dueña y Patrona de la Patria Argentina. Posteriormente, la Virgen daría infinidad de muestras de amor de predilección por nuestra Patria, siendo la concesión de la gracia al General Belgrano de querer honrar a su Purísima y Límpida Concepción, dotando a la Bandera Nacional con los colores celeste y blanco de su manto, uno de los ejemplos más clamorosos, entre muchos otros.
Es por este motivo que la fiesta de Nuestra Señora de Luján, como también la advocación misma, no deben quedarse en meros recuerdos, ni se deben limitar a hechos folclóricos, es decir, como sucesos integrantes de nuestro pasado, pero que no tienen incidencia real y efectiva en nuestro presente. Si la Madre de Dios se ha dignado a quedarse en nuestras tierras por medio de un milagro tan evidente y si luego Ella misma demostró su predilección por nuestra Patria al querer que nuestra Enseña Nacional llevase los colores de su manto, entonces los argentinos debemos comportarnos de otra manera con nuestra Madre del cielo, que es también la Dueña y Señora de la Patria Argentina. ¿Cómo hacerlo? Es decir, ¿de qué manera podemos honrar a Nuestra Señora de Luján, más allá del recuerdo litúrgico? Un ejemplo de cómo podemos honrar a la Virgen es por medio de una legislación –tanto de provincias, como a nivel nacional- que refleje fiel y cabalmente los Mandamientos de Nuestro Señor Jesucristo, Nuestro Dios y Señor, puesto que no hay mejor forma de honrar a la Madre, que obedeciendo al Hijo. Otra forma de honrar a María Santísima sería, por ejemplo, tratar de imitar en todo al Sagrado Corazón de Jesús, de manera que la Virgen, al ver nuestros corazones, no vea sino otras tantas copias del Corazón de su Hijo. Otra forma de honrar a Nuestra Señora de Luján, como Patrona de Nuestra Patria, sería el rezar la oración que más le agrada, el Santo Rosario, oración por la cual, al tiempo que la ensalzamos como Madre de Dios, Ella en persona moldea nuestros corazones, para transformarlos a imagen y semejanza de los Sagrados Corazones de Jesús y María. Estas son solo algunas de las maneras en las que podemos demostrar el amor de gratitud a Nuestra Madre del cielo, Nuestra Señora de Luján: si obramos así, la Virgen podrá completar el designio celestial que la llevó a quedarse por el milagro de la carreta, en el año 1630, ser Dueña, Patrona y Señora no solo de la Patria Argentina, sino del corazón de todos y cada uno de los argentinos.




[1] http://www.corazones.org/maria/lujan/pagina_principal_lujan.html

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