Nuestra Señora de Malvinas

jueves, 20 de junio de 2024

La Bandera Nacional Argentina es el Manto de la Inmaculada de Luján

 



         Cuando se investiga el origen de los colores de la Bandera Nacional Argentina, surge de inmediato una primera respuesta, aquella enseñada por la educación laicista y liberal de la educación pública: el General Belgrano se inspiró en el celeste del cielo y en el blanco de las nubes. Ahora bien, esta respuesta, por cuanto generalizada que pueda ser, es sin embargo errónea y alejada de la verdad histórica, la cual nos enseña que es algo completamente diferente. Según los datos fidedignos, verdaderamente históricos, el General Belgrano era un piadoso y ferviente devoto de la Inmaculada Concepción de Luján y fue de su Manto celeste y blanco de donde tomó los colores, como forma de homenaje mariano a la Virgen, para crear a la Bandera Nacional Argentina. Es esto lo que afirma el autor A. Rottjer, quien cita textualmente al Sargento Carlos Belgrano, hermano del General Belgrano: “El sargento mayor Carlos Belgrano, que desde 1812 era comandante militar de Luján y presidente de su Cabildo, dijo: ‘Mi hermano tomó los colores de la bandera del manto de la Inmaculada de Luján, de quien era ferviente devoto’. Y en este sentido se han pronunciado también sus coetáneos, según lo aseveran afamados historiadores”[1].

Este hecho es trascendental en cuanto a la investigación del origen de los colores de la Bandera Nacional Argentina, porque significa que fue un acto de devoción mariana y si fue un acto de devoción mariana, fue una gracia, concedida por la Virgen, Mediadora de todas las gracias, gracias que provienen a su vez de Dios Uno y Trino. En otras palabras, fue por voluntad de Dios mismo que nuestra Bandera Nacional llevara los colores del Manto de la Inmaculada Concepción de la Virgen de Luján, lo cual es un inmerecido honor, una dicha sin par, una alegría celestial, para toda la nación argentina. para el pueblo argentino. Este origen mariano de la Bandera Nacional ya lo tenían presente nuestros patriotas, como por ejemplo el Coronel Domingo French, quien su proclama en Luján, del 25 de Mayo de 1812 decía, con alegría sobrenatural, que contemplar y besar la enseña nacional, era como contemplar y besar el Manto de la Inmaculada de Luján: “¡Soldados! Somos de ahora en adelante el Regimiento de la Virgen. Jurando nuestras banderas os parecerá que besáis su manto. …Al que faltare a su palabra, Dios y la Virgen, por la Patria, se lo demanden”[2]

Para más documentación, utilizaremos un artículo que recopila el trabajo de diversos historiadores, en el que se demuestra la teoría que sostenemos, con abundantes documentos históricos[3].

“Cuando el rey Carlos III consagró a España y las Indias a la Inmaculada en 1761, y proclamó a la Virgen principal Patrona de sus reinos; creó también la Orden Real de su nombre, cuyos caballeros recibían, como condecoración, el medallón esmaltado con la imagen azul y blanca de la Inmaculada, pendiente al cuello de una cinta de tres franjas: blanca en el medio, y azules a los costados. El artículo 40 de los estatutos de la Orden, reformados en 1804, dice: Las insignias serán una banda de seda ancha dividida en tres franjas iguales, la del centro blanca y las dos laterales de color azul celeste[4].

“Mitre dijo que los colores nacionales blanco y azul celeste pudieron ser adoptados ‘’en señal de fidelidad del rey de España, Carlos IV, que usaba la banda celeste en la Orden de Carlos III, como puede verse en sus retratos al óleo… la cruz de esta orden es esmaltada de blanco y celeste, colores de la Inmaculada Concepción de la Virgen, según el simbolismo de la Iglesia’. El artículo IV de los estatutos de dicha orden, decretados en 1804, dice: ‘Las insignias… serán una banda de seda ancha divididas en tres fajas iguales, la del centro blanca, y las dos laterales de azul celeste’. Augusto Fernández Díaz recuerda que,  cuando el último ensayo de gobierno republicano de España, se acordó cambiar la bandera rojo y gualda por otra de tres franjas: rojo, gualda y morado, Miguel de Unamuno, entonces diputado, dijo:… Bandera monárquica podríais acaso llamar a la celeste y blanca de los Borbones de la casa española, cuyos colores son también los de la República Argentina y los de la Purísima Concepción”[5].

“Si bien la escarapela azul y blanca no se usó en 1810, y sólo aparece al año siguiente, como distintivo de la Sociedad Patriótica; sus colores habían adquirido una especial significación, por haberlos usado los voluntarios que prepararon la Reconquistay que, reunidos en Luján, combatieron luego en la Chacra de Perdriel. Las crónicas de Luján nos hablan del… Real Pendón de la Villa de Nuestra Señora, bordado en 1760 por las monjas catalinas de Buenos Aires. En él había dos escudos: unos con las armas del rey y otro con la imagen de la Pura y Limpia Concepción de María Santísima, singular patrona y fundadora de la villa. El Cabildo de Luján entregó este estandarte a las tropas de Pueyrredón,… como su mejor contribución para el servicio y defensa de la Patria. Después de implorar en auxilio de la Virgen, y usando, como distintivo de reconocimiento, los colores de su imagen, por medio de dos cintas anudadas al cuello, una azul y otra blanca, y que llaman de la medida de la Virgenporque cada una medía 38 centímetros, que era la altura de la imagen de la Virgen de Luján; los 300 soldados improvisados se lanzan al ataque contra 700 veteranos de Beresford, y mueren en la acción tres argentinos y veinte británicos. Los dispersos se unen más tarde a las fuerzas de Liniers, y obtienen, días después, la victoria definitiva, que se atribuyó oficialmente a la intervención de la Virgen María, como consta en las actas del cabildo de 1806. Estos colores los conservaron los húsares de Pueyrredón en la Defensadurante las jornadas de julio de 1807”[6].

“¡Soldados! Somos de ahora en adelante el Regimiento de la Virgen. Jurando nuestras banderas os parecerá que besáis su manto… Al que faltare su palabra, Dios y la Virgen, por la Patria, se los demanden”[7].

“Carlos III, Carlos IV y Fernando VII vestían sobre el pecho la banda azul y blanca con el camafeo de la Inmaculada, y el manto real lucía estos mismo colores, como puede observarse en los retratos que adornan los salones del Escorial y el palacio de Oriente en Madrid, donde se custodian también las condecoraciones con la cruz esmaltada en blanco y celeste. Pueyrredón y Azcuénaga los usaron, como caballeros de esa Orden, y Belgrano, como congregante mariano en las universidades de Salamanca y de Valladolid. Ya hemos referido en otro lugar que Belgrano, al recibirse de abogado, juró ‘defender el dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, patrona de las Españas’, y que, al ser nombrado secretario del Consulado, declaró en el acta fundamental de la institución que la ponía ‘bajo la protección de Dios’ y elegía ‘como Patrona a la Inmaculada Virgen María’, cuyos colores, azul y blanco, colocó en el escudo que ostentaba el frente del edificio”[8].

“… al fundarse el Consulado en 1794, quiso Belgrano que su patrona fuese la Inmaculada Concepción y que, por esta causa, la bandera de la dicha Institución constaba de los colores azul y blanco. Al fundar Belgrano en 1812 el pabellón nacional ¿escogería los colores azul y blanco por otras razones diversas de las que tuvo en 1794? El Padre Salvaire no conocía estos curiosos datos y, sin embargo confirma nuestra opinión al afirmar que ‘con indecible emoción cuentan no pocos ancianos, que al dar Belgrano a la gloriosa bandera de su Patria, los colores blanco y azul celeste, había querido,  cediendo a los impulsos de su piedad, obsequiar a la Pura y Limpia Concepción de María, de quien era ardiente devoto’”[9].

“Al emprender la marcha (hacia el Paraguay) pasa (Belgrano) por la Villa de Nuestra Señora de Luján donde se detiene para satisfacer el deseo que le anima de poner su carrera y las grandes empresas que idea en su mente, bajo la protección de la milagrosa Virgen de Luján. Manda, al efecto, celebrar en ese Santuario una solemne Misa en honor de la Virgen a la que asiste personalmente, a la cabeza del Ejército de su mando, y robusteciendo su corazón con el cumplimiento de este acto religioso, prosigue lleno de fe y de esperanza el camino que le trazara el deber y el honor”[10].

“José Lino Gamboa, antiguo cabildante de Luján, juntamente con Carlos Belgrano, hermano del General, afirmó que: ‘Al dar Belgrano los colores celeste y blanco a la bandera patria, había querido, cediendo a los impulsos de su piedad, honrar a la Pura y Limpia Concepción de María, de quien era ardiente devoto por haberse amparado a su Santuario de Luján’”[11].

“El sargento mayor Carlos Belgrano, que desde 1812 era comandante militar de Luján y presidente de su Cabildo, dijo: Mi hermano tomó los colores de la bandera del manto de la Inmaculada de Luján de quien era ferviente devoto. Y en este sentido se han pronunciado también sus coetáneos, según lo aseveran afamados historiadores”[12].

Por lo tanto, por tener como Bandera Nacional al Manto celeste y blanco de la Inmaculada Concepción de Luján, los argentinos, postrados ante el altar eucarístico, demos gracias al Rey de reyes, Jesús Eucaristía, por habernos dado como Patrona y Dueña de nuestra Patria a su Madre, la Virgen de Luján y como insignia nacional al Manto celeste y blanco de la Inmaculada Concepción. Así, todos los argentinos, desde Jujuy hasta la Antártida Argentina, pasando por las Islas Malvinas, elevemos nuestra acción de gracias por habernos donado la Bandera Nacional más hermosa del mundo, la Bandera Argentina, que lleva los colores del manto de María Santísima y digamos con el salmista: “¡Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor!” (Sal 33, 12) y parafraseando al salmista: “¡Dichosa nuestra Patria Argentina, cuyo Dios es Nuestro Señor Jesucristo, cuya Patrona es la Madre de Dios, cuya bandera es el manto de la Inmaculada Concepción!”.

Que la Virgen de Luján, Patrona y Dueña de nuestra Patria, se apiade de sus hijos argentinos.

 



 



[1] Rottjer, A., El general Manuel Belgrano, Ediciones Don Bosco, Buenos Aires 1970, 66.

[2] Proclama del Coronel Domingo French, pronunciada en Luján el 25 de septiembre de 1812; en P. Salvaire, J. M., Historia de Nuestra Señora de Luján, Tomo II, 1885, 268ss.

[3] Revista Mikael. Año 8. Nº 23. Segundo Cuatrimestre. 1980. Paraná, Entre Ríos.

[4] Aníbal Atilio Rottjer, El General Manuel Belgrano,  Ediciones Don Bosco, Buenos  Aires, 1970, 62.

[5] Vicente Sierra, Historia de ArgentinaEdiciones Garriga Argentina, T. V., 1962, L. III, cap. II, 472.

[6] Rottjer, o. c., 61-62.

[7] Proclama del Coronel Domingo French, pronunciada en Luján el 25 de septiembre de 1812; el P. Jorge María Salvaire, Historia de Nuestra Señora de Luján, T. II, 1885, 268 ss.

 

[8] Rotjjer, o. c., 62-63.

[9] Guillermo Furlong S.J., Belgrano. El Santo de la espada y de la pluma, Club de Lectores, Buenos Aires, 1974, 35-36.

[10] P. JORGE MARÍA SALVAIRE, o. c., 262-263.

[11] JOSÉ MANUEL EIZAGUIRRE, La bandera argentina, Peuser, Buenos Aires., 1900, 43.

[12] Rotjjer, o. c., 66.


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