Peronismo y Sionismo: nacionalismo, socialismo y pragmatismo
La base
ideológica del peronismo es la del movimiento sionista laborista inglés que
tiene tres pilares: nacionalismo, socialismo (nacionalsocialismo, nazismo) y
pragmatismo (ausencia de valores morales).
Por estas
razones el peronismo es el culpable de haber introducido al sionismo en la cima
del poder político-financiero-sindical de Argentina y el de haber desviado a la
Nación de su destino de grandeza, hasta conducirla a un estado de guerra civil,
que condujo al Gobierno Militar del General Jorge Rafael Videla.
Las conexiones
intrínsecas entre peronismo y sionismo las revelan los mismos sionistas:
“En “Los orígenes de Israel”, el libro
del historiador polaco-israelí Zeev Sternhell, donde refuta el extendido mito
de que haya sido la ideología socialista la que primó en los dirigentes del
sionismo laborista que gobernaron al Yishuv, es decir a la comunidad judía
establecida en Palestina antes de la creación del Estado en 1948. Según
Sternhell, lo que verdaderamente buscó esta dirigencia fue generar una cohesión
entre las clases sociales con el objetivo de evitar los conflictos internos y
fortalecer la empresa sionista, por lo que la ideología predominante fue la
nacionalista, sin por ello dejar de aceptar las raíces socialistas iniciales.
Incluso, apunta que la Histadrut, el sindicato de trabajadores judíos nacido en
1920 y que trabajaba codo a codo con el Yshuv, no perseguía objetivos
revolucionarios y anticapitalistas, sino ganar poder dentro de la estructura
sionista para tener la chance de dar empleo y absorber a la mayor cantidad de
inmigrantes, sin responder en muchos casos a las demandas materiales de los
mismos trabajadores.
De
hecho, Sternhell plantea que el inicial primer ministro israelí, David Ben
Gurion, quien fuera una figura central en la Histadrut y en el partido político
Mapai -conformado por el Hapoel Hatzair, que rechazaba el socialismo, y Ajdut
Avodá, que había surgido luego de que el sector nacionalista se impusiera al
socialista-, fue un artífice de la destrucción de la organización obrera
Gdud-Ha-Avoda, la única sólida en su objetivo de fundar el país sobre
verdaderas bases socialistas, así como del combate contra el salario familiar
que reclamaba un sector de la Histadrut, y contra la red educativa de enseñanza
obrera, sosteniendo que el concepto de lucha de clases “oscurecía el carácter
nacional”.
En
la Argentina, Juan Perón afirmó en su momento que el
suyo no era un movimiento de izquierda, sino que propugnaba una “izquierda
justicialista por sobre todas las cosas; no es una izquierda comunista o
anárquica. (…) una izquierda justicialista que quiere realizar una
comunidad”, una comunidad “socialista” (N. del R.). El peronismo
es un movimiento de izquierdas desde un inicio, un movimiento sin Dios, en
donde el que es endiosado es el mismo Perón, tal como lo dice Eva Perón: “Perón
es más que Dios”.
Pero
las similitudes pueden observarse también en aspectos más específicos. En su
reciente libro «Mi tierra prometida», Ari Shavit plantea la siguiente
descripción de los inicios de Israel: “En el corazón del fraccionamiento Bizaron
de Tel Aviv, el partido laborista tiene una sólida y leal mayoría. Incluso el estado
mental es el del partido laborista: nacionalismo
contenido, socialismo moderado, (nacional-socialismo,
nazismo, N. del R.), pragmatismo». Si estas últimas
descripciones remiten también a un movimiento autóctono, es sin dudas al
partido laborista argentino, que de hecho contribuyó con el 80% de los votos
que recibió Juan Perón para acceder a su primera presidencia, y que luego se
disolvería para dar paso al partido justicialista[1]”. El partido justicialista tiene como base “intelectual”
el nacionalismo-socialismo-pragmatismo del partido laborista sionista; es un
nacional-socialismo (nazismo) criollo, pragmático, es decir, sin límites
morales: el fin justifica los medios.
Por esto el peronismo es el cáncer terminal, cuya
metástasis es el kirchnerismo y si la Argentina no recibe un proceso de des-peronización,
nunca saldrá del estado de postración económica, pero ante todo moral y
espiritual en el que se encuentra, porque quien gobierna Argentina no es Cristo
Rey sino Sión.
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