Nuestra Señora de Malvinas

domingo, 21 de octubre de 2012

El Combate de Obligado y la nueva lucha por la libertad



         En el Combate de Obligado, los patriotas argentinos tuvieron que luchar física y materialmente contra un enemigo visible, que pretendía, por la sola fuerza de las armas, avasallar y hollar el suelo patrio, profanándolo con su violenta presencia. Los enemigos de la Patria, movidos por la sed de la codicia, atropellando toda razón y justicia, intentaron invadir el suelo patrio, con el objetivo espúreo del comercio y de la ganancia ilícita.
         Los valientes patriotas de la Vuelta de Obligado, amparados en la razón y en el justo derecho a la defensa, movidos por el amor a la Patria y a su Santa Religión Católica, arriesgaron sus vidas para salir en defensa de lo que no puede ser de ninguna manera entregado en manos viles.
         El cristiano debe ver, en esta gloriosa batalla, una figura de lo que es su propia batalla espiritual para salvar el alma: el enemigo al que se enfrenta, no es material y visible, como en Obligado, sino inmaterial e invisible, los tenebrosos “principados de los aires” (cfr. Ef 6, 12); las armas que deben empuñar tampoco son materiales, como sí lo eran en Obligado, sino espirituales: el Rosario, la Santa Misa, la Confesión sacramental, la vida de la gracia; lo que debe defender no es la tierra, sino su alma, de los asaltos y embates del demonio; lo que debe conquistar no es la paz de una ciudad de terrena, sino la paz que nace como de una fuente inagotable, el Cordero de Dios, quien con su luz alumbra a la Jerusalén celestial.
         Al conmemorar una vez más la gesta de Obligado, el católico debe, recordando la valentía de los defensores de la Patria, inspirarse en ellos para librar, armado con las armas de la fe, la Palabra de Dios, el crucifijo y el Santo Rosario, una nueva batalla, mucho más importante que Obligado, la batalla por la Verdad, que es la única que hace verdaderamente libres (cfr. Jn 8, 31-36).

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