Nuestra Señora de Malvinas

lunes, 17 de agosto de 2015

El legado de religión, amor a la Patria y pobreza cristiana del General San Martín para los argentinos


         En tiempos de profundas crisis de valores, como el que vivimos, en los que más que crisis de valores, deberíamos hablar de “inexistencia de valores”, sean éticos, morales, religiosos, porque todos han sido reemplazados por el afán de dinero y de poder, es conveniente que una nación vuelva la mirada hacia sus próceres, para tomar de ellos el rumbo que una nación, como la Argentina, la ha perdido, al menos en la inmensa mayoría de su clase dirigente.
El General San Martín, en cuanto Padre de la Patria, es un ideal a imitar por parte de los argentinos: en el plano personal y religioso, no buscó, en su vida, nada que no sea la gloria de Dios; en el plano nacional, no buscó nada que no fuera el Bien Supremo de la naciente Patria Argentina. El hecho de que haya buscado sólo la gloria de Dios, lo indica su ferviente catolicismo, el cual -a despecho de quienes afirman, sin pruebas fundadas, que fue masón-, se manifestó, entre otras cosas, en su gran devoción mariana –lo cual jamás haría un masón- y en su preocupación permanente por no solo practicar él la religión católica, sino en hacerla practicar por los integrantes del Ejército naciente, implementando la celebración de la Santa Misa, mandando imponer los Escapularios de Nuestra Señora del Carmen a los soldados, castigando severamente la blasfemia a Nuestro Señor, etc. Además, como corolario de una vida espiritual católica, murió asistido por la Santa Religión, teniendo entre sus manos un crucifijo, al momento de morir[1].
Con respecto a la Patria, no buscó nada más que su Bien Supremo, y esto lo demostró dando literalmente su vida por ella, buscando su Independencia –pues él fue quien instó a los Congresales a que declararan cuanto antes la Independencia en el Congreso de Tucumán, necesario para evitar la disolución de lo que fuera el antiguo Virreinato y del Río de la Plata en republiquetas bananeras pertenecientes a Francia e Inglaterra; fue San Martín quien sostuvo que no importaba el régimen que se implementara, siempre y cuando se conservara la “Santa Religión Católica”-, y cuando vio que la Patria naciente se encontraba bajo la grave amenaza de las luchas entre hermanos, no dudó en calificar duramente a sus más temibles enemigos, que no eran ni los franceses ni los ingleses –que sí eran enemigos de la Patria y de su religión-, sino algunos de sus hijos, los propios argentinos, quienes movidos por la ideología liberal, buscaban destruir a la Patria desde adentro; a estos liberales, San Martín no dudó en llamarlos “hombres infernales”, y no dudó tampoco en retirarse, en la más completa pobreza, de todo cargo y de toda política, para no “manchar su sable con la sangre de argentinos”, sus hermanos
Amor a Dios, a su Hijo Jesucristo y a la Virgen; devoción a la Santa Misa y al Escapulario del Carmen; defensa de la Religión Católica; la elección de la pobreza material como estilo de vida; el rehuir a los honores; evitar el estéril enfrentamiento entre los argentinos, estos son algunos de los principales legados del Padre de la Patria, el General Don José de San Martín, para los argentinos, en estos días de tanta oscuridad.

        




[1] Nada de esto haría un masón, con lo cual queda descartada su pertenencia a la Masonería.