Nuestra Señora de Malvinas

domingo, 8 de mayo de 2011

La Virgen de Luján, Madre, Patrona y Dueña de la Patria Argentina



Virgen de Luján,
Madre, Patrona y Dueña
de la Patria Argentina,
sacude los corazones
de tus hijos argentinos,
que se han extraviado
por el materialismo
y las ideologías sin-Dios;
llámalos, Madre de Luján,
y llévalos
desde el Puerto de Santa María,
de los Buenos Aires,
Tu Inmaculado Corazón,
a la Ciudad de la Santísima Trinidad. Amén.


"Carretera madrugadora
Siga camino a Sumampa:
Siga, que Nuestra Señora
Quiere quedarse en mi Pampa
Cielito y cielo Argentino,
Cielito que la corona,
Cielito del peregrino
Y la Virgen, su Patrona".
(Miguel A. Etcheverrigaray)
Pocas naciones en el mundo tienen el privilegio de la Nación Argentina, el de haber sido elegidas, por la Madre de Dios, para quedarse en su suelo. Un hermoso prodigio dio origen a su estadía en nuestro suelo patrio: la carreta tirada por bueyes, en donde se encontraba la imagen, no se movió hasta que no quitaron de su interior la imagen de la Madre de Dios que luego sería venerada como “Nuestra Señora de Luján” [1]. El prodigio fue un claro signo de que la Virgen quería quedarse en la Patria, y quería ser venerada en ese lugar por todos los argentinos.
De esta manera, nuestra Patria se vio honrada, al ser elegida por la Madre de Dios para ser su patrona.
Desde entonces, la Virgen de Luján presidió todos los grandes acontecimientos de la patria, fue proclamada Generala y recibió los bastones de mando de numerosos próceres argentinos, como San Martín, Belgrano, Güemes, Lamadrid, Pueyrredón, y fue invocada por los soldados héroes de Malvinas, y por millones de argentinos, civiles y militares, que forjaron la Argentina.
Se trata por lo tanto de una imagen plena de historia y de significado, en donde la historia de la Argentina como Nación, y de cada argentino como patriota, encuentra su sentido y su significado: bajo su manto, bajo su mirada maternal, bajo su protección de Madre celestial, nacieron, vivieron y murieron generaciones y generaciones de argentinos, quienes gracias a su intercesión misericordiosa, gozan ahora de la beatitud eterna, la contemplación alegre y extática de las Tres Divinas Personas.
Pero hay otro privilegio, que viene de la mano de este prodigio realizado por la Madre de Dios para quedarse en nuestra Patria y ser su Patrona y Dueña, y es el de su manto, que lleva los colores de la Inmaculada Concepción, pues de ese manto bendito, surgió nuestra enseña nacional, nuestra gloriosa Bandera Argentina.
El general Don Manuel Belgrano, a la hora sublime de crear la bandera de la nueva nación, eligió los colores celeste y blanco, pero no por capricho, ni al azar, ni para recordar el cielo cosmológico, sino para honrar a la Purísima Concepción de María, de quien era ferviente devoto.
Éste es el otro privilegio que tiene nuestra Patria, no compartido por ninguna otra nación de la tierra, y es el de llevar, gloriosamente, en su bandera, los colores del manto de la Inmaculada Concepción. Así lo quiso el General Manuel Belgrano, al elegir los colores de la Bandera Nacional: quiso que llevara los colores de la Inmaculada Concepción, a quien amaba, veneraba y honraba desde su niñez. Desde entonces, los argentinos tenemos la dicha de besar la Bandera Nacional, como si estuviéramos besando el Manto de la Virgen de Luján, que es el Manto de la Inmaculada Concepción.
Es por esto que si el Salmo dice: “Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor” (cfr. Sal 32), nuestra Patria puede, alegrándose en la Virgen Inmaculada, decir: “Dichosa la Nación cuya Patrona y Dueña es la Madre de Dios”.
Ahora bien, el hecho de que María Virgen sea nuestra Patrona, supone privilegios especiales, no exentos de tribulaciones; aún más, podría decirse que la tribulación es la condición de los hijos de la Virgen, como don del cielo, venido directamente de Dios, que hace participar, a sus hijos adoptivos, de la Gran Tribulación de su Hijo Jesús en la cruz.
Es así como nuestra Patria, bajo el amparo de la Virgen, ha atravesado numerosas tribulaciones, y lo continúa haciendo, en el día de hoy, y podría decirse que la tribulación de este tiempo es la más grande, la más dura, la más dolorosa, de todas las tribulaciones vividas en su historia.
Hoy la Patria se ve acosada, además de sus enemigos naturales, por un enemigo más insidioso, más difícil de detectar, pues no se identifica con extrañas banderas, como en Obligado. El peligro más grande, para la Patria, viene hoy de algunos de sus propios hijos, que no la reconocen mariana, no la reconocen católica, y por lo mismo, no reconocen a la Virgen de Luján como a su Madre, Señora, Dueña y Protectora.
La más grande tribulación la sufre hoy la Patria, no sólo porque botas militares extranjeras mancillan sus amadas Islas Malvinas, sino porque muchos, muchísimos de sus hijos, desconociéndola en su condición de Madre de los argentinos, se han olvidado de su Hijo, lo han rechazado, y han abrazado el culto a los modernos ídolos neo-paganos, el poder, la fama, la gloria mundana, la violencia, la ideología de los sin Dios, y se dirigen, inconscientes y ciegos, al abismo de la eterna condenación.
Ante las negras tinieblas del indigenismo, del materialismo, del liberalismo, del comunismo, del neo-paganismo, que se han abatido sobre el límpido cielo patrio, no nos queda sino elevar un ruego, desde el fondo de nuestra miseria e indignidad, a la Única que puede interceder por la salvación de nuestra Patria, y confiados en Ella, que es la Omnipotencia Suplicante, decimos:
“Madre de Dios, Virgen de Luján, Patrona y Dueña de nuestra Patria, no permitas que se pierdan los argentinos, estos hijos tuyos que se han apartado del luminoso Camino de la Cruz, y han emprendido el tenebroso camino del progresismo y de la ideología materialista, que los conduce al lugar de fuego, donde se pierde toda esperanza.
Madre de Dios, Virgen de Luján, Madre de los argentinos, sacude los corazones de esos tus hijos argentinos, extraviados en las negras tinieblas de la ausencia de Dios, y llámalos, uno a uno, por su nombre, para que vuelvan a cobijarse bajo el amparo de tu Manto celestial, el manto celeste y blanco de tu imagen de Luján; cúbrelos con tu Manto, llévalos en tu regazo, refúgialos en tu Inmaculado Corazón, implora a Tu Hijo por su perdón, y cuando su ira esté ya aplacada, llévalos, desde Tu amable Corazón sin mancha, al Corazón de Jesús.
Madre de Luján, Madre de Dios, Virgen Patrona de los argentinos, haz que cada argentino, nacido en las Pampas, en la Argentina toda, finalice su camino terreno llegue, partiendo desde el Puerto de Santa María de los Buenos Aires, tu Inmaculado Corazón, a la Ciudad de la Santísima Trinidad, la comunión feliz, en el Amor trinitario, con las Tres Divinas Personas. Amén”.



[1]Desde el Brasil partió la imagencita de la Virgen de Luján, hoy venerada en la Basílica. Los acontecimientos se remontan al siglo XVII, cuando Antonio Farías Saa, un hacendado portugués afincado en Sumampa, le escribió a un amigo suyo de Brasil para que le enviara una imagen de la la Virgen en cuyo honor quería levantar una ermita.
En el año 1630 –probablemente en un día del mes de mayo– una caravana de carretas, salida de Buenos Aires rumbo al norte llevando dos imágenes, las que hoy conocemos como 'de Luján' y 'de Sumampa'. La primera representa a la Inmaculada y la segunda a la Madre de Dios con el niño en los brazos. Inmediatamente ambas imágenes emprendieron un largo viaje en carreta con la intención de llegar hasta Sumampa...
Aquí me quedo, decidió la Virgen
En aquel tiempo, las caravanas acamparon al atardecer. En formación cual pequeño fuerte, se preparaban para defenderse de las incursiones nocturnas de las bestias o los malones de los indios. Luego de una noche sin incidentes, partieron a la mañana temprano para cruzar el río Luján, pero la carreta que llevaba las imágenes no pudo ser movida del lugar, a pesar de haberle puesto otras fuertes yuntas de bueyes. Pensando que el exceso de peso era la causa del contratiempo, descargaron la carreta pero ni aún así la misma se movía. Preguntaron entonces al carretero sobre el contenido del cargamento. "Al fondo hay dos pequeñas imágenes de la Virgen", respondió.
Una intuición sobrenatural llevó entonces a los viajantes a descargar uno de los cajoncitos, pero la carreta quedó en su lugar. Subieron ese cajoncito y bajaron el otro, y los bueyes arrastraron sin dificultad la carreta. Cargaron nuevamente el segundo y nuevamente no había quien la moviera. Repetida la prueba, desapareció la dificultad. Abrieron entonces el cajón y encontraron la imagen de la Virgen Inmaculada que hoy se venera en Luján. Y en el territorio pampeano resonó una palabra que en siglos posteriores continuaría brotando de incontables corazones: ¡Milagro! ¡Milagro!” (Cfr. Fundación Argentina del Mañana).

jueves, 5 de mayo de 2011

Carlos Saavedra Lamas, Premio Nobel de la Paz argentino

En un mundo en donde
la guerra, el odio y el enfrentamiento
entre hermanos
es cosa de todos los días,
este insigne argentino
trabajó por la paz,
haciéndose acreedor
de las bienaventuranzas de Nuestro Señor:
"Bienaventurados los que trabajan por la paz" (cfr. Mt 5, 1-12).

El 5 de Mayo de 1959, muere en Buenos Aires Carlos Saavedra Lamas, el primer premio Nobel argentino. Había nacido en 1878 ; jurisconsulto e internacionalista de renombre Ministro de Justicia e Instrucción Pública y luego Canciller (1932-1938). Presidió la Conferencia Internacional del Trabajo en Ginebra (1928); miembro de la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya; presidió la Conferencia de la Paz del Chaco (1936) entre Bolivia y Paraguay; rector de la Universidad de Buenos Aires (1941-1943).

“Durante la gestión de Justo, el Ministro Saavedra Lamas contribuyó a romper el aislamiento al que habían llevado al país los gobiernos de Yrigoyen, cuando en nombres de principios morales, se habían obstaculizado alianzas provechosas.” “Esta apertura permitió a la Argentina desempeñar un papel determinante en la solución del conflicto bélico en el que se enfrentaban Bolivia y Paraguay por la posesión del Chaco boreal.” “Tras prolongadas negociaciones en 1935 (el 14 de junio) se firmó en la capital argentina el armisticio que terminó con las hostilidades. Por tal motivo se otorgó a Saavedra Lamas el premio Nobel de la Paz” (Félix Luna – “Historia Integral de la Argentina)

Estos hombres forjaron el prestigio nacional; con su pensamiento y con su acción contribuyeron a la unión latinoamericana colocando a la Argentina en el podio de los países respetados por el mundo

Hace poco se firmó en la Argentina, con bombos y platillos, el Tratado Definitivo a los 75 años, pero no hubo una palabra de reconocimiento para Saavedra Lamas.

martes, 3 de mayo de 2011

¡Gloria eterna a los héroes del ARA Belgrano!

Los 323 héroes argentinos
se hundieron con el ARA Belgrano,
en el fondo del mar,
y allí con sus cuerpos descansan .
Pero con sus almas
subieron hasta las estrellas,
desde donde velan,
junto al Ángel Custodio de Argentina,
por la recuperación de nuestras Islas Malvinas.

La dolorosa foto del ARA Belgrano, hundiéndose, evoca el cobarde y artero torpedeo al que fue sometido, torpedeo por el cual fue finalmente hundido, llevándose la vida de 323 héroes argentinos.

La foto evoca dolor, porque murieron soldados argentinos, y porque la Patria recibía una herida más de quien es su agresor desde el año 1833.

Sin embargo, la foto del ARA Belgrano, dando su último adiós, evoca también una paradoja: quienes se hundieron en el fondo del mar con el buque de guerra, paradójicamente, subieron hasta las estrellas, en donde se encuentran los ángeles guerreros, que en nombre de Dios velan por las almas de los hombres nobles.

También paradójicamente, quienes desde las sombras ordenaron el vil ataque, y quienes lo ejecutaron, amparándose en la oscuridad de las aguas profundas, al hundir el Belgrano y asesinar cobardemente a los marinos, y al herir, una vez más, a la Patria, fueron ellos quienes se hundieron en la ignominia, en la bajeza, en la vileza y en el deshonor. Porque aunque hayan triunfado militarmente, fue un triunfo basado en el error, en la rapiña, en la codicia por lo ajeno, en la soberbia por no pedir perdón y devolver, con sana vergüenza, lo que se reconoce como robado. Jamás puede ser un triunfo noble, el basado en el despojo, en la mentira, en el robo a mano armada, como lo fueron nuestras Islas Malvinas.

Los héroes del ARA Belgrano descansan en el mar, con sus cuerpos, pero con sus almas vigilan desde las estrellas, y junto a los Arcángeles Arcabuceros, y al Ángel Custodio de Argentina, guardián de la Patria, oran al Dios Omnipotente para que perdone a los agresores de la Patria, y devuelvan las Islas a la Nación Argentina.

¡Gloria eterna a los héroes del ARA Belgrano!

jueves, 21 de abril de 2011

El temple de los Soldados Argentinos


COMBATE DE RIOBAMBA

21 de Abril de 1822

El 21 de Abril de 1822 en el valle de Riobamba se libró “uno de los más brillantes combates de la caballería de la guerra de la Independencia”.

El general Sucre en su segunda campaña hacia Quito en territorio del actual Ecuador, dispuso un reconocimiento por dos escuadrones, uno de los Dragones de Colombia y otro de los Granaderos a caballo. Éstos marcharon a la cabeza y luego de atravesar el pueblo, se encontraron con toda la caballería realista fuerte de cuatro escuadrones con 420 hombres. Lavalle al frente de sus 96 granaderos sin inmutarse “tuvo la elegante osadía de cargarlos con una intrepidez de que habrá raros ejemplos” según reportó Sucre al general Bolívar.

En el parte que elevó a San Martín, relataba Lavalle:

“El escuadrón que formaba 96 hombres parecía un pelotón respecto de 400 hombres que tenían los enemigos. Ellos esperaron hasta la distancia de quince pasos poco más o menos, cargando también; pero cuando oyeron la voz de a degüello y vieron morir a cuchilladas 3 ó 4 de los más valientes, volvieron caras y huyeron en desorden. La superioridad de sus caballos los sacó por entonces del peligro con pérdida solamente de 12 muertos, y fueron a reunirse al pie de sus masas de infantería….La retirada se hizo al tranco del caballo; cuando el general Tobía, puesto a la cabeza de sus tres escuadrones, los puso a la carga sobre el mío….En efecto: cuando los 400 godos habían llegado a cien pasos de nosotros, mandé volver caras por pelotones y los cargamos por segunda vez; en este nuevo encuentro se sostuvieron con alguna más firmeza que en el primero, y no volvieron caras hasta que vieron morir 2 capitanes que los animaban. En fin, los godos huyeron de nuevo, arrojando al suelo las lanzas y carabinas, y dejando muertos en el campo 4 oficiales y 45 individuos de tropa. 50 Dragones de Colombia que vinieron a reforzar el escuadrón, lo acompañaron en la segunda carga y se condujeron con braveza….El escuadrón perdió 1 granadero muerto y 2 heridos, después de haber batido a un número tan superior de enemigos.” (1)

De este temple son los soldados argentinos. Con ése valor llevaron la libertad a la América del Sur. Con ésa voluntad de servicio y ésa entrega forjaron esta Patria. Por eso podían cantar a toda voz ¡Oh juremos con gloria morir! Somos los herederos de tanta nobleza y valentía. No reneguemos de ése legado.

(1) “Historia de los Granaderos a Caballo”- Isidoro Ruiz Moreno

viernes, 1 de abril de 2011

Los héroes de Malvinas claman al cielo, desde sus tumbas, que las Islas Malvinas fueron, son y serán argentinas



La sangre de los héroes de Malvinas,
los militares y los civiles que dieron sus vidas por la Patria,
clama, desde la turba malvinense,
ante Dios y ante los hombres,
que las Islas Malvinas
fueron, son y serán argentinas
¡Viva la Patria!


Se cumple un nuevo aniversario de la noble gesta de Malvinas, y con dolor constatamos que todavía nuestra Patria sangra por esa gran herida que son las Islas Malvinas.
A pesar de la gesta realizada por los modernos héroes de Argentina, los militares y los civiles que dieron sus vidas por la Patria, por la recuperación de las Islas, constatamos con pesar y dolor, que nuestras Islas siguen en poder del Gran Invasor.
Aún más, pareciera que la usurpación de nuestras Islas no sólo no ha menguado ni, mucho menos, desaparecido, sino que avanza a pasos incontenibles: quienes ocuparon ilegítimamente nuestro suelo patrio, continúan, ilegítimamente, profanándolo, horadando su suelo, pisoteando sus turbas, arrebatando inicuamente sus riquezas.
El Injusto Ocupante roba las riquezas de las Islas, pero no nos importan las riquezas; no nos importan ni el petróleo, ni las ovejas, ni nada que pueda dar rédito económico. Nos importa el honor de nuestra Patria, mancillado día a día por quienes hicieron del latrocinio de los pueblos la herramienta básica para construir un imperio de sangre.
Repetimos nuevamente: no nos importan las riquezas materiales que puedan encontrarse en Malvinas. Aún si fueran rocas peladas, sin ningún valor comercial ni material, lo mismo clamaríamos al cielo, como lo hacemos hoy, porque regresen al seno de la Patria.
No puede la Patria tener paz, unidad, prosperidad, si su suelo está mancillado por una bandera extranjera agresora; no puede la Patria tener paz, si su herida más grande, las Islas Malvinas, sangran de modo abundante, provocándole gran dolor.
No nos interesan las reservas de petróleo, de turba, ni la lana de las ovejas. Eso es igual a nada. Nos interesa ver restaurado el honor patrio, y la única manera de verlo restaurado, es la recuperación y la re-integración de las Islas Malvinas al territorio nacional y al destino de grandeza que nuestra Patria posee, previo pedido de perdón por la potencia neo-colonial ocupante.
Mientras las Islas permanezcan cautivas, la Patria se asomará, día a día, a las orillas del mar patagónico, y deslizando lágrimas de tristeza y amor por el retorno de sus hijas amadas, implorará la ayuda del Dios de los corazones, pidiéndole que envíe a sus santos ángeles, para que les sean restituidas para siempre las Islas que le fueron vil y arteramente arrancadas de su seno.
Hasta que las Islas regresen al seno de la Patria, de donde nunca debieron salir, los gloriosos héroes de la Patria, sus hijos más dilectos, los héroes de Malvinas, los militares y los civiles que derramaron su sangre y entregaron sus vidas por el honor nacional, clamarán al cielo, ante Dios y ante los hombres, desde sus tumbas, excavadas en la turba, que las Malvinas fueron, son y serán argentinas.
No podrán acallar este clamor, que desde el suelo de Malvinas, desde las tumbas de los héroes argentinos que allí descansan en la espera del Juicio Final, se eleva hasta los cielos, ni la prepotencia militar, ni su arrogante cinismo, que niega la devolución de las Islas, ni la explotación económica descarada que de sus riquezas hace el ilegítimo ocupante.
Son ellos, los héroes de Malvinas, los que regaron el suelo de las Islas con su sangre, los que mitigan el dolor y el pesar de ver, día a día, a nuestra Patria mancillada.
Gracias eternas a los héroes de la Patria, y que desde el cielo, en donde brillan para siempre como estrellas, ellos, junto a San Miguel Arcángel, el Ángel Custodio de Argentina, y los Santos Ángeles Custodios de todos los argentinos patriotas, nos asistan en esta desigual lucha, para que no muramos sin ver flamear, en las Islas Malvinas, la Bandera de la Patria, el Manto celeste y blanco de la Dueña de la Patria, la Virgen de Luján.
¡Viva la Patria!

miércoles, 23 de marzo de 2011

Cristo en la cruz ha derribado para siempre el odio que enfrentaba a los hermanos

Que la Sangre del Cristo de la Jura de la Independencia
selle la paz de Dios en los corazones de los argentinos

Ante un nuevo aniversario del golpe militar de 1976, que diera origen al engendro nefasto llamado “Proceso militar”, y frente a la percepción de que las causas ideológicas que lo generaron siguen aún vigentes, con el consiguiente daño que se produce a la Patria, cabe reflexionar atentamente, para detener la vorágine de odio y de rencor, de enemistad y de enfrentamiento que cada día envuelve más y más a los argentinos.

Considerando el tema que nos preocupa, es necesario dejar en claro nuestra consigna, que refleja nuestra posición, y nuestra consigna es que no queremos: ni militares golpistas, ni subversivos marxistas; ni triple A, ni Montoneros; ni gobierno democrático corrupto, ni gobierno por golpe militar aún más corrupto; ni izquierda, ni derecha; ni comunismo, ni liberalismo; ni Marx, ni Adam Smith; ni olvido, sin pedir perdón, ni memoria, sin perdonar.

No más golpes de Estado, nunca más; no más guerrilla subversiva, nunca más; no más divisiones entre los argentinos, nunca más; no más enfrentamientos, nunca más; no más rencor, no más odio, nunca, nunca, nunca más.

Queremos una Argentina justa, solidaria, fraterna, sin divisiones ideológicas, sin enfrentamientos, producto de los fantasmas ideológicos maniqueos que consideran, al que no piensa como uno, que el otro es un enemigo al cual hay que eliminar.

No es una utopía pensar que los argentinos podemos dedicarnos, todos juntos, unidos bajo una misma hermandad nacional, a solucionar los graves problemas -de orden económico, moral, espiritual- que aquejan a nuestra Patria, que no son de hoy ni de ayer, sino de siempre.

No es una utopía, pero también es cierto que ninguna ideología, de ningún signo, ni de derecha, ni de izquierda, ni de centro, habrá de traer paz, tranquilidad, prosperidad y unidad a la Nación Argentina.

Ninguna ideología, del signo que sea, unirá en una misma hermandad a los argentinos, porque la ideología, por definición -sea de derecha, de izquierda o de centro-, es sectaria, cainita, disolvente, generadora y perpetuadota de enfrentamientos, puesto que su misma naturaleza maniquea le exige, para sobrevivir, una contraparte “negativa”, a la cual hay que destruir para progresar. Pero, al mismo tiempo que destruye a su contraparte, la ideología debe reconstruirla nuevamente, so pena de quedarse inmóvil y petrificada, y la reconstruye para destruirla nuevamente, repitiendo el proceso hasta el infinito.

La ideología funciona con un perverso mecanismo de tesis-antítesis-síntesis, ya que de lo contrario desaparece, y es por este motivo que es incapaz de traer paz y orden.

La paz volverá a la Argentina, y a todos sus habitantes, no por las ideologías, del signo que sean, sino cuando sea Cristo Dios, Rey pacífico, quien reine en los corazones de los argentinos; la paz llegará a los argentinos cuando sea su gracia la que ilumine nuestras mentes, cuando sea su Ley, la Ley Nueva, la ley de la caridad, la que guíe nuestro obrar.

Esto es posible, porque en Cristo desaparece la Enemistad; en su cruz se da muerte al enfrentamiento entre los hombres; con su cruz y con su Sangre, Cristo derriba el muro de odio que se levanta entre los hombres, impidiendo ver que uno es el hermano del otro, y que los dos son hijos de un mismo Dios.

Al contemplar a Cristo crucificado y resucitado, desaparece del horizonte del hombre el muro de enemistad y de odio cainita que lo enfrentaba a su hermano, a su prójimo, y en Cristo se reconcilia y se hermana, con una fraternidad infinitamente más fuerte que la biológica, porque queda unido a su hermano por la Sangre y el Espíritu de Cristo.

En Cristo, muerto en cruz y resucitado, el hombre encuentra la paz, no la que da el mundo (cfr. Jn 14, 27), que es una paz basada en meros factores externos, sin transformación interior, sino la paz de Dios, una paz que originándose en el Corazón mismo de Cristo Dios se derrama sobre los hombres, en su ser más profundo e interior, disolviendo para siempre, en la beata alegría y en el perdón del Ser divino, el odio ciego que desde Caín se transmite a los hombres.

Que Cristo sea nuestra paz, que Él ha derribado de una vez para siempre al muro de odio que separaba a los hombres, y que ha destruido, con el poder de su Sangre, a la Enemistad, lo dice San Pablo: “Cristo es nuestra paz; Él derribó con la cruz el muro de odio que enfrentaba a los pueblos y dio muerte a la Enemistad” (cfr. Ef 2, 13-14).

Es esta paz, la que brota de Cristo crucificado, el Cristo que gloriosamente preside el Congreso de Tucumán, que nos hizo nacer como Nación, la que queremos para nuestra Patria.

En los orígenes fundacionales del Ser nacional, sobre las entrañas mismas de la Patria Naciente en Tucumán, se derrama la gloriosa Sangre del Hombre-Dios, la Sangre que sella en la paz de Dios los corazones de los hombres.

Es esta paz la que imploramos a la Trinidad, por la intercesión de la Madre de Nuestra Patria, la Virgen de Luján, y por la intercesión del Ángel Custodio de Argentina.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Al Ángel Custodio de Argentina le pidamos por la recuperación de nuestras Islas Malvinas


En Fátima, Portugal, antes de las apariciones de la Virgen María y como preparación para estas apariciones, se les aparece a los pastorcitos un ángel, que se presenta a sí mismo como “el ángel de Portugal”, el “ángel de la paz”.

En esta aparición, se destacan dos aspectos: por un lado, el hecho de que toda una nación tenga un ángel custodio, lo cual, nos dice que también nuestra Patria tiene su ángel custodio; por otro lado, el hecho de que se presentara como “el ángel de la paz”, algo significativo, teniendo en cuenta que Europa y el mundo se encontraban envueltos en una Guerra Mundial, la Primera, y se encaminaban a la Segunda, mucho más devastadora: el ángel se presenta como “el ángel de la paz”, como el garante del cielo de algo de lo que el mundo carecía en ese entonces, y que, a la luz de los acontecimientos, constituiría un don preciadísimo de Dios y un signo de predilección divina para con ese país, ya que Portugal prácticamente no intervino en la Segunda Guerra, lo cual hace suponer que también el ángel de Argentina tiene un don especial de Dios para nuestra Patria.

En sus apariciones, el Ángel de Portugal les mostró a los pastorcitos un Cáliz, que tenía una Hostia que se sostenía en el aire, y de la cual se vertía sangre, adoró la hostia con la frente en el suelo, les enseñó la oración de reparación, les dio la comunión, y les dijo: “Orad así. Los corazones de Jesús y de María están atentos a vuestras súplicas”.

A nosotros no se nos aparece un ángel, pero la Iglesia nos da lo mismo que el ángel de Portugal a los pastorcitos: a los pastorcitos, el ángel de Portugal se presentó como el ángel de la paz: a nosotros la Iglesia nos da la paz de Cristo Dios; en Fátima, el ángel les mostró un cáliz con una Hostia de la cual caía sangre: a nosotros, la Iglesia nos muestra la Hostia y el cáliz que contiene la sangre del Cordero; en Fátima, el ángel les enseñó la oración de la adoración frente a Jesús Sacramentado –“Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo, Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni Te adoran, ni Te aman”- y les enseñó a adorar a Cristo Dios en la Eucaristía: a nosotros, la Iglesia nos da la oportunidad, en la Misa, de adorar al Cordero en el Sacramento del altar, arrodillándonos frente a Su Presencia sacramental y repitiendo la misma oración de adoración de los pastorcitos.

Al ángel custodio de Argentina, que se hace presente en la santa misa, adorando a Jesús Sacramentado junto con todos los ángeles del cielo, le pedimos que así como el ángel de Portugal le dio a ese país la paz en medio de la guerra, a nosotros nos de no la falsa paz que da la rendición, sino la paz verdadera que viene con la justicia de recuperar, aún por la guerra, el territorio patrio arrebatado por el ladrón anglosajón; al ángel custodio de Argentina, que adora en el altar con nosotros a Jesús Eucaristía, le pedimos por la recuperación de nuestras Islas Malvinas, para que pronto flamee para siempre en sus prados nuestra Bandera Nacional, el Manto de María de Luján. Que los corazones de Jesús y de María, así como escucharon las súplicas de los pastorcitos, así escuchen nuestras súplicas por nuestras Islas y por nuestra Patria.