El Combate de la Vuelta de Obligado, librado por las fuerzas
federales comandadas por el Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas,
constituye un hito en la consolidación de la Nación Argentina como Patria. No se
trató de una mera reacción de defensa natural ante la agresión externa, ni tampoco
el motivo fue la economía: fue la decisión de luchar y combatir para defender
no solo un territorio, sino lo que constituye una Patria: una historia, una
religión –en este entonces, la Religión Católica era abrumadoramente
mayoritaria- y una nación. Es decir, el motivo de la lucha fue por algo inmensamente
más grande que un impulso natural a defender lo propio; tampoco fueron motivos
de índole económica y, mucho menos, ideológica: lo que llevó a combatir en
Obligado, fue el deseo de defender la Patria y esta defensa fue lo que
consolidó a la Patria. Ésa es la razón por la cual el Combate de la Vuelta de
Obligado se convirtió en símbolo de la Soberanía Nacional.
En nuestros días, acechan a nuestra Patria Argentina
peligros mucho más grandes que la invasión física de flotas extranjeras:
nuestra Patria está en peligro porque sus enemigos son, ante todo, de orden
espiritual e ideológico y están armados, más que con cañones y tanques, con pensamientos
del todo extraños al Ser Nacional Argentino –católico, hispano, criollo, que es
la unión del español con el natural de estas tierras-. En nuestros días, tanto las
sombras de ideologías siniestras en el plano del pensamiento, como del
gnosticismo en el plano del espíritu, oscurecen de tal modo el pensamiento y el
corazón de los argentinos, que amenazan con borrar la historia de la Patria, nacida
a la sombra de la Cruz de Cristo y bajo el manto celeste y blanco de la Virgen
de Luján, para reemplazarla por una Argentina desconocida, neo-pagana, gnóstica
y populista, que no cree en Jesucristo como su Dios y Rey, sino que persigue un
utópico e inexistente paraíso terrestre, al cual se llegará al final de un
violento enfrentamiento entre clases ricas y pobres, que finalizará con la
desaparición de los que más tienen y con el nacimiento por lo tanto de una
sociedad igualitaria, anti-natural, en donde todos serán “libres, hermanos e
iguales”.
Hoy, como ayer, es necesario tener el mismo espíritu de los patriotas
que combatieron en Obligado y luchar por la Patria, con las armas espirituales:
fe, oración, sacrificio y adoración al Único Dios Verdadero, Dueño y Señor de
Argentina, el Hombre-Dios Jesucristo.
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