El Contraalmirante Carlos Robacio estuvo a cargo del Batallón de Infantería de Marina que continuó combatiendo en las Islas aún después de que
Durante su participación en
Aún hoy son recordadas sus tropas porque no pudieron ser derrotadas por los ingleses, y combatieron hasta que se les agotaron las municiones, aún después de la caída de Puerto Argentino y tras recibir la orden de rendición.
Tal fue su intervención en el conflicto armado, que los británicos destacaron en un documental que las fuerzas más difíciles de enfrentar en las Islas fueron las comandadas por Robacio.
Por su desempeño, Robacio fue galardonado con la medalla al Valor en Combate y el propio Batallón de Infantería de Marina 5 fue condecorado por el Congreso, en el año 2002.
Robacio falleció el pasado 29 de mayo en el Hospital Español de Bahía Blanca, luego de 76 años dedicados al servicio de
Cuando la oscuridad se abate sobre los hombres, y las tinieblas no permiten distinguir lo bueno de lo malo; cuando ante la vista de tanta iniquidad, el ánimo pareciera sucumbir; cuando el ladrón corre impune por las calles, seguro de que nadie habrá de detenerlo en sus tropelías; cuando la traición a
…Cuando todo es tinieblas y confusión, aparece el héroe.
El héroe es a
El héroe es el Jefe de Infantería de Marina Contraalmirante Carlos Robacio -y junto con él, los valerosos soldados argentinos que combatieron hasta el último cartucho. Robacio y sus soldados, orgullo de
Según sus propias palabras, él era un “hombre con miedo”, que “tenía miedo al cruzar la calle”, como lo tenemos todos los seres humanos: "Yo no soy ni bravo, ni valiente, ni nada por el estilo. Soy un hombre común. Tengo miedo cuando cruzo la calle”.
Pero ese miedo desaparecía, como el humo al viento, cuando entraba en batalla en Malvinas. Y los que comenzaban a tener miedo eran sus enemigos, como ellos mismos lo afirman, según el testimonio del mismo Robacio, citando una carta del comandante del grupo mercenario conocido como “gurkas” dirigida a él, en la que le afirma que nunca jamás “pasaron tanto miedo” como cuando se enfrentaron a sus tropas.
Pero seríamos injustos, en este humilde homenaje –a él, y en él, a los bravos soldados argentinos que no se rindieron ante el invasor-, si le diéramos todo el crédito a él, y si sólo lo homenajeáramos a él, porque quien le quitó el miedo, y le infundió valentía y coraje, al tiempo que infundía miedo en sus enemigos, era Dios: “No pude tener miedo porque creo que Dios no me dejó tenerlo y la preocupación por mis hombres, su entrega, obviamente, no me podían permitir el privilegio de tener miedo. Además, estábamos convencidos de que peleábamos por lo nuestro".
Carlos Robacio y sus soldados no peleaban por oro, ni por plata; peleaban por “lo nuestro”:
A Dios le debemos el hecho de que en el horizonte arrasado de
Este honor, este orgullo santo y patrio, este solaz en medio de la desolación, esta agua fresca de manantial, en medio del desierto más atroz, se lo debemos a Dios, el Dios que suscita héroes y santos, al infundirles de su propia vida, porque Él es el Dios Tres veces Santo, y es el Dios heroico que se encarnó y murió en cruz por nosotros.
Y a Él, entonces, debemos agradecer por tan inmenso don, e implorar y suplicar, pidiéndole a través de Nuestra Señora de Malvinas, y a través del Ángel Arcabucero, el Ángel Custodio de Argentina, que suscite no uno, sino cientos, miles, millones de Carlos Robacio, para que nuestra amada Patria, nacida a la sombra de
No hay comentarios:
Publicar un comentario