Todos conocemos el milagro de la carreta por medio del cual
la Virgen de Luján expresó su deseo de quedarse en nuestra Patria Argentina. Es
como una madre que, viendo que sus hijos se han ido a vivir lejos y que viven
lejos de Dios, decide ir a visitarlos pero para quedarse con ellos y para
enseñarles el camino de regreso a Dios. Éste es el propósito de la Virgen de
Luján con el milagro de la carreta: quedarse en nuestra Patria para enseñarnos
el camino para volver a Dios. Y el Camino para volver al Padre es su Hijo Jesús,
quien afirma de sí mismo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”.
Ser devotos de la Virgen de Luján no es entonces el acudir
ante su imagen una vez al año para la misa y la procesión, ni tampoco dejarle
flores y acordarse de Ella cuando las cosas no van bien. Por un lado, significa
recordar que es la Dueña y Patrona de nuestra Patria Argentina, ya que nuestra
Bandera Nacional lleva los colores celeste y blanco de su manto; por otro lado,
significa cumplir lo que Ella nos dice en el Evangelio: “Hagan lo que Él
(Jesús) les diga”. Significa entonces esforzarnos por amar al prójimo, perdonar
setenta veces siete, cargar la cruz de cada día y seguir a Jesús por el Camino
Real del Calvario, y ser crucificados con Él, para dar muerte al hombre viejo y
para que nazca el hombre nuevo, el hombre de la gracia, que vive según los
Mandamientos de Cristo Dios.
La Virgen ha dado sobradas muestras de su amor maternal por
los argentinos; somos los argentinos los que no le damos muestras de amor
filial o si se la damos, es tan escasa esa muestra que casi no es nada.
Solo el día en el que todos los argentinos nos reunamos bajo
el manto celesta y blanco de la Virgen de Luján, dejando de lado la falsedad y
el cinismo propios de nuestra religión mal practicada por parte nuestra; dejando
de lado las falsas religiones; dejando de lado las banderías políticas que lo
único que hacen es enfrentarnos entre nosotros, cubriéndonos con el manto
celeste y blanco de la Inmaculada, la Bandera Nacional y dejando de lado las
banderas falsas de las ideologías comunistas, indigenistas y liberales; amándonos
como hijos adoptivos de la Madre celestial que se aman en el Amor del Señor
Jesús; solo ese día, en nuestra Patria comenzará a resplandecer el Sol naciente
de Justicia, el Hijo de María de Luján, Cristo Jesús, representado en el sol de
la Enseña Nacional Argentina.
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