La Bandera Argentina lleva los colores celeste y blanco y
la razón es que el General Belgrano, su creador, quiso explícitamente que llevara
los colores del manto de la Virgen. No es verdad, como enseña el mito liberal y
masónico, que los colores se deben al cielo y las nubes. Está comprobado,
históricamente, que el General Belgrano, quien era devoto de la Inmaculada
Concepción, quiso honrar a la Virgen, dándole a la Bandera los colores de su
manto. El dato es histórico y lo da el hermano del General, el Sargento
Belgrano, quien declaró: “Mi hermano quiso honrar a la Inmaculada Concepción
dándole a la Bandera los colores de su manto”. Es decir, lo que hizo el general
Belgrano, fue un acto de devoción a la Virgen, un acto de devoción mariana. Esto
es de suma importancia para la consideración del origen de los colores de la
Bandera Argentina, porque si fue un acto de devoción mariana, esto implica una
intervención directa de Dios, quien fue el que puso en la mente y en el corazón
de Belgrano la intención y el deseo de que la Bandera de la nueva Nación
llevara los colores de la Virgen Inmaculada. Esta intervención de Dios no es
intrascendente, porque cambia radicalmente el origen de los colores: si la
elección de los colores del manto de la Inmaculada para que fueran los colores
de la nueva bandera no vino de Belgrano, sino de Dios, es porque esto fue una
gracia de Dios y si fue una gracia, la idea y el deseo vinieron de Dios y no de
Belgrano. Es decir, debido a que lo que hizo Belgrano fue un acto de devoción
mariana, esto quiere decir que fue necesaria la gracia para ello y si fue una
gracia, vino de Dios, que es la Gracia Increada y Fuente de toda gracia. Esto
significa, en pocas palabras, que el gesto de Belgrano no se originó en él,
sino que fue solo una respuesta a la intervención divina, por lo que fue Dios y
no Belgrano, quien quiso que la Argentina llevara los colores del manto de la Inmaculada
Concepción.
Cuando besemos el manto de la Inmaculada, nos parecerá
estar besando a la Bandera Nacional y cuando besemos a la Bandera Nacional, nos
parecerá estar besando el manto de la Virgen Inmaculada. ¡Dichosa nuestra
Patria, cuya Bandera Nacional es el manto celeste y blanco de la Virgen Inmaculada
de Luján!
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