Nuestra Señora de Malvinas

lunes, 1 de abril de 2019

Perdimos una batalla, pero las Malvinas son Argentinas por siempre


El glorioso pabellón celeste y blanco, el manto de Nuestra Señora de Luján, la Bandera Argentina, flamea orgulloso en Puerto Argentino, el 2 de Abril de 1982. Y flameará nuevamente, esta vez para siempre, cuando los usurpadores ingleses sean expulsados de nuestras sagradas Islas Malvinas.


          El 2 de Abril de 1982 se convirtió, para la Nación Argentina, en uno de sus días más gloriosos jamás registrados en su historia: por primera vez, su territorio nacional volvía a ser restituido en sus dimensiones originales y por primera vez, luego de muchos años de afrenta por parte de Inglaterra, la Patria era restituida en su honor: el glorioso Ejército Argentino, con todas sus Fuerzas integrantes, desalojó a los piratas y usurpadores ingleses de las Islas Malvinas, izando nuestra Bandera Nacional en Puerto Argentino. El 2 de Abril de 1982, el día más glorioso y patrio de nuestra historia reciente, un grupo de valientes soldados argentinos desalojó a los usurpadores ingleses, para luego izar el manto celeste y blanco, nuestra insignia nacional y entonar orgullosos el himno nacional argentino. Nuestro glorioso Ejército Argentino recuperó las Islas Malvinas el 2 de Abril de 1982, izó la Bandera Nacional en Puerto Argentino y así lavó la afrenta que nuestra Patria sufría desde el infame día en que los filibusteros ingleses nos las robaron.
Nuestra Bandera Nacional, el manto celeste y blanco de Nuestra Señora de Luján, habría de flamear hasta el día en que, por la superioridad tecnológica de los usurpadores británicos y por la ayuda prestada por los traidores e infames chilenos, los piratas ingleses hicieron lo único que saben hacer a lo largo de la historia: robar tierras ajenas. Los ingleses construyeron su imperio tal como se apropiaron de nuestras Islas Malvinas, por dos veces: a punta de pistola, como bucaneros, como filibusteros, como vulgares ladrones y asesinos.
          Como consecuencia de haber perdido la Batalla de Puerto Argentino, por los factores mencionados –la superioridad tecnológica de los filibusteros ingleses, sumada a la artera puñalada por la espalda que nos infligieron los chilenos, supuestos “hermanos sudamericanos”-, la afrenta continúa porque los piratas y bucaneros volvieron a robarnos las Islas, y la afrenta a nuestra Patria continuará mientras pise el sagrado suelo patrio malvinense una sucia bota inglesa; sin embargo, la Historia no ha terminado y puesto que nuestro Ejército Argentino tiene como Generala a la Virgen Victoriosa, les advertimos a los ingleses: salgan de donde no les pertenecen, devuelvan a nuestra Patria nuestras Islas Malvinas y pidan perdón a nuestra Patria por haber robado de modo infame dos veces nuestras sagradas Islas y retírense para no volver nunca más.
          A los héroes de Malvinas que descansan en la turba malvinense, a los que reposan en el fondo del Atlántico Sur, en el Mar Argentino, a los que sobrevivieron, les agradecemos de todo corazón las entregas de sus vidas y desde nuestro puesto de lucha cotidiano les decimos que no los olvidamos, que sus entregas gloriosas no fueron en vano y que algún día regresaremos a nuestras Islas Malvinas para nunca más retirarnos, porque perdimos una batalla, pero no la guerra: ¡las Islas Malvinas fueron, son y serán argentinas!
          A Dios Uno y Trino, nuestro Dios y Señor; a la Virgen Victoriosa, Generala del Ejército Argentino; al Ángel Custodio de Argentina; a los Héroes de Malvinas, que vigilan nuestras Islas desde lo alto del cielo, les pedimos que nos asistan en la guerra que todavía no ha terminado, para que algún día, no muy lejano, nuestro glorioso pabellón nacional, el manto celeste y blanco de Nuestra Señora de Luján, vuelva a flamear, esta vez para siempre, en nuestro amado Puerto Argentino.  

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