El glorioso pabellón celeste y blanco, el manto de Nuestra Señora de Luján, la Bandera Argentina, flamea orgulloso en Puerto Argentino, el 2 de Abril de 1982. Y flameará nuevamente, esta vez para siempre, cuando los usurpadores ingleses sean expulsados de nuestras sagradas Islas Malvinas.
El 2 de
Abril de 1982 se convirtió, para la Nación Argentina, en uno de sus días más
gloriosos jamás registrados en su historia: por primera vez, su territorio
nacional volvía a ser restituido en sus dimensiones originales y por primera
vez, luego de muchos años de afrenta por parte de Inglaterra, la Patria era
restituida en su honor: el glorioso Ejército Argentino, con todas sus Fuerzas
integrantes, desalojó a los piratas y usurpadores ingleses de las Islas
Malvinas, izando nuestra Bandera Nacional en Puerto Argentino. El 2 de Abril de
1982, el día más glorioso y patrio de nuestra historia reciente, un grupo de
valientes soldados argentinos desalojó a los usurpadores ingleses, para luego
izar el manto celeste y blanco, nuestra insignia nacional y entonar orgullosos
el himno nacional argentino. Nuestro glorioso Ejército Argentino recuperó las
Islas Malvinas el 2 de Abril de 1982, izó la Bandera Nacional en Puerto
Argentino y así lavó la afrenta que nuestra Patria sufría desde el infame día
en que los filibusteros ingleses nos las robaron.
Nuestra Bandera Nacional, el manto celeste y blanco de
Nuestra Señora de Luján, habría de flamear hasta el día en que, por la superioridad
tecnológica de los usurpadores británicos y por la ayuda prestada por los
traidores e infames chilenos, los piratas ingleses hicieron lo único que saben
hacer a lo largo de la historia: robar tierras ajenas. Los ingleses
construyeron su imperio tal como se apropiaron de nuestras Islas Malvinas, por
dos veces: a punta de pistola, como bucaneros, como filibusteros, como vulgares
ladrones y asesinos.
Como consecuencia
de haber perdido la Batalla de Puerto Argentino, por los factores mencionados –la
superioridad tecnológica de los filibusteros ingleses, sumada a la artera
puñalada por la espalda que nos infligieron los chilenos, supuestos “hermanos
sudamericanos”-, la afrenta continúa porque los piratas y bucaneros volvieron a
robarnos las Islas, y la afrenta a nuestra Patria continuará mientras pise el
sagrado suelo patrio malvinense una sucia bota inglesa; sin embargo, la
Historia no ha terminado y puesto que nuestro Ejército Argentino tiene como
Generala a la Virgen Victoriosa, les advertimos a los ingleses: salgan de donde
no les pertenecen, devuelvan a nuestra Patria nuestras Islas Malvinas y pidan
perdón a nuestra Patria por haber robado de modo infame dos veces nuestras
sagradas Islas y retírense para no volver nunca más.
A los
héroes de Malvinas que descansan en la turba malvinense, a los que reposan en
el fondo del Atlántico Sur, en el Mar Argentino, a los que sobrevivieron, les
agradecemos de todo corazón las entregas de sus vidas y desde nuestro puesto de
lucha cotidiano les decimos que no los olvidamos, que sus entregas gloriosas no
fueron en vano y que algún día regresaremos a nuestras Islas Malvinas para
nunca más retirarnos, porque perdimos una batalla, pero no la guerra: ¡las
Islas Malvinas fueron, son y serán argentinas!
A Dios
Uno y Trino, nuestro Dios y Señor; a la Virgen Victoriosa, Generala del
Ejército Argentino; al Ángel Custodio de Argentina; a los Héroes de Malvinas,
que vigilan nuestras Islas desde lo alto del cielo, les pedimos que nos asistan
en la guerra que todavía no ha terminado, para que algún día, no muy lejano,
nuestro glorioso pabellón nacional, el manto celeste y blanco de Nuestra Señora
de Luján, vuelva a flamear, esta vez para siempre, en nuestro amado Puerto
Argentino.
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