La Bandera Nacional se caracteriza por unir a los hombres de
una nación: debajo de la bandera desaparecen las rivalidades, desaparecen las
diferencias, desaparece lo que enfrenta a los hombres, para convertirlos en una
sola cosa, en una Nación, que se identifica, precisamente, bajo la Bandera
Nacional. Esto sucede porque en la Bandera Nacional están representados los
valores humanos más altos, nobles y sagrados que puedan concebirse; la Bandera
representa lo más noble y digno de la humanidad, pero a la vez, representa y es
el símbolo de la Patria, entendida esta como la unión de una Nación bajo una
historia común, una lengua común, una cultura común, una religión común. Por estos
motivos, la Bandera es sagrada, no porque represente a Dios, sino porque representa
a lo más sagrado después de Dios, que es la Patria y, en la Patria, a la
Familia que compone la Nación. Por la Bandera, una Nación se identifica como
una Familia única, que posee una Patria única, que cree en un Dios único. Por eso
la Bandera Nacional es sagrada. Y mucho más en nuestro caso, en el caso de la
República Argentina, porque nuestra Bandera Nacional, por designio divino y no
por deseo humano, lleva los colores celeste y blanco del Manto de la Inmaculada
Concepción de Luján. Esto es así porque el creador de la Bandera Nacional, el
General Belgrano quiso, por un acto de devoción suya a la Virgen Inmaculada, de
la cual era devoto, homenajearla y darle a la Bandera de la Nación Argentina
los colores celeste y blanco de su Manto Inmaculado. Así lo atestigua el
hermano del General Belgrano: “Mi hermano quiso darle a la Bandera los colores
celeste y blanco de la Inmaculada de Luján, de la cual era muy devoto”. Y así
lo creen los patriotas, como Liniers, quien en una arenga en Buenos Aires,
antes de salir a luchar contra los invasores ingleses, les dijo: “Soldados, al
besar la Bandera celeste y blanca, estaréis pensando que besáis el Manto
celeste y blanco de la Virgen de Luján”.
No hay bandera más hermosa ni más sagrada que la Bandera
Nacional Argentina, porque es el Manto celeste y blanco de la Inmaculada Virgen
de Luján. Que la Virgen Santísima cubra con su Manto celeste y blanco a toda
nuestra Patria, desde la puna jujeña hasta la Antártida Argentina y las Islas
Malvinas; desde Buenos Aires hasta Mendoza y que nuestra amada Bandera, el
Manto celeste y blanco de la Virgen de Luján flamee, victoriosa y hermosa, como
la más victoriosa, la más hermosa y la más sagrada de todas las banderas de la
tierra. Juremos amarla y defenderla hasta morir y no permitamos, bajo ningún
concepto, que ninguna bandera ideológica o partidaria reeemplace, ni en nuestros
corazones ni en nuestro sagrado suelo argentino, a nuestra Bandera Nacional Argentina, el Manto celeste y blanco de la Inmaculada de Luján.
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