Nuestra Señora de Malvinas

martes, 9 de julio de 2024

El Cristo de los Congresales es el Verdadero Padre de la Patria Argentina nacida el 9 de Julio de 1816

 



         El Cristo de los Congresales es el Verdadero Padre de la Patria Argentina nacida el 9 de Julio de 1816

Muchos piensan equivocadamente que la Independencia Argentina fue una Revolución en contra de España, una especia de traición contra nuestra Madre Patria España, contra su Religión, contra su cultura, su idioma, su tradición. Los hechos históricos y los verdaderos patriotas, contemporáneos de las gestas patrias, nos dicen lo contrario. Tanto los hechos del 25 de Mayo de 1810, como los del 9 de Julio de 1816 en Tucumán, demuestran que los patriotas demostraron una nobleza tal que los argentinos estamos y estaremos orgullosos hasta el fin de nuestros días por sus actos tan nobles y valientes, pues, como dice Fray Castañeda, constituyeron, no una revolución, sino, al mismo tiempo que un gesto de lealtad al Rey de España y a España, un valeroso gesto de autonomía y de asunción de autogobierno, tal como lo dictaban las leyes de la Madre Patria España de aquel entonces, hechos que impidieron que estas tierras amadas cayeran en manos de las garras del usurpador inglés.

El General Don José de San Martín, declarado Padre de la Patria, había visto preclaramente el peligro que se cernía sobre la Patria naciente si no se declaraba la Independencia prontamente en el Congreso de Tucumán -además de la independencia política, San Martín había declarado expresamente que no se tocase la Religión Católica , herencia de la Madre Patria España- pues veía, con claridad profética, cómo los enemigos de la Patria naciente, tanto internos como externos, querían repartirse sus despojos e imponer otra religión, otras lenguas, otras costumbres, aún antes de haber nacido nuestra Patria Argentina y este enemigo era Inglaterra -y también Francia-, con sus aliados internos, los traidores liberales criollos.

Para el año1816, era por lo tanto urgente la declaración de la Independencia, pues los enemigos internos y externos de la Patria, no habían sido conjurados y estos conspiraban sin descanso, atentando contra la integridad de la misma, así como los piratas conspiran para repartirse un botín mal habido. Dice así un autor, desvelando las intrigas de los infames traidores de la Patria que pretendían entregarla a los ingleses: “Inaugurado el período de la Asamblea del Año XIII, (1812 a 1815), si bien se decretan fundamentales libertades civiles, los alvearistas, sujetos a la tutela inglesa, postergan el grito de independencia a fin de no comprometer sus designios de política internacional antinapoleónica. Es época de sucesivas misiones diplomáticas ante la Corona Inglesa y sus representantes. Así, una carta de Alvear, entregada por Manuel José García al representante británico en Río de Janeiro y al ministro de Relaciones Exteriores de Inglaterra, suplicaba ignominiosamente: “En estas circunstancias solamente la generosa nación británica puede poner un remedio eficaz a tantos males, acogiendo en sus brazos estas provincias que obedecerán a su gobierno y recibirán sus leyes con el mayor placer...Estas provincias desean pertenecer a Gran Bretaña, recibir sus leyes, obedecer su gobierno y vivir bajo su influjo poderoso. Ellas se abandonan sin condición alguna a la generosidad y la buena fe del pueblo inglés y yo (Alvear, N. del R.) estoy dispuesto a sostener tan justa solicitud para librarla de los males que la afligen. Es necesario que se aprovechen los momentos, que vengan tropas que impongan a los genios díscolos y un jefe autorizado que empiece a dar al país las formas que sean del beneplácito del rey y de la Nación” .

Cuando se contemplan estos infames designios de entrega traicionera de la Patria Argentina a Inglaterra por parte de Alvear, resalta aún más el patriotismo y la nobleza de los Patriotas de Mayo de 1810 y de Julio de 1816, pues actuaron en fidelidad a España y por amor a la Patria Argentina, para no entregarla a los bucaneros ingleses y a los traidores criollos alvearistas.

Por su parte, el General Don José de San Martín, consciente de los gravísimos peligros que acechaban a la Patria, y describiendo a los enemigos internos, los liberales, como “hombres infernales”, habría de animar, en una carta escrita en abril de 1816 y dirigida a los congresales reunidos en Tucumán, a dar de una vez el paso decisivo de declarar la Independencia, es decir, de concretar lo iniciado el providencial y glorioso 25 de Mayo de 1810, y lo hacía de esta manera: “¡Hasta cuándo esperaremos a declarar nuestra independencia! ¡No le parece a Usted una cosa bien ridícula acuñar moneda, tener el pabellón y cocarda nacional y por último hacer la guerra al soberano de quien en el día se cree dependemos! ¿Qué nos falta más que decirlo? Por otra parte, ¿qué relaciones podremos emprender cuando estamos a pupilo? Los enemigos, y con mucha razón, nos tratan de insurgentes, pues nos declaramos vasallos... ¡Ánimo, que para los hombres de coraje se han hecho las empresas!” .

Estos dos deseos del Padre de la Patria –la Declaración de la Independencia y el conservar para la Patria Naciente la gloriosa Religión Católica- se verían plasmados para dicha de los argentinos en el Congreso de Tucumán, porque la Independencia de la Nación Argentina se declaró a los pies del Cristo de los Congresales -un hermoso Crucifijo tallado en madera policromada del Siglo XVIII donado por los Franciscanos-, con lo que se puede afirmar con toda veracidad que el nacimiento y la unidad de la Nación Argentina fueron sellados con la Sangre del Redentor, Nuestro Señor Jesucristo. No fue una casualidad que el Cristo de los Congresales presidiera la firma de la Declaración de la Independencia de la Nación Argentina, ni que 13 de sus congresales fueran sacerdotes: fue Nuestro Señor quien selló, con la Sangre Preciosísima de su Cruz, tanto el nacimiento como la unidad de la Nación Argentina.

Anteriormente, en 1810, el Padre Castañeda se había expresado acerca del origen providencial y divino de la independencia política –aunque no religiosa ni cultural- de España -por lo que el Congreso del 9 de Julio de 1816 venía a ser la cristalización del noble gesto del 25 de Mayo de 1810, tanto de adhesión filial a la corona española, como al mismo tiempo, de asunción del gobierno autónomo por parte del pueblo soberano del Virreinato-; por lo tanto, si es como dijo el Padre Castañeda, que “la obra del 25 de Mayo no fue obra nuestra, sino de Dios” ; entonces también podemos decir, con toda certeza, que la obra del 9 de Julio de 1816, no fue obra nuestra, no fue obra humana, sino obra divina, fue obra del Hombre Dios Jesucristo, fue obra del Señor Jesús, Dios Nuestro Señor, porque la firma de la Independencia se realizó a los pies de su Cruz Sacrosanta: fue el Cristo de los Congresales Quien presidió el nacimiento de la Nueva Nación Argentina el 9 de Julio de 1816.

Hoy, cuando la Patria atraviesa gravísimos momentos, pues se encuentra acechada por quienes buscan demoler sus cimientos, implementando leyes inicuas -la ley genocida del aborto, que asesina cruelmente a generaciones enteras de niños argentinos en el vientre de sus madres- y contrarias a la naturaleza -la antinatural ideología de género, contraria a la biología, a la medicina y a la ciencia médica-, resulta imperioso postrarnos ante el Cristo de los Congresales, para que su Sangre Preciosísima, la misma Sangre que selló el nacimiento y la unidad de nuestra Nación, se derrame sobre nuestras almas y sobre nuestra Patria, para que nos perdone nuestros muchos pecados, para que nos purifique y nos santifique y nos libre de todo mal y nos eleve a todos los argentinos a los más altos grados de santidad y nos conceda el don de la paz, de la Verdad que nos hace libres, de la justicia, del bien, de la fraternidad, dones que solo provienen del Ser trinitario divino y de los Sagrados Corazones de Jesús y de María. Sólo así, con la Sagrada Cruz de Nuestro Señor, plantada en el corazón de la Patria, arropada con el Manto celeste y blanco de la Imaculada de Luján y protegida por el Ángel Custodio de Argentina, Nuestra amada Patria Argentina marchará segura por el Camino de la Cruz hacia la feliz eternidad en el Reino de los cielos.

 

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