El 20 de Noviembre se celebra el aniversario de una de las
batallas más significativas libradas en nuestra Patria; no tanto por la
magnitud de los ejércitos involucrados, ni tampoco por el resultado de la
misma, sino por el amor a la Patria expresado en el don de la propia vida en la
lucha por restaurar su honor mancillado. En efecto, las potencias anglo-francesas,
dominantes en ese entonces en el mundo, intentaron forzar, el 20 de Noviembre de
1845, las defensas instaladas en el río Paraná por parte de la Confederación
Argentina, gobernada por el Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas. Al iniciar
los anglo-franceses los disparos, en flagrante violación de nuestra soberanía
nacional, el comandante a cargo de la defensa, Lucio V. Mansilla, pronunció
estas memorables palabras: “¡Vedlos, camaradas, allí los tenéis! Considerad el
tamaño del insulto que vienen haciendo a la soberanía de nuestra república, sin
más título que la fuerza con que se creen poderosos!”. “Insulto” a nuestra
Patria, sin más derecho que “la fuerza con la que se creen poderosos”. Ni Rosas,
ni Mancilla, ni los patriotas anónimos que lucharon en las riberas del río
Paraná se iban a quedar cruzados de brazos, viendo cómo insultaban y
mancillaban nuestra soberanía nacional, por el solo hecho de ser más poderosos
militarmente. Aunque la flota agresora finalmente logró atravesar las defensas,
más adelante “se firmó un tratado mediante el cual los ingleses reconocían la
soberanía argentina sobre sus ríos interiores y su derecho a solucionar sus
problemas con el Uruguay sin la intervención extranjera; Francia demoró en
acordar, pero finalmente lo hizo”[1]. Es
decir, si bien en Obligado fuimos derrotados militarmente, el triunfo
diplomático, basado en el heroísmo y la decisión de un grupo de valientes
patriotas argentinos, fue abrumador. Incluso “hasta los opositores a Juan
Manuel de Rosas reconocieron y alabaron dicha acción” y el mismo Padre de la
Patria, Don José de San Martín,
desde su exilio de Gran Bourg, había tomado casi como una afrenta personal el
bloqueo al Río de la Plata, en su testamento, le legaría el sable corvo a Juan
Manuel de Rosas por la defensa de la soberanía ante el bloqueo”[2].
Los tiempos han cambiado, pero las apetencias insolentes de
los piratas ingleses no han cambiado; por el contrario, se acrecientan cada día
más, porque cada día que pasa, sus sucias botas continúan hollando el suelo
patrio en Malvinas, provocando la indignación de los argentinos bien nacidos.
Malvinas
es una herida abierta por la que sangra continuamente la Patria y Obligado nos
muestra el camino para cerrarla definitivamente. Todo patriota argentino debe
repetir no solo las palabras de Lucio Mansilla y debe imitar no solo el coraje
y la valentía de Rosas y los patriotas de Obligado, sino que debe estar
dispuesto a dar la vida por Malvinas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario